El muerto y el arrimado a los tres días apestan.<br>
Dicho popular
Manual de Carreño del refugiado
Evo Morales no debe olvidar que hay reglas escritas y otras tácitas sobre el comportamiento del “buen asilado”; de lo que se puede decir y hacer (o no) en el país que le está ofreciendo alojamiento político.
Dado que ya le asignaron guardias y camionetas blindadas, y lo vamos a mantener durante el tiempo que esté en México, lo mínimo que le toca es ser un buen huésped. Sí, del tipo prudente y cauteloso, especialmente con la administración que lo está albergando. De otra forma, Evo le encarecerá los costos a México con su vecino del Norte.
Su modesto recorrido
No lleva ni tres días en tierra mexicana y su estadía ha sido ya todo un show. Desde la tremenda conferencia de prensa (al menos no rivalizó en horario con la mañanera), pasando por el galardón de huésped distinguido, una comida en un restaurante fifí, el uso de recursos públicos, hasta las reuniones con secretarios de Estado y diputados federales. El tour de un verdadero rockstar. Y en todo momento ha estado hablando y dando opiniones que tendrán un costo político/económico para México.
En este tour de luces y felicitaciones, las huestes de la 4T han tenido mucho que ver. ¿Cómo es eso de que la secretaria de la Función Pública lo va a visitar? Pero ella, tiempo para llamar a cuentas a Manuel Bartlett y demás funcionarios federales no tiene.
No pocos miembros de la 4T no han sabido guardar silencio ni tratar a Evo simplemente como un asilado. No viene triunfante, aunque en calidad de eso se le esté tratando. No es héroe nacional; de hecho, viene huyendo de su patria, donde cayó en toda clase de malas conductas políticas. Como tal, debería tomarse su tiempo y generar discreción para reflexionar sobre lo sucedido.
Evo: la diferencia entre Estados Unidos y México
Hasta antes de Evo, Estados Unidos entendía que México había cambiado a un gobierno de corte progresista de izquierda, pero que se trataba un socialismo activo que buscaba impactar para bien en las desigualdades de los mexicanos. La 4T no se había presentado como un gobierno de izquierda vociferante de las acciones de uno de los enemigos de los EEUU en el continente: Evo Morales.
Los mexicanos –como muchos países latinoamericanos– podemos entender y llevarnos bien con casi todas las demás naciones; podemos cambiar de careta de acuerdo al interlocutor y no pasa nada. Los estadounidenses, no. Su pensamiento es más lineal; no es barroco, ni lleno de recovecos.
Estados Unidos simplemente no encuentra la congruencia en lo que expresa nuestro país. México pretende firmar un nuevo tratado de libre comercio con ellos y, mientras está en las mesas de negociación, invita a su casa y desde ahí vitorea a Evo Morales. Y sí, a final de cuentas, es “su” casa (México) y el vecino (EEUU) no puede decir nada al respecto, pero cuando ve que México le da a dicho huésped el megáfono para hablar mal de él, usando como palestra los medios mexicanos, que lo nombra huésped distinguido, que lo mantiene como príncipe (mejor que a su presidente sin duda), que lo sienta con el legislativo y los secretarios, Estados Unidos se molesta por el comportamiento bipolar de México.
Las puertas se cierran
A partir de la llegada de Evo a México, las repercusiones para el gobierno de Andrés Manuel se han comenzado a sentir en lo practico, mundano y cotidiano. No por el asilo mismo, sino por permitir que el asilado tenga trato privilegiado y de jefe de Estado. Lo que es peor, México sigue sin reconocer al nuevo gobierno de Bolivia y hace oídos sordos a las amenazas que lanza Evo Morales en contra de nuestro socio comercial.
Porque el problema no es darle asilo; lo que molesta a Estados Unidos es ver el festín organizado y dar a entender que en México se comparte y celebra al ex dirigente de Bolivia. Irrita al país del norte que al tan repudiado huésped se le dé rienda suelta.
Sin duda la actitud de nuestros vecinos ha pasado de una calidez relativa y diplomática a una disminución en la actividad en las mesas de negociación. Hoy buscan menos las opiniones de sus pares mexicanos (empresarios, diputados, gobernadores de la frontera, etcétera) y hacen sentir la duda que se ha sembrado en la relación bilateral.
Así, las puertas que antes estaban abiertas, hoy se complica abrirlas. En pocas palabras, el gobierno de México y nuestro presidente empiezan a tener muchas trabas en los Estados Unidos.
¡Prudencia, Sr. Evo. Prudencia, aplaudidores de la 4T!
Cada quien es libre de tener sus opiniones personales y hasta institucionales, pero cuando dependes de alguien más y lo que hagas y expreses puede meterlo en problemas con otra persona, más vale que guardes silencio.
Si es cierto que Evo quiere tanto a Andrés Manuel, dado que en Twitter dice que le debe la vida y le llama hermano, pues que se comporte como tal. Como un hermano que cuida al otro y no le busca pleitos innecesarios.
Hasta ahora, López Obrador ha podido lidiar con Trump pero la actitud y bravatas de Morales no ayudan en nada a la relación con Estados Unidos.
Ojalá Evo sea más prudente. Y la misma petición va para el resto de la 4T, no encarecerle al líder de la llamada Cuarta Transformación el costo de haber traído a Evo.