En la vida no puedes decir una cosa y hacer otra, los niños aprenden mucho más viendo que escuchando tus palabras.<br>
Andy García
El camino de la doctrina es largo; breve y eficaz, el del ejemplo.<br>
Séneca
Andrés Manuel no entiende, ni siquiera a su subse López-Gatell. Sigue viajando para llamar la atención y, aunque ya aceptó que le tomaran la temperatura, no usa gel ni cubre bocas. En su talante peleón, cuando le dijeron que el termómetro marcaba 35.6°, contestó con un: “tengan para que aprendan” y “tómala”.
¿Quién va a aprender y qué?; ¿tómala?, ¿quién y para qué? No es necesario echar pleito, menos a un termómetro por dar la temperatura.
Al final, es bueno saber que el presidente está sano y no presenta síntomas del Covid-19, por lo que su comentario está de más. Se trata de una burla socarrona hacia todos aquellos que sufren el contagio o tienen temperatura (aunque ello no tenga que ver con el virus) y que se ven señalados por lo mismo.
López Obrador insiste en pedir treguas, pero actúa como el niño chiquito; promete ya no pegarle a su hermanito, pero mientras llora delante de su madre, sigue madreando al más pequeño.
La última, en plena mañanera: ofreció/pidió un mes de tregua a los conservadores, fifís y anexas. Acto seguido, habló pestes de empresarios y todos quienes criticaron su reunión con la madre del Chapo. Señor: ya nadie le cree sus llamados a una tregua, así que ni se moleste en clamar por una más.
Triste, porque el mes de marzo fue el más violento desde que dio inicio del reporte diario de los índices de criminalidad: ¡2 mil 585 asesinatos! ¡Tómela!, eso sí que NO da tregua...
Algunos ingenuos pensamos que con la declaratoria de emergencia dada por la SSA, López Obrador dejaría su discurso confrontativo. Se esperaba de él algo más profundo: unir a la población cómo solía hacerlo con las multitudes en las campañas. Tenía (tiene), además, el pretexto perfecto: el coronavirus, un enemigo común. Pero prefirió, como es su costumbre, confrontar con su cantaleta favorita.
Pide a los empresarios no despedir a sus empleados, lo cual obviamente se agradece. Pero al mismo tiempo les avisa que ni por error puede otorgarles crédito o darles tiempo para pagar los impuestos, situación poco más que imposible. En un mes sin entradas o se pagan nóminas (suponiendo se puedan pagar) o se pagan impuestos, el IMSS, el ISR, la renta, la luz, etc.
En una economía que no creció —y no solo por el Covid-19; basta ver el 0% de crecimiento del PIB en 2019– habrá empresas gigantes como Carso, Televisa, Azteca, Telmex y otros conglomerados que podrán resistir estando cerrados, mismo sin dejar de pagar sueldos e impuestos. Pero la gran mayoría de los negocios en el país son PYMES, las cuales generan el 84% de los empleos formales. Y los empleos formales (sin echar pleito) son los que pagan impuestos. Los mismos que mantienen al gobierno y, por ende, todos los programas sociales de López Obrador.
El presidente, luego entonces, sugirió crear un ejercicio de “quién es quién” para balconear a las empresas que despidan trabajadores. Le tengo una noticia: desafortunadamente, ante tantas presiones y cero ventas, muchas desaparecerán y con ellas las fuentes de trabajo. Bien lo señala un usuario Twitter (Carlos López), podríamos nosotros hacer un quién es quién de malos funcionarios del gobierno.
Si AMLO quiere una “tregua”, urge primero que se vea la forma de mantener los empleos. No es una función solo de los empresarios, el gobierno también debe apoyar.
No lo digo yo, los gobiernos de todo el mundo lo están proponiendo. Desde Estados Unidos, pasando por China (comunismo empresarial-capitalismo rapaz), hasta Maduro (narco-gobierno, Trump dixit). Es un tema donde poco importan las ideologías; lo que impera es la necesidad de salvar las empresas para que estas a su vez no despidan a sus empleados.
¿Quiere asegurarse de que los beneficios a las empresas sean directos a sus empleados? Pues a través del seguro social, todos quienes estén dados de alta, el gobierno podrá absorber las cuotas obrero-patronales. Si son despedidos, ese apoyo lo dejan de recibir los patrones/despedidos. Además, otorgar prórrogas fiscales, lo cual NO es condonar impuestos, tan solo es conceder más tiempo para pagarlos.
La realidad supera la palabrería sin respaldo de López Obrador. Cada vez se le cree menos a sus llamados. Y cuando las empresas cierren y se pierdan empleos, habrá un grito sordo de miles de personas que pensarán: ¡tómala!, ¡para que aprendas!