Pese a que sabemos que la humanidad ha sido causante de la extinción de una gran número de especies animales, aún quedan algunas esperanzas para las que siguen existiendo, como el caso de la tortuga de techo birmana (Batagur trivittata), también conocida 'tortuga sonriente', que reapareció aunque se creía extinta. 

Esta especie de tortugas de agua salada es endémica de Myanmar y se caracteriza por sus grandes ojos saltones, y su pico en el que se dibuja lo que parece ser una sonrisa permanente. 

La tortuga sonriente es una de las seis especies del género Batagur y está considerada como una de las 25 especies en mayor peligro de extinción a causa de la pesca, la captura indiscriminada, el comercio ilegal para ser utilizadas en la medicina tradicional y la caza de sus huevos.

A finales de la década pasada, la comunidad científica declaró extinta a la especie luego de que pobladores e investigadores dejaron de verla por años en su hábitat natural, pero un día la historia cambió cuando un habitante de la zona reportó haber encontrado un caparazón de la especie. 

A partir de entonces los especialistas comenzaron a buscar pistas que pudieran llevarlos a ejemplares vivos y así, según un reportaje de Rachel Nuwer, en 2001 Gerald Kuchling, biólogo de la Universidad de Australia Occidental, encontró dos hembras y un macho al borde de un estanque. 

Posteriormente, Kuchling en colaboración con el Departamento Forestal de Myanmar, realizó una expedición el Río Chindwin que le llevó a encontrar algunas hembras descansando río arriba. A partir de entonces se lanzó un programa de cuidado y recuperación que consistía principalmente en pagar a los pobladores para mantenerlas vivas y ayudarles a reproducirse. 

La gente que vive a orillas del Río Chindwin cercaron la playa, vigilaron a las hembras y excavaran con cuidado en busca de sus huevos para asegurarse de que ningún cazador los dañara.

El programa dio resultados sorprendentes: actualmente se calcula que existen poco más de mil tortugas de techo birmanas.