“Diplomacia: el camino más largo entre dos puntos.”<br>

Pierre-Adrien de Courcelle.

“Los diplomáticos son personas a las que no les gusta decir lo que piensan. A los políticos no les gusta pensar lo que dicen.”

Peter Alexander Ustinov.

En la reunión virtual binacional hubo de todo: risas, mofas, recuerdos. Y se habló de mucho: religión, migración y comercio, si bien algunos de los comentarios dichos por Andrés Manuel tuvieron que ser puestos en contexto por parte del gobierno de Estados Unidos al día siguiente. En suma, fue una reunión diplomática. Hasta ahí.

Lástima, ya que a pesar del TMEC, de tener una parte importante de nuestra población viviendo allá, de que Estados Unidos sea nuestro principal socio comercial y nosotros de los más importantes para ellos, esto solo quedará en una reunión plagada de interrogantes y en una relación llena de fracturas ocasionadas en su mayoría por culpa de nuestro gobierno.

Se presentó un comunicado conjunto sobre lo discutido —no tanto acordado— en torno a tres grandes rubros: migración, covid y cambio climático. Y, como era de esperarse, fue interpretado por el presidente AMLO diciendo que Estados Unidos sí nos dará vacunas anti covid, para ser desmentido casi de inmediato por la Casa Blanca, diciendo que Joe Biden no hará concesión sobre las mismas.

Pero la petición de tener vacunas por parte de López Obrador y su mentira subsecuente levanta otras interrogantes: ¿tenemos o no tenemos vacunas?, ¿se han comprado las necesarias o no?, ¿por qué mendigar por las mismas?

Y en ese sentido cabe una pregunta directa para nuestro primer mandatario: ¿cómo estira la mano para pedir vacunas cuando al mismo tiempo ha reclamado la “no intervención” de Estados Unidos en política energética? Una política que ya es ley dado que el Senado de la República tuvo a mal aprobar la iniciativa presidencial hace unas horas.

En el tema de la migración, en principio las cosas marchan un poco mejor comparado a lo que ocurría con Trump; al menos ahora se busca respetar la dignidad de los migrantes...

Por cuanto al cambio climático, será bueno conocer cómo se lograrán los “beneficios de abordar los contaminantes climáticos de corta duración, así como la necesidad de promover la eficiencia energética”, máxime cuando Biden es tan pro de las energías limpias y López Obrador apuesta por los combustibles fósiles. Obviamente esto ocasionará problemas en la relación bilateral; la ley en la materia apenas aprobada va abiertamente en contra de mucho lo establecido en el TMEC.

Me pregunto, entonces, para qué todos los demás comentarios de parte de muestro primer mandatario. ¿Con qué objeto pronunciar una frase descortés cuya autoría es atribuida a Porfirio Díaz? Viniendo de un presidente que se dice de izquierdas y liberal (si bien sabemos que es todo lo contrario), no deja de ser contradictorio que mencione que es bueno que México esté cerca de Dios y “no tan lejos” de Estados Unidos. Por otra parte, ¿para qué invitar a Biden a México para ver los caminos recién hechos artesanalmente en Oaxaca si estos ya se caen a pedazos o para que “presenciar” la construcción del Tren Maya junto con los cientos de hectáreas de selva destrozadas? No hay lógica estratégica ni diplomática detrás de estas “cortesías”.

Más allá de la reunión, lo importante es lo que viene. ¿Qué pasará en la cooperación que había en seguridad?, ¿qué ocurrirá con la lucha contra el narcotráfico, una que Estados Unidos persigue, mientras para la que en México se piden abrazos?

Además, lo más acuciante: el mar de encontronazos que se viene con la reforma energética, con la propuesta laboral para prohibir la subcontratación, con la iniciativa para que el Banco de México acepte los dólares en efectivo, con el cierre de JP Morgan en México y con la salida de capitales del país.

En la relación entre ambos países se vislumbran serios desencuentros.

Así, esta primera reunión virtual pudo ser un reunión de lo más diplomática, pero lo que se viene no será para nada terso.