Todo se redujo a una moda pasajera.
El mensaje de los chicos de la Ibero fue que estaba “nice” criticar a EPN y alabar, de forma indirecta, la figura de AMLO.
Luego se creó el #YoSoy132 para darle entrada a alumnos de escuelas públicas, y que el ruido fuera mayor.
Se desencadena el “efecto borrego”.
Ante la falta de identidad, muchos jóvenes se unieron al movimiento para acallar esa necesidad de un sentido de pertenencia. Decir que eran parte del #132 encarnaba para ellos la figura del revolucionario, del intelectual, y les otorgaba la responsabilidad de cambiar a México compartiendo imágenes de Facebook.
Votantes primerizos, no se les podía exigir que recordaran la elección anterior.
Después llegó el primero de julio. Las encuestas, si bien no fueron certeras con las estadísticas, sí nos dejaron en claro los lugares que iban a obtener cada uno de los candidatos.
De los jóvenes, algunos volcaron su coraje a la exigencia de un nuevo conteo de votos. Otros simplemente lo olvidaron.
La contienda electoral terminó, pero la lucha de López Obrador por el poder continúa.
Ya Monreal sacó sus grabaciones, sus documentos, pero poca gente le cree. Los jóvenes fueron el brazo fuerte en la campaña de la izquierda. Hoy, esos mismos jóvenes solo hablan de las olimpiadas.
Habrá que ver a quiénes utilizan ahora, de quiénes se colgarán para tratar de dar legitimidad a su causa.
Varios periodistas han entregado su trabajo en beneficio del PRD, colaborando con un libro titulado “Fraude 2012”, pero al parecer no fue suficiente.
Los jóvenes, poco a poco, se han vuelto más apáticos a su causa.
Apoyar a AMLO fue, para ellos, solamente una moda.
Y toda moda es pasajera.