En medio de la crisis que en algunas regiones del estado representa el desabasto de gasolina, la noche del viernes 19 de enero, Hidalgo vivió la que quizás podría ser la mayor tragedia en la historia hidalguense, luego de que el poliducto Tuxpan-Tula, se incendiara y explotara en su kilómetro 226 en el municipio de Tlahuelilpan, donde hasta el momento se tiene el registro de 85 personas fallecidas y más de 60 lesionadas, 58 de las cuales continuaban ayer en hospitalización.

La tragedia se originó en el robo de hidrocarburos, delito que en los últimos años y de manera específica en los meses recientes, repuntó en incidencia en Hidalgo que ha llegado a ubicarse en el segundo lugar nacional en cuanto a la ordeña de ductos y el descubrimiento de tomas clandestinas, sin que ninguna autoridad o corporación, federal o estatal, mucho menos una municipal, hayan podido contener el saqueo, que ahora sabemos es orquestado desde las más altas esferas en PEMEX, con la complicidad de sindicato, empresas gasolineras, transportistas, funcionarios e incluso miembros de alto rango del ejército.

Los hechos ocurridos en Tlahuelilpan fueron noticia mundial y vistieron de luto a todo Hidalgo y al resto del país. En la entidad no se había vivido algo así jamás y por el número de víctimas solo podría ser comparado con el incendio ocurrido en la mina el Bordo en Pachuca ocurrido el 10 de marzo de 1920 en el que murieron 87 mineros y la inundación del 24 de junio de 1949 también en la capital hidalguense, donde perdieron la vida 55 personas según las cifras oficiales.

Lo sucedido en Tlahuelilpan es terrible, pero muy aleccionador, esperamos que no se repita nunca.

PRONTO AUXILIO…

Ante la situación, extremadamente dolorosa para el pueblo hidalguense, la ayuda arribó de inmediato a Tlahuelilpan para evitar una desgracia mayor; después de analizarse a detalle lo ocurrido, el incendio logró apagarse al primer intento y los heridos fueron trasladados de inmediato a diferentes hospitales de la región, incluso de otros estados, para lo cual fue fundamental y oportuno el puente aéreo que se estableció con el apoyo de los gobiernos del Estado de México, de la Ciudad de México y el federal.

Hasta Tlahuelilpan arribaron el gobernador Omar Fayad Meneses y los secretarios de Seguridad Pública federal, Alejandro Getz Manero; de la Defensa Nacional, general Luis Crescencio Sandoval González; de Marina, almirante José Rafael Durán Ojeda y el director de la paraestatal Petróleos Mexicanos, Octavio Romero Oropeza, quienes coordinaron las acciones para controlar el siniestro, rescatar a los establecer los siete comités de apoyo y atención a la población.

Sorpresivamente esa misma noche llegó hasta el lugar de la tragedia el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien reiteró al igual que el mandatario estatal, el respaldo total a los deudos y el acompañamiento a los heridos hasta su pleno restablecimiento, pero también se comprometió a que los hechos se investigarán a fondo, que se revelará la verdad de lo ocurrido sin ocultarse nada y que no habrá impunidad.

PRONTA JUSTICIA…

Pero así como se brindó un pronto auxilio, la sociedad mexicana también exige una pronta justicia, que nadie que tenga responsabilidad quede impune y que se vayan con todo en contra de los huachicoleros y de aquellos que por negligencia, indolencia, participación o complicidad, permitieron el crecimiento de este delito a grado tal que llevaron al país hasta el duelo nacional.

Ciertamente la mayoría de quienes murieron en Tlahuelilpan no eran delincuentes dedicados a la ordeña de ductos, pero a pesar del riesgo que representaba estar ahí y de que mucho se les advirtió que debían retirarse cuando se reventó la toma clandestina, decidieron permanecer ahí, robar la gasolina que pudieran en cubetas, tambos, bidones y hasta trastes de cocina, con las consecuencias que ahora lamentamos todos.

Ya el director de PEMEX, Octavio Romero y la secretaria de energía Rocío Nahle García han revelado muchos detalles de la forma en la que se robaba en la empresa y los métodos para saquearla desde el interior, con complicidades en todas las áreas de la paraestatal e integrándose una estructura paralela para el delito; pues son esos delincuentes a los que hay que procesar, a los que se espera que se les aplique todo el peso de la ley.

ROMERO, EL OBLIGADO…

Y si para alguien es obligada la investigación más minuciosa, es para el aun secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Carlos Romero Deschamps, el impresentable y desprestigiado tamaulipeco que desde hace 40 años que llegó a la dirigencia de la sección 35, era investigado y acusado de saquear gasolina en pipas de la refinería Miguel Hidalgo, que a finales de la década de los 80 asumió el control total del STPRM y que desde entonces se mantuvo en el Congreso de la Unión, ya sea como diputado federal o como senador.

Romero Deschamps que de la mano de José Guadarrama Márquez arribó al Senado de la República en 1994 para representar a Hidalgo, ha sido señalado infinidad de ocasiones por su insultante riqueza, por poseer un patrimonio que jamás podría justificar y de ser el principal beneficiario del robo al sindicato y a la petrolera, es decir a la nación entera, por lo que al momento de las indagatorias, debe ser el primero de la lista sin importar quienes caigan.

Para los huachicoleros parece estar llegando a su fin el negocio a gran escala, pero de nada servirá si sus protectores y cómplices no son llevados ante la justicia.