We sailed on together<br>We drifted apart<br>And here you are, by my side<br>So now I come to you with open arms<br>Nothing to hide, believe what I say<br>So here I am, with open arms<br>Hoping you'll see what your love means to me<br>(Navegamos juntos<br>Nos distanciamos<br>Y aquí estás, a mi lado<br>Entonces ahora vengo a ti de brazos abiertos<br>Nada que esconder, cree lo que digo<br>Así que aquí estoy, con los brazos abiertos<br>Esperando que veas lo que significa tu amor para mí)<br>
Journey, ‘Open Arms’
Hemos atestiguado un espectáculo bizarro en una democracia moderna. Y no me refiero al grupúsculo de impresentables que, azuzados por el presidente de los Estados Unidos, tomó por asalto al Congreso de dicha nación. Ese acto, no por predecible, deja de ser inverosímil y una alta traición al pueblo estadounidense.
Apunto, en cambio, a la relación que ha sostenido nuestra administración federal con el gobierno saliente de aquel país y con su ahora mandatario electo, Joe Biden.
Las naciones del mundo mostraron un repudio al unísono ante la violación al orden constitucional y social que se pretendió consumar en EEUU; esto es, frente a un acto de terrorismo instigado por el ejecutivo federal saliente. Pero el gobierno de México, que se supone también es parte del concierto internacional de naciones, mostró su talante antidemocrático. Sí, la 4T guardó un ominoso silencio de cara al ataque que sufrían las instituciones del país vecino.
Y no, no cuenta que, horas después, se nos comunicó que el canciller Marcelo Ebrard había hablado con uno de los asesores de Biden de temas imperiosos —ciertamente no para ellos en estos momentos— como es la migración centroamericana...
No es la primera vez que la CuatroTé demuestra que la postura con respecto a lo que sucede en Estados Unidos es... no tener postura. Lo que es peor, el amor demostrado de nuestro presidente a la figura de Donald Trump (ya lo he dicho antes en este espacio, poco falta para que AMLO le ofrezca asilo político) se ha convertido no en indiferencia por lo que suceda con el próximo presidente Biden, sino en abierta oposición.
Todo indica que López Obrador quiere romper con el naciente gobierno de aquel país. Y para ello dice que no ha recibido la invitación al acto de ‘inauguración’ de Joe Biden, como queriendo echar lodo al próximo jefe de Estado norteamericano. AMLO está bien informado de que, contrario a lo que se acostumbra en México, en los Estados Unidos NO se invita a líderes internacionales al mencionado acto de toma de protesta. Pero, claro, eso no sería polémico; vende más —para consumo de su público interno de obtusos seguidores— hacerse el mártir y decirnos que el canalla de Biden no lo invitó a su evento inaugural.
Con ese mismo fin, nuestro titular del ejecutivo federal mantiene un evidente doble discurso: Twitter, Facebook y demás redes sociales deberían restringir su uso a los opositores que mienten y ofenden a los miembros de la 4T, pero que suspendan temporalmente las cuentas de Trump por incitar a la violencia, tergiversar la verdad, discriminar o engañar —cuando ello es claramente contrario a los reglamentos de dichas redes— eso sí es condenable. Con este doble rasero López Obrador se proyecta gacho y mal.
Es momento de que Andrés Manuel haga una pausa en el camino, se desprenda de su filias e identificaciones personales con el hasta hoy habitante de la Casa Blanca.
Que recuerde todo lo que nos conecta con Estados Unidos. Más de 3,000 km de frontera, 36 millones de compatriotas viviendo allá y mandándonos 40,000 millones de dólares en remesas (2020); toda una relación compleja, la cual debe ser atendida con esmero y con un sentido de compromiso mutuo.
Cierto, con Trump se tuvieron puntos en común como el uso (y abuso) de energías fósiles, el menosprecio hacia el medio ambiente y el trabajo en conjunto para parar el flujo de migrantes allende del río Bravo, desestimar la pandemia y al covid, pero ahora toca —aunque a AMLO no le parezca en lo individual— apostar por energías limpias, la protección al medio ambiente y mejorar los alcances del TMEC, especialmente en cuanto a relaciones laborales y observancia de derechos humanos se refiere.
El primer mandatario mexicano, en su más reciente viaje a Washington dijo: “Usted ha honrado nuestra condición de nación independiente. Por eso, estoy aquí, para expresar al pueblo de EEUU que su presidente se ha comportado con gentileza y respeto”. Ahora, en el mismo sentido y al igual que se reconoció dicha condición, es tiempo de retribuir y honrar la larga historia de democracia, independencia y libertad del pueblo estadounidense, trazando una postura acorde y honorable con la entrante administración; con el nuevo presidente, pero también con los habitantes de ese país. Todo lo demás que López Obrdor les ha ofrecido recientemente es condenable y debe quedar atrás.