México. - Juan Antonio Salas se desempeña como médico. Durante la actual Emergencia Sanitaria derivada del Covid-19, labora en 2 hospitales de la Ciudad de México en los que atiende a pacientes con coronavirus y pese a la carga de trabajo, al concluir sus turnos no deja de apoyar a las personas.

Consciente de que los efectos del Covid-19 son variados y algunos de ellos suelen persistir aún después de que los enfermos se recuperen, el también tanatólogo brinda durante sus tiempos de descanso, apoyo emocional a quienes se han recuperado la enfermedad, pero aún llevan consigo las marcas de ella.

Pasar casi un mes entubada a los 92 años y vivir para contarlo, o los nervios de haber contraído la enfermedad durante el embarazo, son experiencias que el médico residente de neumología, sabe que dejan huellas, por lo que en medida de lo posible, ocupa su tiempo libre para continuar ayudando a la gente.

Juan Antonio, de 25 años, va a las casas de quienes fueron sus pacientes, les da seguimiento, resuelve sus dudas y sobre todo, las escucha para que superen su paso por una unidad de cuidados intensivos.

“Ver fallecer a tantas personas, ver a tantas entubadas, les dejó como un estrés postraumático que al ser dados de alta no supieron cómo manejar dentro de sus hogares (…) Por eso necesitaban el apoyo emocional”

Juan Antonio Salas

A cambio, destaca el médico, lo que recibe no tiene un valor monetario o económico, pues su labor se ve recompensada cuando las personas después de algún tiempo, pueden sonreír, pueden estar bien, “estables, con su familia”

El especialista inició su proyecto a mediados del pasado mes de mayo y por el momento, visita a 17 expacientes, aunque en ocasiones, debe cancelar sus citas porque sus guardias en los hospitales pueden llegar a prolongarse de forma inesperada hasta las 36 horas.

Cada vez que toca una puerta, todo son sonrisas. Llega a las casas de sus pacientes sólo con mascarilla, nada que ver con el equipo protector que deben usar en el hospital y en ocasiones hasta se la quita, solo si considera que la situación es segura.

Y es que “llevar la careta, lentes, los hace sentir que todavía siguen enfermos y eso en la autoestima de quien ha sido dada de alta podría perjudicar”.

Para Juan Antonio, es evidente que el calor humano ante una enfermedad es igual de necesario que la atención médica, situación que le quedó clara cuando el oncólogo que atendió a su hoy fallecido hermano de 3 años, le brindó palabras de cariño y aliento, además de que cuando se enteró que estudiaba medicina, le regaló el estetoscopio con el que revisó al pequeño por última vez.

“Hubo mucha gente que estuvo ahí para mí cuando yo la necesité (…) Lo menos que puedo hacer yo es estar ahí para esas personas que ahora me necesitan”

Juan Antonio Salas

En los tres meses que Salas lleva luchando con un enemigo que ni siquiera imaginó, le ha tocado vivir de todo, desde pensar en tirar la toalla porque no llegaban los insumos, pasando por aguantar los golpes de una familia que no quería que un niño ingresara en cuidados intensivos, o hasta llorar de rabia cuando le dijeron que era insensible y no sabía lo que era tener a alguien enfermo.

Por eso, visitar a los que le ganaron la batalla al Covid-19, le da una bocanada de esperanza especialmente en este momento en el que la situación se está complicando.

“De 20 días para acá no ha habido ni una sola alta y los decesos son constantes, entonces, poder ver a los que se salvan, saber que están bien, es la satisfacción del deber cumplido”

Juan Antonio Salas

Con información de AP