“Todo chiste, en el fondo, encubre una verdad.”<br>

Sigmund Freud.

AMLO y la democracia

Me parece que la invitación que hace el presidente a los gobernadores locales, en el sentido de sumarse a un ‘acuerdo por la democracia’, tiene como intención retratarse públicamente como defensor de la democracia, siendo en realidad el primero en castigarla. Me temo que estamos nuevamente ante una situación en la que pide “bozal” para otros, pero él practica cero autocontención.

La ley establece de forma clara y precisa los tiempos en que está permitido, en periodos electorales, hacer llegar apoyos económicos a la población a través de diferentes programas sociales (en este caso clientelares). Presentar el dinero de dichos programas de tal forma que parezcan dádivas del gobierno en turno es penado por ley. Las becas, pensiones y demás apoyos no pueden ser administrados a la ciudadanía como resultado del accionar de un partido político en particular. ¿Dónde ha quedado aquella aclaración final en este sentido en los anuncios promocionales de los programas gubernamentales federales?

Estoy convencida de que, para ejercitar la democracia, no se requiere suscribir un acuerdo más; el acuerdo ya existe y se llama Constitución y leyes reglamentarias que de ella emanan.

Tanto el presidente como los gobernadores deben acatar la legislación y tener como máxima autoridad electoral al INE, en lugar de pretender erigirse como tales.

De lo contrario sería más honesto por parte del ejecutivo federal, en este caso, decirle abiertamente al público que la intención es regresar a los tiempos donde la máxima autoridad electoral residía en Bucareli. Lo anterior, mediando una reforma constitucional que elimine la existencia del órgano electoral autónomo que sirvió de salvaguarda en las últimas elecciones presidenciales en las que él compitió y ganó.

Creo que López Obrador que la libertad se ejercita de ida y vuelta; los pactos también. Si pide de los gobernadores un acuerdo en favor de la democracia, este debiera ir en ambos sentidos. No pedir honestidad y respeto, y al mismo tiempo hacer un uso político y electoral de la Fiscalía General de la República en abierto ataque al gobernador de Tamaulipas Francisco Cabeza de Vaca.

Yo invito a no llamarse sorprendidos. La actuación de López Obrador es continuación de su diario torpedeo a las instituciones democráticas y a la ley. Pide respeto (no sé con cuanto éxito), cuando él no sabe darlo. Simula estar creando las condiciones propicias para que la competencia electoral y la tolerancia florezcan, cuando que estas ya existen en el marco normativo.

Mi lectura es que las propuestas de López Obrador en este sentido no buscan fortalecer la democracia. Por el contrario, tienen la intención de vilipendiar a todo aquel que considera su opositor. Las mañaneras y su epístola son un chiste que se cuenta solo.