Soy la primera vicepresidenta de EEUU, pero no seré la última.<br>
Kamala Harris
That girl, she know what she wants<br>Make her own dollar, she don't need a man<br>That girl, that girl in the sun...<br>She wears, wears<br>Diamonds with the pearls<br>Can't tell her no, she's now control<br>(Esa chica, ella sabe lo que quiere<br>Hacer su propio dólar, ella no necesita de un hombre<br>Esa chica, esa chica en el sol...<br>Ella usa, usa<br>Diamantes con perlas<br>No puedo decirle que no, ella tiene ahora el control)<br>
Sophia Burka / Feder
Hija de migrantes, la primera vicepresidenta de los Estados Unidos y la primera persona negra y asiática en ocupar tan importante posición.
Kamala Harris está haciendo historia de diferentes formas al unísono y en estos próximos cuatro años seguirá dando muchas razones para marcar su impronta. Abre camino y da ejemplo —y esperanza— a millones de niñas en el mundo: hay manera de sobresalir en un planeta dominado por los varones.
Aire fresco esencial en estos momentos en EEUU, pero también en el orbe cuyo yugo y dueño es ahora doble pues se suma también el del Covid-19
Joe Biden, al día de su toma de protesta, contará con 78 años de edad (sí, su cumpleaños coincide con nuestro revolucionario 20 de noviembre). Siendo el presidente con mayor edad en la historia estadounidense, casi se da por descontado que no podrá contender en las elecciones del 2024. Y quien sería la candidata natural a sucederlo es Kamala. Hoy quien votó por Biden, de hecho sufragó por Harris. Así de simple.
Pero antes de pensar en el futuro electoral, lo que ya es una realidad resulta ser que Kamala tendrá un mayor número de responsabilidades que cualquier otro vicepresidente estadounidense, y es en ello donde demostrará e impactará en las políticas de aquella nación como jamás ningún otro funcionario que ocupase tan importante puesto lo había hecho.
Kamala es la culminación de una carrera continua de cientos de mujeres que han ido construyendo su participación en la política estadounidense. De miles de mujeres en el mundo que han enfrentado la negativa en diversas áreas para probar su valía a base de trabajo y dedicación.
Su llegada a la vicepresidencia siendo mujer, negra e hija de migrantes, rompe esquemas y abre una nueva brecha. Geraldine Ferraro (en el 84; también demócrata y descendiente de migrantes) fue la primera mujer en ser candidata a la vicepresidencia en los EEUU, pero tuvieron que pasar 36 años (más de una generación) para ver cristalizado el sueño.
Después vimos a Hillary Clinton contender por la presidencia y perder ante el copetudo naranja y hoy pronto expresidente de Estados Unidos. Y en ese recorrer, la presidenta del Congreso estadounidense Nancy Pelosi (80 años; demócrata) también rompió esquemas.

Ojalá las morenistas, ellas que siempre se dicen ser tan feministas, feliciten con creces a Kamala cuando su líder les dé permiso...
Hoy Kamala llega como la segunda de abordo, pero de facto es no solo el brazo derecho del presidente, sino será la principal ejecutora de diversas políticas, programas y tareas porque así lo requieren las circunstancias. Asumirá ciertas responsabilidades que ciertamente en otras administraciones el vicepresidente no tenía; los vicepresidentes en general habían sido hasta cierto punto figuras de adorno.
Estos nuevos cambios que impactan en Estados Unidos y en el mundo, donde todo es incierto, urgente y precario, y donde la mujer adquiere tal preeminencia, se reflejaron en una contienda cerrada.
Analizando el mapa electoral de los Estados Unidos, dividiendo la votación en hombres y mujeres, fueron las últimas las que le dieron el triunfo a Biden y a Harris. Tal vez hartas de las divisiones, vieron en Kamala “a una de ellas” y decidieron apostar a su favor.
¿Y qué tal ver cómo se ha enfrentado la pandemia en los países gobernados por mujeres a diferencia a los llevados por hombres? Ellas dan mejores resultados.
Y en ese sentido, más allá de ideologías de unos u otros, ¿México seguirá esa línea?
Tal vez sea ante el impacto de esos grandes vientos del cambio en liderazgos, enfoques y actitudes, que nos estemos preparando para que en nuestra patria tengamos una mujer en la presidencia (un poco antes de que elijan a Harris en el 24 en Estados Unidos)...
Ya establecimos que estos espacios que hacen que la población opte por una mujer no se conceden. Se labran y abren con mucho esfuerzo.
Y en ese camino en México hay una primera escala: el 2021 y para ello el INE está pidiendo que al menos el 50% de las candidaturas a las gubernaturas en juego en esa gran jornada comicial sean mujeres. Un paso más para abonar por la paridad de género.
Se construye un momento muy propicio, entonces, para que terminemos por elegir a una presidenta en México.
Se puede pensar, de momento y con seriedad y objetividad, solo en Claudia Sheinbaum, pues más allá de si uno comulgue con las propuestas de Morena (yo en lo personal, no), es cierto que en esta pandemia, la jefa de gobierno de la CDMX —a pesar de haber ella misma contraído y superado el virus— ha tenido mejores y más sensatas propuestas que las ofrecidas por el encargado de enfrentar el covid a nivel nacional...
Ojalá aparezcan otras aspirantes presidenciales de todos los partidos. El 2021 lo dirá.
El triunfo de Kamala son buenas noticias no solo por haber contribuido a dejar atrás la era Trump, sino sobre todo porque empuja una nueva realidad. Una donde muchas más mujeres que tal vez hoy aún estudian o gobiernan en otros puntos del orbe, puedan aspirar con amplias posibilidades de llevar los destinos de su nación. Destinos de unión, de inclusión y de prosperidad.