El reino de dios está en ti mismo.<br><br>

León Tolstoi

O, invirtiendo los términos del famoso libro del escritor ruso, el territorio del diablo está en ti mismo. Paráfrasis aparte, en política en general, y para nuestro actual titular del ejecutivo federal en particular, resulta más un “problema” (entre comillas) los que dejan la escena pública que los que llegan a esta. Veamos:

Después de tres meses al frente, el reconocido legista, Jaime Cárdenas, renunció al Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (INDEP). Expone en su carta de renuncia los logros de la dependencia y también situaciones críticas por las que atraviesa el INDEP. Señala que a pesar de que cuentan en caja con —los— dos mil millones dados por el Fiscal Gertz Manero, no hay dinero suficiente para algunas cuestiones que se deben solventar. Su frase “el instituto es un cofre de recursos no inagotable” esboza de forma clara la visión que muchos han olvidado: el INDEP no es la gallina de los huevos de oro y tampoco tiene dinero para financiar todas las propuestas (¿caprichos?) del ejecutivo federal. Con un problema añadido: muchas de las propiedades o dinero con el que cuenta el Instituto no son utilizables porque se desconoce la causahabiencia de los bienes y recursos que los generaron.

A todo lo anterior, el INDEP debe mucho dinero a sus empresas proveedoras, especialmente las de seguridad y logística que cuidan los bienes incautados.

Como todo, su renuncia es vista por algunos como un acto de honestidad. Pero, naturalmente, el presidente de la república no pudo evitar decir que esta respondió a la falta de aplomo que tuvo el ex funcionario para con su apostolado (¡ah!, ese feudo llamado Morena...).

Casi al mismo tiempo, Ricardo Anaya regresa a la vida pública a través de un video compartido en redes. Hubo desde quienes le dieron la bienvenida en el sentido de mejorar el debate público y que lo ven como una opción para enfrentar a la 4T desde la oposición, pasando por los que retuitearon su mensaje sin mayor comentario/aspaviento (me incluyo), hasta quienes siguen percibiendo al joven soberbio que solo ve por él mismo (con el dolor —o sin él— del resentimiento por las fracturas hechas al PAN).

Pero lo que sobran son preguntas: ¿Es Anaya el personaje que requiere la oposición? ¿O es Ricardo Anaya quien necesita ver a la oposición pulverizada para construir su proyecto personal? Su regreso, ¿a qué responde? ¿Cree tener estructurada alguna estrategia?, ¿logrará colmar las necesidades de quienes se oponen a la Cuarta Transformación? y, en ese sentido, ¿tomó su regreso por sorpresa a la 4T?

Anaya comentó en su video que seguramente le inventarían nuevos delitos para no permitirle crecer, como fue en las elecciones del 18. Como respuesta a su video, Santiago Nieto, director de la UIF dijo al siguiente día que desede hace tiempo hay una investigación abierta contra el queretano. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Otra vez, habrá quien piense que dichas pesquisas se lanzaron en el momento en que decidió volver a la vida pública. Yo considero que es al revés: el ex candidato salió a la luz pública para argumentar lo anterior, pero la acusación de Hacienda existe desde bastante antes.

Su regreso vía las redes sociales es en general percibido como muy estructurado por una buena parte de la población. Aunque, si somos memoriosos, sus discursos nunca pecaron de faltos de coherencia. Pero estos no fueron suficiente hace dos años y hoy tampoco harían la diferencia. Especialmente en un momento en que la oposición se encuentra empantanada en miedos a las acusaciones gubernamentales por su pasado y por todos los egos que no permiten la unión de la misma.

¿Regresará al PAN? ¿Lo aceptarán? ¿Qué puede ofrecer quien tanto ayudó a pulverizarlo?, ¿le ofrecerán la diputación plurinominal que busca?, ¿la candidatura a la gubernatura de Querétaro? ¿Hablará con Felipe Calderón y harán las paces? Las preguntas devanan a la oposición, a los periodistas y al público en general.

Para el presidente, en cambio, su comentario fue: “no tengo comentarios”. La decisión de su antiguo contrincante no le merece referencia alguna.

Lo anterior es significativo, sobre todo dada la usual verborrea del ejecutivo federal y máxime cuando hasta hace unos días no podía evitar hablar de su némesis calderonista a todas horas. ¿Por qué la diferencia en la atención entre uno y otro? Simple: Calderón era una piedra en su zapato, Anaya no. Tan es así, que más “dolor de cabeza” le provocó/provocarán los cuestionamientos por la salida de Jaime Cárdenas que por el retorno de Anaya al escenario público. No cabe duda, el espacio de dios, igual que el del diablo, está en uno mismo.