Destruir el duopolio de Televisa y TV Azteca era uno de los argumentos recurrentes cuando el Pacto por México señaló que se realizaría la licitación de nuevas cadenas de televisión comercial. La retórica de los pactistas parecía decidir el fin del dominio de estas televisoras que han creado y destruido carreras de políticos y empresarios, que han incidido en la formación (¿deformación?) de la opinión pública como ningún otro medio, que han convencido a los legisladores de expedir leyes a modo, entre otros. Y para lograr su cometido los paladines de la destrucción serían, nada más ni nada menos que: las nuevas cadenas de TV. Una simple lectura evidencia que el discurso no pasaba la prueba de la risa, pero tan convencidos estaban que hasta en la Constitución mexicana plasmaron la obligación para que el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) iniciara la licitación de esas cadenas. ¿En qué acabará esta historia que se escribe mientras usted lee este artículo?

Antecedentes. Nunca en la historia de México se han otorgado concesiones de TV comercial de manera imparcial, ni transparente. Los concesionarios recibieron sus títulos por adjudicacion directa en el siglo pasado, salvo TV Azteca cuyas concesiones eran parte del paquete cuando adquirieron el sistema Imevisión en 1993. Aunque la elevada concentración de la TV comercial fuera de las mayores del mundo, ningún intento por otorgar nuevas concesiones de TV prosperaron. No debe sorprender que Televisa y TV Azteca tengan ?directa o indirectamente- el 95% de las concesiones de TV comercial, 90% de la participación de audiencia y el 99% del ingreso de publicidad (IFT). La voluntad política de generar no sólo un clima de competencia en la radiodifusión sino también de pluralidad, jamás se hizo presente.

Licitación de nuevas cadenas. La Constitución en 2013 ordenó al IFT que licitara hasta 2 nuevas cadenas nacionales, con lo cual excluyó la posibilidad de que empresarios locales y regionales pudieran participar por estaciones de TV locales. Desplegar una red de TV abierta en todo el país, no es cosa fácil, requiere mucho dinero, muchas gestiones ante autoridades locales, estatales y federales que ?se dice por ahí- a veces piden dádivas para agilizar las autorizaciones para desplegar red, lidiar quizá hasta con el crimen organizado en plazas donde el Estado mexicano es incapaz de ejercer el mínimo control y garantizar el orden público, etcétera.

Ingresos, ¿de dónde? La TV abierta al igual que la radio subsisten por los ingresos de los anunciantes, y los anunciantes deciden incluir su publicidad en un medio por el porcentaje de audiencia que podrán alcanzar. La audiencia es una combinación de cobertura de la señal de TV y el gusto que generen los programas que se transmiten para adquirir y retener televidentes y radioescuchas. Asumiendo que los programas fueran excelentes y los más solicitados por los mexicanos, las nuevas cadenas serán de TV digital lo que implica que sólo los mexicanos con televisores digitales o los que tengan un decodificador y antena especial, podrán ver los canales de TV. En otras palabras mientras no todos los mexicanos tengamos acceso a la TV digital, el interés de los anunciantes será, en el mejor de los casos, marginal en comparación con publicitarse en las señales televisivas del duopolio. Las estimaciones del IFT es que una nueva cadena puede alcanzar el 8.5% de participación del mercado de TV abierta, ¿se logrará?

TV, ¿asunto del pasado? El incremento de los televidentes de TV de paga se ha incrementado significativamente en los últimos años. A esto hay que añadir que cada día hay más usuarios de internet y disponibilidad de servicios conocidos como los OTT (over the top) como Netflix, Claro Video de América Móvil o Veo de Televisa. Se cree que la TV abierta está viviendo sus últimas horas por la disponibilidad de otras plataformas tecnológicas, pero en un país como México donde la desigualdad abismal no sólo es económica sino también tecnológica, la TV abierta aún gozará de cabal salud, aunque esta vaya empeorando.

¿Qué esperan Olegario y Francisco? De la decena de interesados en participar, a la mera hora, sólo presentaron documentación tres grupos: Grupo Radio Centro de Francisco Aguirre, Cadena Tres de Olegario Vázquez Raña y Estudios Tepeyac de Mario Vázquez Raña. Hace un par de semanas Estudios Tepeyac declinó seguir adelante en la licitación. ¿Por qué pagar al menos 830 millones de pesos por una concesión a nivel nacional e invertir varios millones de dólares por desplegar red y otro tanto recurrente por generar programación? ¿Es un interés económico o el interés principal es la incidencia política o la posibilidad de contratos diversas entre el gobierno y empresas relacionadas con el grupo de la cadena nacional? Si únicamente Vázquez Raña y Aguirre piensan en los ingresos de publicidad de TV abierta, debieran reconsiderar su inversión. Si buscan ofrecer una nueva programación distinta, alternativa y de vanguardia, sería maravilloso aun cuando el retorno a la inversión podría convertirse en una donación a la patria. Si otros intereses mueven a estos empresarios, ¿es el camino menos costoso para lograrlos? ¿Están pensando en negocios con un enfoque del pasado y sobrevaluando el impacto de la TV abierta en el mundo contemporáneo?

¿Qué cambiará para los ciudadanos de a pie? La existencia de nuevas cadenas en nada garantiza que tengamos programación de mejor calidad, ni que se dé espacio a nuevas voces. Eso dependerá de la voluntad del grupo empresarial ganador, porque aunque en las bases de licitación les pidieron que hicieran una descripción de lo que sería su programación, lo hizo el IFT como mera curiosidad, porque para decidir al ganador, en nada cuenta su oferta programática. Así que el 19 de marzo de 2015 que se anuncie que Vázquez Raña o Aguirre (o ambos) se conviertan en los nuevos superhéroes que ?destruirán? el duopolio televisivo, los ciudadanos seguiremos igual que antes, no espere más. Unos meses después tendremos hasta 2 nuevos canales de TV abierta que pueden convertirse en más de lo mismo como Televisa y TV Azteca. Entonces, ¿para qué más televisoras?

 

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