Con la expresión estúpida de un hongo,<br>clavado en la ignorancia de la noche,<br>muere la Luna. El humo hace un fantoche<br>de pies de sátiro y sombrero oblongo.<br>

Julio Herrera Reissig

Hay integrantes y simpatizantes de la Cuarta Transformación que se esmeran en ser fantoches y zalameros.

Hay excepciones. Pero sí —y como en todas partes— algunos caen embelesados ante su líder y otros tantos, que si bien no creen en la visión ni en la misión del régimen en turno, buscan los privilegios que emanan del poder.

¿Quiénes son? Bastantes; sobran.

Estas últimas semanas han sobresalido tres personajes: Gerardo Fernández Noroña, Patricia Armendáriz y el monero Hernández.

Fantoches y zalameros: el monero Hernández

Empiezo con el último. Es sabido y conocido que lleva años apoyando al lopezobradorismo y en particular a su amigo AMLO a través de lo que sabe hacer mejor: sus cartones. Hernández puede ser muy agudo en sus críticas; en mi opinión acertado en algunas de ellas.

Por lo mismo llamó la atención lo perverso y burdo de su crítica a la escritora Ángeles Mastretta.

A la apreciación de ella con respecto a un edificio del Banco del Bienestar, la respuesta de él fue: “pero te casaste con él, ¿o de qué estamos hablando?”

Por lo visto, ya no se puede ni siquiera cuestionar construcciones -como Mastretta apunta- porque alguien saltará con resortera en mano de la manera más ruin. Horas después el monero acotó con un “perdón; sí me manché”. Lástima que no pudo recusar de forma directa y personal a la escritora; su disculpa fue en general.

Que el monero no soporte al esposo de Mastretta (el periodista Héctor Aguilar Camín) no es razón para que convierta la crítica de la primera en un retruco envenenado de la vida marital de ella. Eso es ser burdo y perverso.

Fantoches y zalameros: Fernandez Noroña

Esto nos lleva a contestar la pregunta realizada por Fernández Noroña en su columna en esta misma casa periodística “¿Por qué tanta perversidad?”.

Hay perversidad cuando, después de soportar carretas y carretones de improperios, la gente le contesta como él usualmente se comunica. Yendo por la vida de fantoche peleonero; jamás tratando de conciliar. Eso sí, cuando le responden en ese tono, no le gusta y se dice acosado.

Y conste, en ningún momento considero que su comentario en Oaxaca fuese con la intención de azuzar a la población a que asesinaran a su edil ¡Por supuesto que no! Pero su comportamiento en general si es de un bravucón; para, luego, cuando le regresan su bravata, convertirse en acusón.

Fantoches y zalameros: Patricia Armendariz

Por último, tenemos a Patricia Armendáriz, quien ha trastocado el análisis académico serio en burlas que ya ni merecen tomarse en cuenta.

Todo comenzó por no entender que no fue AMLO quien la palomeo para asistir a la cena aquella. Luego, no comprender tampoco —y al igual que los otros dos antes mencionados— que la zalamería al extremo con Andrés Manuel no va. Para, finalmente, al ver que este no les hace caso, gritar: ¡Auxilio, ayuda, me están vapuleando!, como último recurso para que el presidente se digne voltear a verlos.

La perversidad y la simulación van de la mano

La perversidad y la simulación van de la mano y con estas personas eso se hace evidente.

Primero tiran la piedra y luego esconden la mano. Sus argumentos son sesgados, y buscan agradar al huésped de Palacio, pero sin la convicción que algunos otros miembros acusan.

Cuando AMLO no los toma en cuenta, le suben al tono de su estridencia. No se dan cuenta que al tabasqueño puede gustarle el apapacho, hasta la barba inaudita de algunos seudo periodistas. Pero cuando se trata de personas que él considera podrían acceder a otras responsabilidades, no transita en ese exceso de adulación.

Búsqueda desesperada e inútil de aquellos. No crecerán más dentro de la Cuarta Transformación, y sus hechos son la razón de ello. Vaya ironía.

Por más que intenten agradar, adular y halagar a AMLO, ello no ocurrirá. Mejor harían en reconsiderar, pues las diversas manifestaciones de su aberrante actitud sumisa solo está abonando a la división social y dinamitando su trayectoria y reputación.