Ando volando bajo<br>Y tú tan alto, tan alto...<br><br>Tú y las nubes me van a matar<br>Yo pa' arriba volteo muy poco<br>Tu pa'abajo no sabes mirar<br>

José Alfredo Jiménez

No soy quién para decirle qué hacer o qué NO hacer a un presidente. Si Andrés Manuel López Obrador quiere salir de gira, lo hará. Ya lo conocemos. Espero haya calculado los riesgos, no cometa imprudencias y, además, se haga acompañar de Susana Distancia.

Habiendo tantas otras cosas más importantes que cuestionar y abonar para un mejor país, no entiendo la necedad —que ya raya en obsesión— de Felipe Calderón de oponerse a ultranza a que el presidente AMLO reinicie sus recorridos por el país. Creo que basta con señalar que no coincide con él y punto. Sería, creo, lo más efectivo.

Pero el señor esposo de Margarita Zavala se ha preguntado si es esencial la gira. Para bien o para mal, eso no lo determina el expanista, sino la estrategia de Andrés Manuel...

¿Que se dará con ello una señal equivocada a la población? No si lo maneja correctamente (y espero que así sea) y hasta puede usarse para enviar mensajes claros a la población con el fin de reactivación económica. De hecho, creo que ya se han tardado algunas figuras públicas harto conocidas en explotar esa popularidad que tienen dando ejemplo de comportamientos adecuados a modo de campaña de concientización previo a la apertura. Pero me estoy desviando...

AMLO ha dicho que, si las aerolíneas se lo exigen, está dispuesto a hacer lo que en estos meses de pandemia ha rechazado: usar el cubrebocas. ¡Ojalá lo hiciera! Y, de paso, sería la mejor motivación para que muchas personas entendieran que la mascarilla es fundamental (aunque no lo único) para evitar contagios.

Otra cosa, quizá la gira pueda servir también para que el presidente López Obrador se decida al fin a llamar al orden a las aerolíneas que, como mucha gente sabe de primera mano, por cuidar el dinero ponen en riesgo a los viajeros, que vuelan apiñados en las aeronaves.

Los médicos a los que consultó AMLO acerca de si podía o no volver a sus giras le alertaron de lo peligroso que es el avión comercial:

“Tengo que usar el avión nada más para ir a Cancún. Voy a cuidarme. Si la línea aérea tiene como norma el que se use cubrebocas, lo voy a usar, en el caso del viaje. Los médicos me están recomendando que uno use mucho el avión, que sea más por carretera, a ras de tierra”. <br>

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

Si los funcionarios encargados de Salud saben que las normas actuales de uso de los aviones no garantizan que los pasajeros estarán libres de contagios —“Los médicos me están recomendando que uno use mucho el avión”—, ¿por qué Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell no actúan como funcionarios públicos responsables y gestionan que los autoridades competentes ordenen a Aeroméxico, Volaris e Interjet (y mismo a las aerolíneas extranjeras que llegan a México), que por ahora sea obligatorio dejar un asiento libre entre dos pasajeros (y en la clase ejecutiva usar solo los asientos de las ventanas)?

Si hay un hombre que ha demostrado que no le tiembla la mano (a veces con razón, otras tantas sin ella) frente a las grandes empresas privadas es Andrés Manuel. Con la evidencia que ya tiene, ¿qué espera para actuar?

Si es peligroso para AMLO viajar en avión amontonado con otros pasajeros porque las aerolíneas no quieren dejar asientos vacíos para minimizar sus pérdidas, entonces, lógicamente, eso también representa un riesgo de muerte para cualquier otro viajero.

Ya que yo en lo personal no estoy de acuerdo con el OBJETIVO de las giras, que al menos estas sirvan para obligar a las aerolíneas a instrumentar las medidas adecuadas y para que la gente, emulando a su líder, también vaya practicando para cuando empiece a volver a viajar.