So goodbye yellow brick road<br>Where the dogs of society howl<br>You can't plant me in your penthouse<br>I'm going back to my plough<br>Back to the howling old owl in the woods<br>Hunting the horny back toad<br>Oh, I've finally decided my future lies<br>Beyond the yellow brick road<br>Ah, ah<br>(Así que adiós camino de ladrillos amarillos<br>Donde los perros de la sociedad aúllan<br>No puedes plantarme en tu penthouse<br>Voy a volver a mi arado<br>De vuelta al viejo búho aullando en el bosque<br>Cazando el sapo de espalda cornuda<br>Oh, finalmente he decidido que mi futuro yace<br>Más allá del camino de ladrillos amarillos<br>Ah ah)<br>

Elton John

“Yo estoy satisfecho porque ya hay relevo generacional. Estoy muy contento, muy contento porque hay relevo, porque es de la generación que sigue. No sé si me explico. O sea, yo tengo 67, de 50 para arriba, incluso hay mujeres y hombres. Pero, la verdad, sí hay relevo de este lado.”<br>

Andrés Manuel López Obrador

En la palestra matinal, Andrés Manuel anunció que hay relevo generacional, con lo cual dio inicio a una nueva edición del viejo juego del ‘destape’. Y no me refiero a la sucesión presidencial, esa inició el mismo día en que López Obrador juró como presidente de la nación. La que se repite cada seis años; un primer mandatario sabiendo que, con su elección, inicia también su despedida del poder.

Ni siquiera habló abiertamente de sus posibles “tapados”.

Hablar de su futuro es también un pretexto para no mencionar la rampante violencia o el cinismo del coordinador de la estrategia anti covid, Hugo López-Gatell, o de cualquier otra tema acuciante. Hay muchos de donde escoger, entre ellos uno que el mismo presidente mencionó: “ya no quiero hablar del tema de Salgado Macedonio”.

Total, que el ejecutivo federal ya no quiere discutir lo necesario y mejor salió por la petenera del ruido para polemizar sobre algo que debiera ser tan intrascendente como es su porvenir después de Palacio Nacional.

Ni siquiera habló de sus posibles “tapados”. Casi todos los analistas pasaron por alto que, como es costumbre, en realidad solo habló de él, de lo que será su futuro. De lo que hará (que algo será, dado que ahora no hace nada), máxime cuando en su caso tanto ha resonado el que si buscará o no la reelección. Ha convertido uno de los mantras de Francisco Ignacio Madero en uno de sus temas favoritos para enardecer a sus feligreses y a la oposición.

Imposible pensar que se irá solo a ‘La Chingada’, su cortijo en Chiapas. Tal vez quiera copiarle a su chachalaca favorita, Vicente Fox, e ir a su tierra y mejorar su rancho junto con su mujer. Si ese ex presidente recreó su oficina de los Pinos, puede ser que AMLO simule la de Palacio Nacional en sus nuevos aposentos. No solo eso, quizá también termine por imitarlo, teniendo así dos aves que parloteen —sin decir realmente nada— en la red del pajarito azul.

Anunció que escribirá un libro, me pregunto si este también será solo una copia o un refrito... José López Portillo y el innombrable, Carlos Salinas de Gortari, hicieron eso mismo. En ambos casos fue para tratar de limpiar su pasado, pero la historia terminó probando lo contrario.

O quizá termine por asemejarse más a Plutarco Elías Calles, quien instauró un maximato hasta que fue corrido del país por Lázaro Cárdenas del Río.

Otra alternativa, será un futuro por él no planeado. Como lo que sucedió con Luis Echeverría, quien fue enviado como embajador a Australia por su pupilo para que dejara de inmiscuirse en la política nacional. Claro, con el transcurso de los años, Echeverría fue juzgado, purgando la pena en su domicilio (eso además de ser señalado —con razón— como uno de los peores presidentes de México).

Andrés Manuel insistió en que se retirará y no comentará —mucho menos intervendrá— sobre lo que suceda en el país. Conociéndolo sabemos que eso es imposible. De hecho, una vez fuera del poder volverá a criticar todos los yerros que hoy no logra dilucidar; esa es su especialidad, ser oponente es el único papel que sabe desempeñar.

Del porqué habla de esto ahora, puede deberse a que su futuro le ofrece descanso y esparcimiento, mientras su sueño hecho realidad —tener la presidencia— solo le atormenta. Ello no deja de ser muy preocupante: un mandatario que escapa los muchos problemas que debe atender.

Y alcanzará ese futuro, como logró ocupar la máxima silla de este país. Pero muy posiblemente le sucederá lo mismo que en la presidencia, esto es, ofrezca un hato de errores que solo logrará que él pase a la historia como uno de los peores presidentes de la nación. Por lo pronto, de lo que no me cabe la menor duda es de que su futuro ya lo acecha.