En estadística, lo que desaparece detrás de los números es la muerte.<br>

Günter Grass

Pruebas, pruebas y más pruebas es una forma; pruebas al por mayor, tal como lo pide la OMS. Pero hay otra, que puede ser igual de efectiva (y muchísimo menos costosa) si se realiza de forma correcta.

Se puede practicar la prueba del COVID-19 a muestras representativas de la población nacional; hacerlo varias veces en el lapso de unos diez días y sacar con ello cual es la tasa de contagio en estos momentos en México. Para ello, se debe involucrar al INEGI (no hay organismo que sepa más de padrones y de muestras representativas), a la SSA (los que saben de las pruebas) y a la GN, que se encargaría de levantarlas sin rechazos (o con una tasa de rechazo cercana a cero).

Se deben calcular muestras estadísticamente representativas de la población de nuestro país (y, de preferencia, de cada una de las 32 entidades de la República). Esto es, una “n” del tamaño muestral que las haga lo suficientemente exactas y representativas. Si están bien diseñadas, estamos hablando de algo así como 1,500 individuos por levantamiento. Es algo dentro del margen de lo realizable.

¿Cuál es la ventaja?: no se requiere desplegar un número inmenso de pruebas entre la población. La desventaja más clara es que no responde a la pregunta de quienes sí están contagiados y quiénes no. Se conocerá, sin embargo, la tasa real de contagio, la viralidad, y eso es una pieza de información invaluable para dirigir cualquier política pública en la materia.

¿Suena complicado? Para nosotros sí sin lugar a dudas, pero al INEGI no le sería difícil; es lo que hacen todo el tiempo, muestras y censos, en todo tipo de tópicos.

Saben calcular bien muestras representativas y aleatorias. Se requeriría, adicionalmente, comprarle a la farmacéutica Abbott algo así como 10,000 pruebas, a un equipo del INEGI (integrado por los operadores que se dedican ahora al Censo, por ejemplo), que vaya a los domicilios de las personas de la muestra, acompañados por analistas clínicos que hagan las pruebas, así como por elementos de la Guardia Nacional. En poco tiempo podremos sabremos a ciencia cierta la tasa de contagio del virus en el país y en cada estado.

¿Por qué la Guardia Nacional? Las personas que caigan en la muestra, que salgan “sorteadas” por decirlo de alguna manera, no pueden rehusarse a que les practiquen la prueba. Se sientan bien o mal de salud. Es por instrucción del Estado y por causas de seguridad nacional que deben de someterse a la prueba. En fin, el proceso es muy exacto y confiable siempre y cuando se haga adecuadamente.

Ahora bien, si se publicita su realización, habrá disposición de la población que se reflejará también en mayor confianza federal. “Las jornadas de pruebas COVID-19 en México”, podría llamársele.

Se entiende que estas pruebas no detendrá los contagios ni identificarán a los contagiados en específico, pero sí arrojarán un número bastante exacto de cuántos mexicanos tienen el virus y, lo más importante, cuántos van a tenerlo.

Conocer ese dato permitiría “pegarle a la piñata” con mayor precisión.

Me explico: no es lo mismo tirarle con una escopeta a un pato que a una mosca. Actualmente navegamos (y no solo en México) bastante a ciegas pues desconocemos la verdadera dimensión de la pandemia.

Suponiendo que el contagio, de acuerdo a los resultados del estudio muestral, fuera de un 90%, pues mantenerse en casa ya sería innecesario e inútil. Estaríamos ya prácticamente todos contagiados, y con una tasa de casos graves relativamente baja. Lo único por hacer sería que el gobierno se concentrara justamente en esos pacientes más afectados. Si resultara, en cambio, que solo el 1% de la población está contagiado y, de ese porcentaje, el 15% se está muriendo, entonces sería prioritario continuar los esfuerzos de identificación y de atención de ese 1% para que no contagie al resto de la población. La importancia de “quedarse en casa” sería fundamental.

Es prioritario conocer el tamaño del monstruo al que nos estamos enfrentando para saber qué curso de acciones y qué tipo de políticas públicas implementar. Todos trabajamos (no solo en México, por cierto) con atender solo lo que conocemos y se encuentra a la vista.

Conocer el tamaño del problema es de enorme utilidad para saber a lo que nos estamos enfrentando de manera puntual. Evidentemente, no se solucionaría el problema, pero si brindaría al gobierno coordenadas muy valiosas de política pública y de uso de los recursos con los que se cuenta (¿repartir materiales uniformemente de acuerdo al tamaño poblacional o no?, por ejemplo).

México pondría la muestra y la forma de conocer a detalle la dimensión del Coronavirus y sería un importante paso para enfrentar esta pandemia que ha puesto a temblar al mundo entero.

En fin, es una propuesta que —para un país con recursos escasos— dejo a consideración de los especialistas.