Ahora se habla del recurso discursivo a partir de la máxima barbarie que se da en la civilización que se presume del siglo XXI, pero la oportunidad de transitar hacia un verdadero mundo donde la convivencia civilizada sigue siendo una utopía.

Los ataques terroristas perpetrados en contra de inocentes es la constante donde abrevan los principales motores propagandísticos de este mundo mal llamado civilizado, ahora no tenemos guerras en el estricto sentido de la palabra, pero ni falta hacen, porque las armas se siguen ocupando para atacar a los más débiles y nunca ocurren agresiones contra los extremadamente fortificados.

El ataque en contra de la revista francesa es más que un ataque en contra de la libertad de expresión , ocurre precisamente en el sitio donde se ejerce la critica contra el sistema y ocurre en momentos donde la satanización del islamismo es la gota que derramó el vaso.

El terrorismo igual se da en todo el mundo y a toda hora, aun en los Estados Unidos de Norteamérica donde se presume un estado de derecho eficaz pero que en los hechos proceden por igual actos de terrorismo con el mismo resultado, ahí está el caso de los salvajes policías, quienes escudados en la ley que los protege son capaces de asesinar a la vista de todos sin que nadie los condene por estos crímenes. Ajustados por su discurso legaloide llevaron sus crímenes ante la opinión pública bajo el apotegma ?todo está justificado bajo el imperio de la ley?, pero la ley puede tener mil interpretaciones.

En México se vienen sucediendo crímenes cotidianamente, es tan regular esta situación que incluso las autoridades a través del INEGI, dan cuenta de su número, y nadie dice nada, no hay protestas oficiales, solo los enormes panegíricos gubernamentales que dan cuerpo al espeluznante cinismo con el que vivimos.

El terrorismo forma parte de nuestra civilización, por ejemplo si a usted lo detienen los policías preventivos no será para señalarle que cometió alguna infracción, lo detienen para extorsionarlo, eso es seguro; todo México es un territorio donde se gobierna no con el impero de la justicia, sino con el terror como primera y última herramienta; es incuestionable esto último porque basta con transitar por cualquier calle de la República Mexicana para constatar el horror que padecemos los mexicanos.

En Francia tuvieron respuesta inmediatamente las autoridades ante la atrocidad cometida en contra de ciudadanos inocentes, pero en México basta con señalar a los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos desde hace más de 100 días para afirmar que nuestro gobierno está muy lejos de cumplir con una de las responsabilidades básicas de todo gobierno, otorgar seguridad y tranquilidad a sus ciudadanos.

Nuestras autoridades habrán de reconocer que es su compromiso contar con policías honestas y cumplidas, porque mientras esto no suceda, seguiremos viviendo el horror cotidiano que nos destruye día con día, que corroe nuestra débil democracia y que debemos superar si queremos ser una verdadera República.