Dentro de la ya gran oferta de películas basadas en cómics, en su momento existió una franquicia que se trató de distanciar un poco de las mallas y superpoderes del género; siendo tomada por un Guillermo del Toro aún novel en lo que se refería a las grandes producciones de Hollywood, para bien o para mal el director mexicano hizo mucho con poco, convirtiendo a Hellboy en un personaje, que si bien no atrajo a las masas, consiguió una gran aceptación dentro de una parte importante del público.
Desafortunadamente, la poca taquilla tanto de la primera parte, como de The Golden Army, la secuela; hicieron que el proyecto de trilogía se mandara a la congeladora durante años, asimismo, la mala racha que tuvo del Toro durante varios años, donde tuvo que abandonar proyectos, le cancelaron otros, además de tener obras con muy baja recaudación. Obligaron a Mike Mignola, creador de Hellboy, y a Dark Horse a replantearse el camino que seguiría el demonio rojo en el cine. La conclusión fue hacer a un lado al mexicano y su visión para contar una nueva historia bajo otra óptica.
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Así nació la actual entrega de Hellboy, misma que llega a salas mexicanas el 12 de abril; con un halo de incertidumbre, pues muchos aún recuerdan las entregas pasadas, la producción declaró que sería una visión más sangrienta y "madura", y sus trailers no han convencido al público en general. Si bien la obra no es esa basura que se temía, tampoco es algo que se pueda decir que está bien hecho.
Hellboy presenta muchas historias en poco tiempo
En teoría, Hellboy nos cuenta la historia del demonio homónimo, quien es requerido por una organización paranormal de Gran Bretaña para ayudarlos con un pequeño problema de gigantes; sin embargo, su empresa se ve interrumpida por una profecía y el regreso de una bruja inmortal, Nimue, la cual busca venganza por lo que le sucedió hace 1500 años y ve en el gran rojo una forma de reordenar el mundo para que los de su clase no sufran más a manos de la humanidad.
Si bien parece una trama por demás simple, Lionsgate y Neil Marshall, el director, logran complicar todo en demasía; ya que tratan de contarnos mucho en muy poco tiempo, prácticamente cada personaje que aparece en pantalla tiene un trasfondo que necesita ser contado en las dos horas que dura la película; lo cual resulta en demasiada información para el espectador. Para que se den una idea, nos cuentan el origen del protagonista en dos ocasiones distintas con dos historias diferentes; pero que tienen relevancia para en términos de relato general.
A esto hay que sumar que los secundarios, así como la villana, en realidad no son tan interesantes; siendo meros adornos en casi todo el metraje; faltos del carisma que caracterizó a Liz y Abe en los anteriores filmes. Afortunadamente David Harbour, el nuevo Hellboy, hace un trabajo excelente, si bien aún queda el recuerdo de Ron Pearlman, el nuevo interprete nos da un demonio más cínico y hasta cierto punto acorde con la era actual; sin perder un ápice de su esencia, podemos decir que sólo por su actuación es que valdría la pena darle una checada a la obra.
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Un demonio sangriento pero nada maduro
Sí, esta nueva versión de Hellboy no tiene miedo en hacer uso del gore artero; desde el inicio podemos ver sangre, tripas, desmembramientos y demás linduras del género, todo acompañando de muy buenos efectos visuales y de sonido. Además, hace uso de una estética propiamente de video metal de los 80, vamos, que sólo falto que Slayer comenzara a sonar. Por ese lado la producción cumplió con creces.
Sin embargo, parece que confundieron lo sangriento con lo maduro, pues no se ven trazas de esto último por ningún lado; de hecho la película es sumamente adolescente, lo cual no está mal, ya que su función es la de entretener; pero sí resulta contradictorio con lo que se supone son las libertades de la clasificación R. La muestra más clara es en el tema principal del filme, el cual supuestamente aboga por la inclusión de los que son diferentes, los monstruos en este caso, y el por qué deberían de dejar de ocultarse de los humanos.



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Lo curioso es que en realidad nadie se oculta, vemos a los monstruos andar campantes por la calle sin que nadie diga nada; el propio Hellboy puede emborracharse en un bar sin problemas de que la gente se espante o lo condene. El que esto pase rompe con lo mencionado en el párrafo anterior, denotando una mala escritura y que no se tenía muy clara la idea de a donde se quería llegar.
Muy por debajo de lo que logró Guillermo del Toro
Es de mal gusto comparar estilos y obras cuando se trata de reboots o remakes; lamentablemente esta nueva versión de Hellboy no nos hace olvidar lo logrado por la visión de Guillermo del Toro, quien entregó dos películas sólidas (sobretodo la primera). Aquí simplemente se recurre a la violencia para llamar la atención y a la gran interpretación de Harbour, ni el resto del elenco ni la historia destacan por sí mismos. Dejando un sabor de boca agradable, pues en sí la obra no es aburrida en realidad; pero todo se siente por demás genérico.
Si tu intención es ver algo lleno de sangre y demonios, Hellboy es una opción sin dudas; si por el contrario quieres algo más centrado o eres fan de lo hecho por del Toro, no creemos que valga la pena gastar tu dinero acá.