Elena Garro no se consideraba feminista por varias razones, la primera, porque era enemiga de las etiquetas. No le gustaba quedar encasillada ni como feminista, ni como pionera del realismo mágico o autora de novela policíaca, tampoco como surrealista o vanguardista.

Todo eso y más era como creadora irreverente. Pero la segunda y más importante razón, es porque creía que las feministas de los años 60 actuaban como los hombres volviéndose autoritarias, machistas y con los mismos roles masculinos para defender así sus derechos y proyecto de vida intelectual. Así que no veía una identidad propia.

“En ese sentido, le molestaba que perdieran su feminidad, pero se convirtió en un estandarte del feminismo al analizar en sus obras la condición de la mujer en la sociedad patriarcal con valores opresivos, cuando nadie más en su época se atrevía”.

Patricia Rosas Lopátegui. 

Identidad que es probable que Elena Garro haya ayudado a construir con sus experiencias transgresoras, mismas que reflejó en sus escritos. Fue ella, como explica la escritora e investigadora Patricia Rosas Lopátegui, la primera que mencionó en sus textos un hecho tan atroz como cobarde, que a la fecha ya tiene nombre: los feminicidios.

Patricia Rosas Lopátegui. Escritora e investigadora.

Elena Garro fue la primera escritora de su época que se atrevió a exponer la violencia de género

Como ejemplo está la obra El Rastro, donde un hombre alcoholizado llega a su jacal con el claro propósito de asesinar a su esposa Delfina, y mientras la apuñala la va deshumanizando con insultos que pretenden culparla de que él haya “perdido” su virilidad.

Su lógica machista se basa en que el asesino, al enamorarse de ella, ha dejado de ser respetado por la sociedad. Por eso le dice: “cuando la mujer habla y el hombre escucha, el hombre muere, y por eso vas a morir tú para que yo me vaya a cantar con mis amigos”

“Escribir para la mujer significa revelar su mundo interior y exterior, esa capacidad que tiene como ser viviente e intelectual que la hace plantearse un proyecto de vida. Elena Garro sufrió la descalificación desde que se atrevió a hablar y a escribir, siendo pareja de Octavio Paz”.

Patricia Rosas Lopátegui. 

Lopátegui, quien se ha dedicado a deconstruir la historia mal contada de mujeres aguerridas como Garro, Nahui Olin, y Guadalupe Dueñas, plantea que Elena, al ser producto de la sociedad patriarcal que históricamente ha mantenido a la mujer calladita porque “así se ve más bonita”, tiene el don de la vivencia.

Libro que reúne las obras de teatro de Elena Garro.

Ella cuenta y habla para que el hombre escuche, aunque le cueste la vida. Escribe lo que vive en sí misma y junto a otras mujeres como una cámara fotográfica que va registrando espejos y reflejos que nos hacen identificarnos y estar alertas. Y por eso la eliminaron de una manera tajante.

“Octavio Paz creía que en su hogar el único que tenía derecho a un proyecto artístico era él. Le dijo a Elena Garro que el papel de la mujer era reposar sobre el regazo del hombre, así que lo que no quería era competencia en casa”.

Patricia Rosas Lopátegui.

Porque cuando una mujer escribe, muere. Es su sentencia de muerte. Si la mujer se subleva, llegan entonces los señalamientos de ser una persona emocionalmente inestable y loca, como le ocurrió a Elena Garro. Esto a pesar de que ya era considerada como una niña prodigio, incluso antes de conocer a Paz.

Cristales de tiempo. Poemas inéditos de Elena Garro.

A Elena Garro no la mataron con una bomba o una pistola, la asesinaron con el exilio y el silencio 

Garro era estudiante de letras, coreógrafa, actriz en el Teatro Universitario, de hecho en ese periodo formó parte de la puesta en escena Las Troyanas que se representó en Bellas Artes, asimismo fue bailarina de ballet clásico, y admirada por Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, y todo el grupo de los contemporáneos

“La descalificación y descrédito que persiste en su contra no va a parar hasta que exista una declaración oficial. Su nombre no se va a limpiar hasta que el statu quo reconozca que inventó en Elena Garro a una supuesta aliada de un complot contra el gobierno”.<br>

Patricia Rosas Lopátegui.

Pero la "asesinaron". Primero él, reduciéndola al rol tradicional de madre y de esposa, acusándola de loca porque no se sometía a sus órdenes. Después, el Estado mexicano que tras la masacre del 2 de octubre de 1968, usó un artículo firmado por Elena para desactivar la movilización, callar a los intelectuales, y eliminarla de la vida cultural y política.

La escritora e investigadora Patricia Rosas Lopátegui en su estudio.

El llano de huizaches, donde la voz lírica de nombre Elena está desmembrada…

“¡Elena!

Oigo mi nombre, me busco.

¿Sólo esta oreja queda?

¿Ésta que oye mi nombre en un llano de huizaches?

¿Mi nombre, gritado así a los cuatro vientos,

de noche, en el llano de la muerte?

¡Elena!

Es raro que descuartizados

mis miembros avancen por el llano de huizaches…"