“Nos ha costado trabajo y todos los días tenemos que estar empujando al elefante para que camine, pero ya ven como somos de perseverantes. Para decirlo con más claridad, de tercos, por eso el conservadurismo no va a poder, porque no nos vamos a cansar, tenemos que transformar a México y tenemos todos que sentirnos muy contentos y satisfechos de haber llevado la cuarta transformación de la vida pública del país”.<br>
Andrés Manuel López Obrador
terquedad<br>1. f. Cualidad de terco.<br>2. f. Porfía, disputa obstinada.<br>
DLE
No se trata únicamente de un adjetivo, una propiedad o forma de ser. Es, además, un calificativo. Se puede ser terco y lograr cosas extraordinarias u obstinarse en no escuchar a sus interlocutores y errar en el proceso.
Sin duda la determinación tiene sus ventajas cuando se tiene razón. Pero cuando esta se ausenta, la tozudez —así hay que llamarla— se traduce en costos. 85,704 muertos y más de 841,600 contagios.
¡Tan solo si la terquedad fuese menos obcecada y hubiera aceptado el uso generalizado del cubrebocas desde el principio, no estaríamos donde ahora nos encontramos!
Andrés Manuel se autodefinió como perseverante, lo que le llevará a lograr sin duda muchas cosas. Más lograría, no obstante, si entendiera que no tiene nada de deshonroso poder alcanzar esas metas de la mano de quienes no siempre coinciden con él, pero que también buscan lo mejor para el país.
Pero su tozudez lo ha llevado a no escuchar a muchos empresarios, profesionistas, expertos y científicos; incluso a descalificarlos injustamente. La primera forma de enfrentar los problemas, es aceptar su existencia, no negarlos con una tenaz obstinación.
El presidente tercamente solo escucha a quienes regresan su eco o no tienen el valor de decirle lo que está mal con tal de contentarlo. Hugo López-Gatell ciertamente encabeza dicha lista. Él mismo no ha tenido el valor de aceptar su pésima actuación en la estrategia para enfrentar la pandemia y de forma terca se ha mantenido en ella.
Pero es también una terquedad y ofensa absoluta el negar los feminicidios cuando desafortunadamente están sucediendo diez al día. Lo mismo cuando el mandatario niega la crisis económica por la cual atraviesa nuestro país o se ciega a la corrupción inserta en la 4T.
Olvidamos que hay necedades que devienen en costos altísimos, como cuando se prohibió al ejército intervenir en Tlahuelilpan a principios del año pasado, con lo cual se 137 personas perdieron su vida de una forma terrible.
Tal vez el epítome de terquedad en este momento es la construcción de Santa Lucía, donde sin tener los estudios y autorizaciones por los expertos en aeronáutica se está edificando a pasos acelerados un aeropuerto por parte del ejército mexicano. Y, encima, presumir en ello.
Miles de millones de dólares tirados a la basura. Todo por una terquedad.
Es una pena que haya insistencias negativas, desinformadas y falseadas, pero más lo es que el terco no asuma responsabilidad por las consecuencias de estas. Los costos están a la vista y seguirán siendo pagados por todos los mexicanos.
Es precisamente por ello que, tercamente y a mucha honra, a muchos mexicanos nos corresponde continuar cuestionándolo.