La Paz, BCS. Tal vez algún familiar, amigo o incluso nosotros al estar de vacaciones en una playa nos hemos intoxicado por comer mariscos (almejas, ostiones, mejillones o callo de hacha) al natural o cocidos. Los síntomas más comunes son: sensación de entumecimiento de las extremidades, hormigueo en la piel, dolor de estómago, nauseas, vómito, diarrea o pérdida de memoria, incluso dejar secuelas que pueden prevalecer por meses o años. Probablemente, lo primero que se viene a la mente es pensar que la comida estaba en mal estado adjudicándolo a alguna infección de origen bacteriano o viral. Nadie pensaría que las almejas, ostiones o mejillones que nos comimos nos hicieron daño, ya que estaban contaminadas con toxinas producidas por fitoplancton tóxico.  Pero ¿qué es el fitoplancton tóxico? ¿Cómo llegaron esas toxinas a los mariscos si aparentemente estaban limpios y fueron preparados higiénicamente? ¿Podemos distinguir entre una almeja contaminada con toxinas de una libre de ellas?

Al fitoplancton se le conoce comúnmente como microalgas, es un componente básico en la productividad primaria de los océanos, equivalente a las plantas en la tierra. Los principales grupos que lo integran son las cianobacterias, diatomeas y dinoflagelados, microorganismos que son parte importante de la dieta de almejas, peces y otros organismos conocidos como consumidores primarios, que con este alimento adquieren los nutrientes que necesitan para crecer y reproducirse. 

En ocasiones estos microorganismos pueden crecer a tal grado que dan origen a extensas manchas de tonalidades marrón, verde o café ya sea en mares, lagos y lagunas y prevalecer desde unos cuantos días hasta varios meses.  A este fenómeno se le conoce como MAREA ROJA puede ser originado por especies nocivas, pues aunque no todas producen toxinas  pueden secretar mucílago o estructuras que limitan funciones vitales para la fauna silvestre, provocando mortandades masivas de peces, crustáceos o moluscos por asfixia.

Otras especies de fitoplancton producen metabolitos que afectan la salud del humano y por los síntomas que provocan se les denomina especies con toxinas paralizantes, amnésicas, neurotóxicas y diarreicas.

Las mareas rojas tóxicas no necesariamente pueden detectarse a simple vista. Por ejemplo, especies del género Dinophysis producen ácido okadaico, una toxina que en el humano tiene efectos diarreicos que pueden presentarse apenas 20 minutos de haber ingerido el alimento y perdurar hasta 72 horas. Tan sólo bastan 200,000 células de Dinophysis en un litro de agua para producir efectos que provoquen diarrea en una persona. Tal concentración de células no provoca cambios en la coloración del agua, por ende pueden pasar desapercibidas.

Debido a que las almejas y otros bivalvos se alimentan filtrando el agua de su entorno, éstas pueden acumular las toxinas en sus vísceras durante semanas o inclusive años, convirtiéndose en transmisores potenciales de estos componentes tóxicos hacia el siguiente consumidor incluyendo al humano.

Las mareas rojas son fenómenos que ocurren de manera natural, aunque se ha propuesto que las actividades humanas (tales como agricultura, acuicultura, transporte marítimo, entre otras) pueden estar favoreciendo incrementos en su ocurrencia y duración, con efectos negativos en la salud pública, la pesca y la acuicultura.

México ocupa el segundo lugar en el continente en superficie litoral con 11,122 Km con costas bañadas por el Océano Pacífico y Océano Atlántico. En las costas nacionales se ha reportado la presencia de fitoplancton productor de toxinas paralizantes, amnésicas, neurotóxicas y diarreicas entre otras, siendo la Comisión Federal para la Prevención de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) quién regula la presencia de las toxinas que provocan estos síndromes. Cuando se rebasan los límites permisibles la COFEPRIS prohíbe la pesca y comercialización de moluscos por tiempo indefinido, hasta que se determine que se han depurado de manera natural y tienen niveles de toxinas por debajo del límite o incluso libres de ellas.

Desafortunadamente, no es posible distinguir a simple vista cuando un molusco esta contaminado por toxinas del fitoplancton, esto es debido a que los moluscos o los peces pueden almacenar la toxina en sus tejidos e irla transformando a través de su metabolismo sin provocarles algún daño aparente. Debido a que las toxinas son moléculas muy estables a los cambios de temperatura, el proceso de cocción durante la preparación de los alimentos es insuficiente para destruir o eliminar la toxina. Por el contrario, cuando son sometidas a calentamiento estas pueden llegar a concentrarse aún más, por ende aumentar el riesgo de intoxicación para las personas.

Las estrategias que se siguen para determinar la presencia de toxinas en los mariscos es el monitoreo de las áreas donde son extraídos o cultivados los moluscos, así como procesos de extracción de toxinas a partir de muestras de tejido del molusco o del pez para su detección a través de bioensayos en modelos animales o con el uso de equipos especiales para la detección de cantidades mínimas de las toxinas. Lo más recomendable cuando presentamos los síntomas de intoxicación por mariscos es acudir inmediatamente al médico para descartar que se trate de un padecimiento asociado a alguna de las toxinas antes mencionadas y recibir tratamiento.

 Es importante resaltar que las toxinas fitoplanctónicas tienen un lado positivo, un ejemplo es la investigación que se esta realizando por grupos de investigación internacionales en la búsqueda de fármacos contra enfermedades como el Alzheimer o bien en terapias alternativas utilizando ficotoxinas para promover la muerte celular programada de células cancerosas. Ambos son campos poco explorados por la ciencia mexicana.

En CICIMAR-IPN se está trabajando en el estudio de especies de fitoplancton productoras de toxinas, además de su detección en moluscos que son consumidos cotidianamente por la población local y por los turistas nacionales y extranjeros que visitan Baja California Sur.

En el estado de Baja California Sur continuamente se llevan a cabo monitoreos de la calidad de agua para detectar mareas rojas que pueden provenir de otros estados como Baja California, Sinaloa y Sonora, tal como sucedió en febrero de 2017.

En CICIMAR-IPN se ha trabajado continuamente en proyectos de investigación antes mencionados, los cuales se han llevado a cabo en el Departamento de Plancton y Ecología Marina.

El Dr. Ignacio Leyva realizó su Maestría y Doctorado en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), actualmente es catedrático del CONACYT adscrito al IPN-CICIMAR en La Paz Baja California Sur, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Actualmente realiza investigaciones sobre la presencia de toxinas lipofílicas y su acumulación en especies de moluscos bivalvos que se aprovechan para consumo humano.