Todos hemos convividos con personas difíciles. No importa si es tu jefe, tu compañero de trabajo, un conocido o alguien que por alguna razón te es casi imposible tolerarlos.

 En la vida hay muchas situaciones donde no existe más opción que lidiar con personas conflictivas y, para eso, necesitas comprender realmente cómo funcionan esas relaciones. Detrás de alguien que genera inconvenientes se esconde un mundo y es necesario descubrirlo para convivir de la mejor manera posible. Vivir en armonía con los otros es un arte y, para abordarlo, es útil transformar el enfoque que tenemos sobre el tema.

Transformación del enfoque: obsérvate y elige:

En el ping-pong la pelota va, ping, y viene, pong. Si no hay ping tampoco habrá pong. Para que exista un conflicto interpersonal está claro que se necesita la participación de dos o más personas. Es fácil notar cuando una persona es conflictiva. En lugar de caer en un juego, deja que la pelota se vaya y se estrelle en donde sea, no contigo.

Trata de ser lo más objetivo que puedas. ¿Cómo reaccionas frente a esa persona? No interesa quién comenzó la disputa. Es necesario comprender que cada una de las personas involucradas tiene responsabilidad por sus acciones y más necesario aún es asumir tu parte. Toma consciencia de tu comportamiento: esto te permitirá modificarlo y ayudará a cambiar la dinámica de la relación.

Las relaciones como espejo de ti mismo

En ti debe estar la alegría y el equilibrio a la hora de convivir. Existe la creencia de que es el otro quien genera en uno mismo los sentimientos de pena, felicidad, enojo, miedo. Si observas atentamente la realidad, verás que quien habilita esas emociones eres tú mismo. Si alguien logra arruinarte el día, es porque tú lo permites.  Es sumamente necesario que sepas cuáles son tus "puntos débiles", para que puedas proveerte a ti mismo de lo que necesites.

No alimentes los problemas y la agresión

Las personas difíciles no piensan en el daño que pueden causar al hablar o al hacer. Cuando dejas de creer que otra persona es responsable de tu alegría o tu enojo, instantáneamente le quitas el poder sobre ti. Cuando una persona se conoce, se cuida a sí misma y no le interesa discutir para tener razón. Por lo general, las personas eligen el papel de víctima porque se sienten cómodas dejando que otro tenga poder y decida sobre sus emociones. Al salir de esa ilusión descubrirás que, en realidad, tomar tu poder sobre tu vida lleva el mismo trabajo que delegarlo, sólo que un camino conduce al auto-conocimiento y desarrollo personal y el otro a la dependencia patológica.

Tienes derecho a enojarte pero inteligentemente.

Aunque tu elección sea no contestar agresiones, nadie puede evitar sentir enojo o molestia. Lo sano es reconocer tu emoción, no evadirla, reprimirla -implotar- o reaccionar dañinamente -explotar-. El enojo es una energía poderosa, muy física y visceral que contiene en sí misma el potencial para resolver la situación que tienes enfrente. Lo más inteligente es dar curso a ese movimiento -energía- y expresarlo sin dañar, como por ejemplo gritando, bailando, realizando ejercicio físico, entre otras actividades. Desahógate. Es necesario poner límites y, en ocasiones, será muy beneficioso comunicar el enfado desde un estado de calma.

Trata a las personas como quisieras que te traten a ti

Seguramente has escuchado esto muchas veces. Es cierto que no importa que la persona con la que trates sea una cabrona persona molesta, trata de acercarte a ella como lo haces con cualquier amigo. Trátala como te gusta ser tratado, le provocarás confusión al ver que no reaccionas igual.

Con información de Ehowenespanol.