Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.<br>

Ernest Hemingway

Bienaventurados los que no tienen nada que decir, y que resisten la tentación de decirlo.<br>

James Russell Lowell

El día de ayer, en 40 ciudades del país, ciudadanos enojados con la administración de López Obrador realizaron caravanas motoras para protestar por las políticas gubernamentales. De igual forma inició la campaña “14 días seguidos de cacerolazos” (#CacerolazoMx); diversas asociaciones civiles de todo México piden que, durante ese periodo de tiempo, a las 8:00 pm se proteste durante algunos minutos haciendo ruido.

Uno puede estar a favor o en contra de las caravanas y de los cacerolazos, así como pensar que estas medidas son efectivas o no. Lo que es innegable son los derechos a la libre expresión y a la libre manifestación consagrados en la Constitución.

Resulta ridículo, entonces, el comentario proferido por Ricardo Monreal como coordinador de la bancada de Morena en el Senado, quien quiso jugar al incluyente y tolerante pero exhibió un talante autoritario: “En el 2021 habrá renovación de 15 gobiernos estatales, Cámara de Diputados y otras autoridades… ese será el momento para organizarse y expresar en las urnas su inconformidad”. En otras palabras, pidió a los críticos e inconformes esperar al 2021 para manifestarse. Absolutamente antidemocrático. La Constitución no fija que solo se puede protestar en fechas electorales, ¿o ya la cambiaron?

Llama la atención su dicho: “…porque tenemos un nuevo gobierno... luchamos por tener un país democrático”. Valdría la pena recordarle que llegaron al poder DE FORMA DEMOCRÁTICA, es decir, gracias a instituciones electorales confiables creadas en otros gobiernos con la participación de todos y todas: de priistas, panistas, morenistas, neoliberales, fifís, chairiza, izquierdistas, capitalistas, pensadores independientes, almas religiosas y espíritus ateos. Gracias a lo que tantos hicieron durante décadas el presidente AMLO llegó al poder en uno de los ejercicios más limpios y transparentes en la historia de nuestro país. 

Pero no solo eso. Haciendo alarde de su desmemoria y doble rasero, convenientemente olvida Monreal que si hay alguien que se ha manifestado de todas las formas en muy diversos momentos —cada vez que se le ha pegado la gana y sin que nadie lo moleste— ha sido AMLO (y muchos de la 4T, ¡incluyéndolo a él, al mismísimo senador que pastorea a sus colegas de Morena!).

Basta recordar el Paseo de la Reforma tomado muchas semanas  por las huestes perredistas en protesta por el resultado (¿impuesto?) de las elecciones de 2006, o años antes el bloqueo de pozos petroleros en Tabasco, en 1996, causándole a la paraestatal pérdidas millonarias (¡vaya ironía!). Tal vez esa sea la diferencia entre las manifestaciones organizadas por Andrés Manuel y las llevadas a cabo en contra de él. Estas últimas no generan costos al erario, los propios inconformes pagaron su gasolina y puso cada uno su coche.

Mientras las personas se manifiesten de forma pacífica, pueden hacerlo en año electoral o cuando les plazca. Y si Ricardo Monreal aseveró “tienen tiempo y recursos, según veo”, con todo respeto le digo: (i) eso es algo que no le importa, señor senador, si es dinero legal y que ha pagado impuestos de cada manifestante; (ii) Monreal podría hacerse de forma retórica el mismo comentario a las diversas manifestaciones realizadas por el tabasqueño (¡qué decir de las llevadas a cabo en CDMX!). Y no solo eso, ¿18 años en campaña? Claramente hubo tiempo, organización y recursos, seguramente legales, en largo trayecto de López Obrador a Palacio Nacional... “según vemos”. ¿Tiene la conciencia tan tranquila el senador Monreal como para asegurar, sin morderse la lengua, que nunca recurrió a compadres de Zacatecas para pagar camiones en los que viajaron acarreados a los tantísimos mítines de AMLO en el Zócalo?

Ya entrados en comparaciones, en su momento los ahora miembros de la 4T (y muchas otras personas —yo incluida—) criticaron a Peña Nieto como un producto de la televisión y el que fuese filmado por sus cámaras. En este sexenio a López Obrador lo graban las cámaras de un productor sobresaliente, entre otras realizaciones, de muy vistas series de narcotráfico, Epigmenio Ibarra, socio en la empresa Argos del gigante de la televisión y de Carlos Slim (no me digan que no lo sabían, o ¿en serio no?) Y si al final no tiene nada de malo que lo filme el productor (yo creo que sí lo tiene, pero esa es otra discusión), sirva nuevamente para señalar el doble rasero de la 4T.

También vale la pena mencionar el comentario en Twitter de Beatriz Gutiérrez. Al final, como ella dice si no quiere acudir a los hospitales es su decisión.

Reflexión que puede ser objetada con que al menos el personal de la salud sí agradecería su asistencia y apoyo moral. O, bien, sería aplaudida de que apoyara más cercanamente, más afectuosamente a los héroes, las heroínas de los hospitales, cuidándose, sin buscar la foto y, sobre todo, sin dar el mal ejemplo... como sí la da YSQ.

Lo interesante de su comunicación es que pone el dedo en la llaga de todo lo que sí realiza SU ESPOSO. No, López Obrador no acudirá a ningún nosocomio, sin embargo, adora las selfies donde sea, presume todo el apoyo que da (y el que no es suyo, sino del gobierno) y, lo peor, proporciona un pésimo ejemplo yéndose de gira cuando el país está en semáforo rojo. Ofrece el peor de modelos posibles. De nuevo se deja asomar el doble rasero de la 4T...

Este incluye también la corrupción. Datos objetivos (series de tiempo que no se crearon ahora y bajo las cuales se regían los gobiernos “del PRIAN”), señalan que este fenómeno ha AUMENTADO en la administración cuatrera. Obvio eso no ha sido impedimento para decir que ellos “sí hacen las cosas bien”. Tampoco ha importado que más del 85% de las compras gubernamentales sean directas y sin licitar. Ahora se argumenta que eso no es sinónimo de corrupción, cuando que en sexenios pasados así se consideraba y de eso se agarraban las mismas huestes de López Obrador para sustentar su dicho.

La Cuarta Transformación prometió ser diferente, pero ni siquiera para no hacerse de un doble rasero son diferentes. De hecho, en ese aspecto ya no falta mucho para se les califique con estadísticas irrefutables como peores y más descarados que los gobiernos neoliberales. Lo peor, no se ve ánimo de rectificar.