Estamos en el pico de hospitalizaciones más alto desde que inició la pandemia y sigue aumentando. No se trata de dramatizar, sino de actuar: seguimos aumentando la capacidad hospitalaria y hacemos un llamado de alerta a la ciudadanía para cumplir las medidas del semáforo rojo.

Claudia Sheinbaum

 

El plasmar el azote de esta pandemia en costos en vidas y pérdidas de empleo da una ligera idea del daño causado y de lo que aún nos falta. Ante el segundo cierre de la Ciudad de México, un grupo de restauranteros solicitaron a Claudia Sheinbaum les permitiera mantener sus instalaciones abiertas a comensales. ¡Abrir o morir! se vuelve la súplica desesperada por una oportunidad de mantener a miles de empleos; cientos de miles de familias que requieren tener sustento en casa.

Sacrificio que ha llevado a cabo el gobierno capitalino y que no ha valido de NADA ya que sí se ha permitido trabajar a toda clase de giros informales. Así, lo sabemos de sobra, el aumento del contagio no cesará.

Quienes no acatan ningún tipo de medida de prevención no han dejado de operar, y se ha castigado a quienes sí cumplen con las normas de sanidad estrictas, y que además pagan impuestos. Luego entonces, a mayor tiempo transcurrido, la situación económica se agudiza y se torna en decisiones extremas como la especificada en ¡abrir o morir!

¡Y ni cómo ayudarles! No se puede detener la pandemia si el gobierno tampoco hace su parte. Ese mínimo es desplegar a las fuerzas del orden en las calles y exigir allí afuera el uso de cubrebocas y de las normas mínimas de sana distancia.

Ayer lunes diversos establecimientos clasificados como ‘no esenciales’ decidieron abrir a pesar de conocer la posibilidad de tener que pagar multas. Arrinconan a Sheinbaum. Y pronto tendrá que anunciar nuevamente si se mantiene el cierre absoluto del sector o si siempre sí se permitirá la apertura controlada.

Pero a a estas alturas, la jefa de gobierno pierde no importando cual sea su decisión. No supo, no quiso o no pudo lograr una negociación consensuada y ahora se le ve superada por informales, formales, así como ignorada por el gobierno federal que ella tanto cuida.

Tampoco ha ayudado el que, cuando se deberían ampliar las rondas de transporte público y disminuir los tiempos de espera, se inmovilizó parte del mismo. Los amontonamientos se incrementaron. Se requería lo que no ocurrió: un mayor número de rondas de transporte, permitiendo que las personas llegaran a su destino con espacios para mantener la sana distancia.

Por si todo lo anterior fuera poco, los últimos comentarios vertidos por Claudia Sheinbaum en Twitter, fueron desafortunados y abonan al encono. Y es que si hay algún momento para ‘dramatizar’ en términos de vidas humanas, contagios, enfermos y desempleo sin esperanza de conseguir un trabajo inmediato es este.

Puede que lo anterior no haga justicia a Claudia Sheinbaum, pero lo cierto (ya lo había apuntado antes en otra columna) es que quienes pagarán todos los yerros de la política nacional —ya no se diga los propios— son los gobernadores de las entidades federativas y, claro, los habitantes de cada región. Y a mayor población, los costos aumentan.

Pero en el caso de Sheinbaum y la CDMX, adicionalmente, no ve a un equipo que la apoye. Se le ve sola en sus conferencias y si bien en determinados momentos de la pandemia se supo que enfrentaba y no estaba de acuerdo con las decisiones y pifias del gobierno central (particularmente las de Hugo López-Gatell), hoy parece que tiene miedo de actuar y a decidirse a cambiar su propia estrategia.

Sin lugar a dudas, se encuentra en un delicado equilibrio buscando disminuir la velocidad en el contagio y mantener los puestos de trabajo, pero las decisiones de este segundo cierre hacen olvidar a quien realizaba pruebas rápidas, pedía el uso del cubrebocas y servía de contrapeso a las equivocadas propuestas de Palacio Nacional.

Por el bien de los habitantes de la Ciudad de México, ojalá CS no resulte completamente rebasada por la inutilidad de su equipo y del gobierno federal. Mientras esto no pase, los dramas obviamente seguirán. Empezando con la terrible realidad de abrir o morir.