“-¿Qué sonó ahí?<br>-Queso no hay.”<br>(La señora de la casa mandó al servicio “a por queso” a la lechería. Cuando este regresaba, justo al mismo tiempo, algo se rompía en la cocina. <br>Y la señora preguntó: ¿Qué sonó ahí? <br>y el mozo contestó: Queso no hay. <br>-¿Que qué sonó ahí?, insistió en preguntar aquella.<br>-¡Que queso no hay!, volvió a responder aquél.<br>

Cacofonía anecdótica que ha superado generaciones

“No hay de qué-so, nomás de papa”.<br>

Chaparrón Bonaparte y Lucas Tañeda

Más rápido que una tortuga, más fuerte que un ratón... (Roberto Gómez Bolaños, Chespirito)

Más enredado que un queso Oaxaca; más blando que un Philadelphia; con menos fuerza que un deslactosado; más light que el razonamiento de un yogurt “doble 00”; y con información tan engañosa como los nuevos etiquetados, así fue la explicación que ofreció el titular de la Profeco al hablar de la sinrazón histórica relativa a 19 quesos y dos yogures.

La decisión de la Secretaría de Economía y de la Procuraduría del Consumidor de sacar del mercado a 21 productos lácteos de distintas marcas comerciales sí es histórica, aunque no en el sentido que subraya Ricardo Sheffield.

La dependencia no cumple la ley, por más que insista su director, mientras que las pérdidas serán sin lugar a dudas históricas, sí, pero por millonarias. Es comida que se echará a perder en un país donde este año hay la friolera de 10 millones más de pobres producto de la combinación de dos letales virus: el covid y la 4T.

Tómalo por el lado amable (El Chómpiras)

Las empresas afectadas proponen reunirse con las autoridades para demostrar que lo dicho por estas no es verdad, pero el affaire de los lácteos es ya más grave que un queso con brucelosis.

Mondelez (fabricante de Philadelphia) señala: “contamos con evidencia mediante la cual el Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor de la Profeco, el pasado 25 de septiembre, emitió los resultados FAVORABLES en cuanto al estudio de calidad que realizó a nuestro producto, validando con ello su cumplimiento normativo.”

Por si fuera poco, a ninguno de los fabricantes se les notificó oportunamente sobre el inicio del procedimiento administrativo que refiere la mencionada orden emitida.

Y eso es el meollo del asunto, una cuestión que impacta no solamente a la industria quesera: un ominoso aviso a todas las empresas de nuestro país. Un terrible anuncio a las industrias e inversionistas ubicados en México y para aquellos empresarios quienes pensaban hacerlo.

No contaban con mi astucia (El Chapulín Colorado)

Esta acción no tiene como objetivo cumplir la ley; de hecho, vulnera el Estado de Derecho y violenta procedimientos. No se busca encontrar soluciones a posibles yerros. Se trata de vapulear a consumidores y empresarios. Así de simple.

La sanción proviene de manifestaciones poco claras de los ingredientes, resultado a su vez de la confusa modificación a la NOM 51 que regula el nuevo etiquetado, y que nada tienen que ver con la mejora desde el punto de vista nutricional de la población.

Por un lado, a los consumidores se les asusta, lo que podría ocasionar un desabasto artificial de alimentos y hasta una decisión de dejar de consumir un producto en específico. Todo antes de saber la realidad sobre la calidad del mismo y las verdaderas implicaciones para la salud.

Por otro lado, la decisión podría llevar a quebrar empresas, lo cual conlleva empleos perdidos. Los empresarios no saben cuándo, cómo o por qué podrán ver sus productos vilipendiados a nivel nacional y sacados de los aranceles sin antes contar pruebas definitivas emitidas por instancias imparciales y autónomas.

¡Es que se me chispoteó! (El Chavo del Ocho)

Si las conclusiones a todo este enredo/atropello resultan que se trataba solo de una cuestión de etiquetado, una corrección de calibrado en los laboratorios o cualquier falta fácil de corregir y que no justifica el excesivo costo de perder la confianza de sus usuarios, ello sería una muestra más de que la 4T no quiere dialogar con los empresarios. De que tampoco le interesa generar un ambiente de crecimiento y competencia, sino tan solo de ser un estorbo al empresariado y, con ello, a todos los trabajadores.

Pero el evento de los quesos no es aislado. Se suman muchas otras acciones. Entre ellas la negativa del gobierno a seguir invirtiendo en energías limpias o su cerrazón para crear un verdadero programa de apoyo —que no de rescate— a las empresas mexicanas (mientras hay países que invierten hasta un 12% de su PIB para apoyar a sus empresas ante la crisis del covid, México no ha invertido ni medio punto porcentual del PIB).

¡Quéles! (El Doctor Chapatín)

Lo que es impresionante es que los empresarios no quieren considerar que ha dejado de haber manera de negociar; de hablar o hacer entender al gobierno de la 4T. Pero este gobierno, digámoslo como es: NO quiere ni querrá comprender la importancia que tienen las empresas —mexicanas y extranjeras— en el desarrollo nacional.

Si es una forma para cobrar multas, adeudos atrasados o sencillamente extorsionar a las empresas, los costos de tan infortunada decisión serán enormes para los niveles de confianza que se requieren para continuar invirtiendo en México.

Mientras más se “desenrolla” este asunto, solo queda al descubierto el nulo entendimiento por parte de la 4T de la importancia de las empresas y la necia esperanza de los empresarios en pensar que, teniendo como gobierno al de la Cuarta Transformación, pueden trabajar y crecer en nuestro país.