Una noche en la Ciudad de México puede ser más placentera si la motivación es alta, la planificación adecuada y los trayectos entre un punto y otro son agradables. Pero tra-yec-tos no siempre suena a algo que va a salir bien, pues cualquier contratiempo en el camino chilango se puede hacer presente y hacerte pasar más tiempo del que deseabas estar sentado al volante. Es en esa posibilidad que los masajes y la aromaterapia que ofrece Peugeot en las SUV 3008 y 5008 no suenan exagerados ni pretenciosos.
El pasado 14 de junio la marca del león ofreció la posibilidad de probar las bondades de la gama, de tener esa experiencia sensorial al conducir o dejarte llevar a bordo por calles del Centro Histórico porque ¿qué otro escenario puede combinar la belleza arquitectónica y la probabilidad del caos? Desde el momento en que abordas alguno, el primer efecto es el aislamiento del exterior: no escuchas nada de lo que pasa ahí afuera.
Ambos son cápsulas que puedes personalizar (tablero, aroma, clima) a tu estado de ánimo o al de alguien más, si es que te nace compartir. Y la forma en la que el vehículo responde y cómo se comporta es totalmente diferente. Tal vez es por eso que Igor Dumas, director general de Peugeot, asegura que la marca está viviendo una gran época en México con más de 9 mil unidades vendidas durante 2017 y al alza.
“Perdón a la competencia que se creen premium y no lo son”, dijo el presentador aquella noche en una sala del Palacio de la Escuela de Medicina, donde la experiencia interior y dinámica del diseño comenzó. Las vestiduras de ambos son piel napa, que a decir de Juan Antonio Migliano -cabeza de la mítica peletería Casa Migliano y segunda parada de la noche-, es suave al tacto, confortable en verano como en invierno y tiene una durabilidad más alta que la de cualquier sintético. “Peugeot ha sido un prototipo de la industria automotriz”, dijo sin chistar.
El volante pequeño, la altura con respecto a un sedan y esa sensación de estar sumamente protegido, son los elementos que pudimos disfrutar en el trayecto al último destino de la noche y donde la mayoría de los paseos nocturnos deberían acabar en la capital: un concierto con luces tenues y cero estrés.