Dime por qué <br>(Lo juro, lo juro)<br>Me dices siempre <br>Solamente mentiras <br>(Lo juro, lo juro)<br>Dime por qué <br>(Lo juro, lo juro)<br>No dices nunca la verdad<br>(Lo juro, lo juro)<br>Con mis sentimientos <br>Tí estás jugando <br>Así no puedo seguir.<br>

Daniela Romo

Apareció; poco más de trece minutos. En Palacio Nacional con todas las luces encendidas. Una austeridad de difícil comprensión cuando en las ventanas se veía la luz del día...

Sirvieron para verle enfermo, sí, aunque no necesariamente de covid... También para confirmar su poca empatía con quienes han sufrido la misma enfermedad. ¡Ni una palabra para los miles de muertos!

López Obrador hizo su regreso con un discurso plagado de información falsa. Poco importa si le pidieron que se vistiera porque los otros días ha estado en ropa más cómoda o no; como en otras ocasiones compartir ese tipo de información desvía la atención de lo que en realidad importa.

Reiteró que ha seguido trabajando... Hablar con Putin o con el CEO (gerente) de Pfizer para volver a recibir vacunas no cuenta. Ya veremos con el paso del tiempo (que es poco) si los calendarios de las vacunas son ciertos o seguirán modificándose al infinito.

Pero más allá de esos tiempos, habría que notar que, en estos momentos, se está inoculando a los “siervos de la nación” y a los maestros de Campeche. Ninguno de esos grupos cae en la categoría de personal de la salud o el de adultos mayores. ¿Entonces? ¿Acepta que se está vacunando a quienes no están en la línea de batalla contra el covid cuando que no se ha terminado de inocular a médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas? De una segunda dosis para los ya inyectados mejor ni hablamos...

De forma impávida dijo que la estrategia ha funcionado y que seguirá en la misma. ¿En serio? Al parecer, llegar a un millón 841,893 contagios, él incluido, y casi 157,000 muertos es sinónimo de éxito. Insistir que funciona la estrategia porque hay camas, doctores, enfermeras y medicinas —todo eso escasea— es vivir en otra realidad versión 4T.

La estrategia fue siempre errada: ¡no se trataba de que hubiera suficientes camas —que insisto, no las hay—; era que no hubiera necesidad de ellas.

La fábula continúa al afirmar que hay doctores y enfermeras suficientes.... Si acaso tan solo para ocupar el deshonroso primer lugar de muertes en personal hospitalario. Y todo por no haberles dado la protección mínima necesaria.

De medicinas ni se diga. El desabasto sufrido por los enfermos oncológicos, ese que en un principio se quería ocultar, ahora es más que evidente para todos. Y la falta de medicamentos, tratamientos y material de curación que se avecina en general por la pésima conducción del Instituto del Bienestar y la compra consolidada —mas no gestionada ni pagada— a través de Naciones Unidas, tendrá impactos en la vida de miles de mexicanos.

Decir que no nos han rebasado las circunstancias, sea tal vez la afirmación sin sustento en la realidad más infamante. México llegó al tercer lugar en mayor número de muertos en la pandemia a nivel mundial, sobrepasando a la India que tiene una población de mil 383 millones de habitantes. ¡No hay pretexto!

Pavonearse al hablar de una “vacuna universal gratuita”, cuando la vacunación en México SIEMPRE ha tenido esta característica. Vacunar a toda la población gracias a los que pagamos impuestos y sin hacer aspavientos de lo mismo, es obligación del Estado, no una concesión por uno u otro gobierno. Lamentable que, mismo en la convalecencia, el presidente engañe a incautos y capitalice políticamente con eso.

Decir que es optimista de que nos vamos a recuperar en la economía, es ignorar los miles de desempleados y empresas quebradas que no volverán una vez que la pandemia termine. México es de los países que menos han apoyado a sus empresas. Menos del 0.5% del PIB cuando en otros países ha llegado hasta el 15%. Vaya que las prioridades son diferentes.

Pero los bulos continuaron en esos poco más de 10 minutos de grabación... Decir que se pelea a la corrupción “que es peor que la malaria” resulta, por decir lo menos, una inútil metáfora, máxime cuando en transparencia la 4T se topa con pared. Más del 70% de los contratos son por adjudicación directa y la información reservada pulula como hongos en época de lluvias. El caso Cienfuegos, la compra de las vacunas, lo que dijo —más bien lo que no dijo— Lozoya, su expediente clínico, el resultado de laboratorio de su prueba covid. ¿Le seguimos?

No hay signos alentadores, aunque así lo considere el primer mandatario. Tal vez en eso se probó que sí sufría calentura... No los hay.

Pedir que las oraciones y la esperanza sean fuerzas poderosas que ayuden no le corresponde. Se espera eso de un ministro de culto, pero del presidente de la república se requieren soluciones y no dejar sus obligaciones en manos de la fe.

Hablar del bienestar del alma, de lo que sentimos, más allá de que entra en el ámbito de otras profesiones, es menospreciar el sentimiento de los mexicanos. No es solo por la pandemia que los buenos o malos sentimientos florecen. Basta recordar cada terremoto y el día a día. No se desea un cambio de sentimientos, se busca un nivel mínimo de bienestar para todos. La misión de transformar al país, desde su palestra no debe entenderse desde la óptica espiritual, máxime siendo un país donde la división entre el culto y el gobierno fue establecida hace más de 150 años. Pero su discurso es una densa telaraña para confundir las creencias religiosas con las obligaciones de la administración pública.

Burla infinita, más allá de cualquier mentira, el insistir en no usar cubrebocas. Estaba claro que no es el único que estaba presente en esa grabación y, estando enfermo —supuestamente de covid—, no debería estar desperdigando el virus por todos los pasillos por donde se le vio caminando. Queda claro que no usará cubrebocas. Pedazo de tela que pudo haber hecho una diferencia en principio, logrando que él no se enfermara y ¡siendo ejemplo para millones de personas! Total, los muertos ya no podrán votar.