El ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son un arma legítima porque, precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia.<br>

Adolfo Suárez

Bastó la primera mañanera del año para que los buenos deseos de López Obrador, de unidad entre todos los mexicanos, se fueran al garete. Quien logró dicha hazaña fue el presidente mismo al volver a descalificar a todo aquel quien no piense cómo él u ose cuestionar sus dichos.

Acto seguido dijo que el incremento en la gasolina, refrescos y cigarros no constituyen un alza en los impuestos. Aún más, sostuvo que mantenía sus promesas y no había aumento en las tasas impositivas. Quizá nadie le ha explicado que impuestos es sinónimo de gravámenes, derechos, tasas, compensaciones, tributos, contribuciones, aranceles, cargas, obligaciones y/o gabelas. Así que no importa cómo le desee llamar a los aumentos, el hecho es que se trata de impuestos. O, dicho en términos de la 4T: si grazna como ganso, camina como ganso, se cansa como ganso, ¡es un ganso, aunque lo disfracen de otros datos!

Ya, si estaba en esas, hubiera sido útil que AMLO mencionara que los impuestos (esto es, las contribuciones, como le gusta decir al primer mandatario) a las bebidas azucaradas y a los cigarrillos son para mejorar el bienestar de los mexicanos, pues al volver más caros dichos productos se busca la disminución de su consumo por parte de la ciudadanía. Discutir si funciona o no dicha medida, ya es otro asunto, pero lo que no es adecuado es mentir con respecto a su alza.

Lo mismo va para el IEPS en la gasolina; es mejor decir que este va ligado y de acuerdo al aumento de la inflación. Pero de ahí a señalar que no se trata de impuestos, no solo es una falsedad, sino una hipocresía espetada hacia sus gobernados.

¡Qué lástima que sus conceptos errados en economía y el no llamar las cosas por su nombre le dé munición a medios extranjeros! Como ha sido el caso con The New Republic, el cual menciona: “si el proyecto económico de López Obrador es un cuento de hadas, su visión política es perturbadora…”

Como al resto de la gente, no me gustan las alzas por los impuestos, pero entiendo la lógica y necesidad detrás de ellas; lo que es incomprensible es la simulación gubernamental en torno a las mismas.

Tampoco se entiende cómo la gente le cree, aun cuando las “compensaciones” impactan de forma directa en su bolsillo. Si imaginamos que esa misma explicación la diera hoy Enrique Peña Nieto… nadie en su sano juicio lo defendería.

En el colmo del cinismo, la Secretaría de Hacienda aclaró que “no se trata de un gasolinazo y que incluso es un criterio de cada gasolinera si deciden trasladar los costos al consumidor final”. Recordemos que ese mismo esquema fue el que sufrimos durante la administración peñista con José Antonio Meade a la cabeza en Hacienda; todos entendimos en ese entonces que eso era “un gasolinazo”. Ahora, con las explicaciones de AMLO, de Arturo Herrera y de Dolores Padierna, se podría definir el actual gasolinazo como: un aumento que no es impuesto, pero que sí es el IEPS, pero que depende de si las gasolineras lo cobran a los consumidores o no. ¡Cantinflas con circunloquios!

¡Bienvenidos al 2020 con alzas en alimentos y combustibles, aunque sean solo compensaciones! ¡Feliz nuevo año de unión entre todos los mexicanos, pues solo el ejecutivo federal posee el monopolio de descalificar y mentir sin el menor recato!