SOLIDARIDAD CONYUGAL. Lo tuyo es mío y lo mío sigue siendo mío.....
Cuando una pareja decide dar el paso más trascendente en su vida, debe hacerlo con plena conciencia de que casarse o vivir juntos, significa ver por el bienestar de dos, pues en esta nueva relación no hay lugar para egoísmos ni para pensar sólo en las necesidades de sí mismo.
Con el matrimonio se inicia una nueva etapa en la que los cónyuges adquieren, de mutuo acuerdo, el compromiso de ayudarle al otro a crecer en todos los aspectos; además, y quizá como el objetivo más grande de la pareja, se responsabilizan de que su compañero goce de bienestar físico y moral, por lo que deberán estar al pendiente de algún cambio o señal que indique lo contrario
La solidaridad conyugal es, quizá, una de las mayores virtudes que puede consolidar el vínculo matrimonial al unir a la pareja en las circunstancias más difíciles, tanto en el plano personal como en los problemas en que, en ocasiones, se involucran los hijos. Pero, ¿qué pasa cuando esto no ocurre, cuando no se ve el apoyo en la pareja?
En circunstancias difíciles, la solidaridad conyugal es sometida a duras pruebas en diferentes etapas de la relación y, si los lazos entre la pareja no son lo suficientemente sólidos, por lo general, no se logran superar los problemas que plantea constantemente la vida matrimonial.
No obstante, la comunicación en la pareja se convierte en un factor esencial para hacerle frente a la diversidad de problemas a los que tendrán que enfrentarse los cónyuges pues, de lo contrario, uno de los dos podría quedarse con la sensación de que su pareja no lo apoya para encarar un obstáculo, que podría ser de carácter económico o, incluso, hasta uno de tipo emocional, derivados de la propia dinámica que encierra la atención de las necesidades de la familia, o aun, relacionados con el trabajo.
En relaciones de pareja poco sanas, la falta de solidaridad se convierte en un problema más, pues en ocasiones alguno de los cónyuges prefiere tomar decisiones unilateralmente, incluso ocultar que ha obtenido algún beneficio (un trabajo mejor pagado o un aumento de sueldo) con la finalidad de disfrutar sólo las ganancias de esa nueva situación. Lo anterior es bastante común en nuestra sociedad, sobre todo si hay celos profesionales en la pareja o problemas de comunicación.
Al inicio de una vida conyugal, es necesario delimitar las expectativas de ambos integrantes de la pareja, se debe platicar abiertamente si desean tener hijos o no, cuántos, en qué tiempo, quién trabajará para mantener el hogar, en qué invertirán el dinero, quién de los dos podrá seguir estudiando, qué harán en el tiempo libre, etc. Esto podría parecer un poco frío, sin embargo, la mayoría de los conflictos de pareja tienen su origen en la falta de solidaridad que siente uno de los miembros, frases como “Yo no siento tu apoyo”, “Todo me lo dejan a mi” o por el contrario “Es tu obligación trabajar para mantenerme” siguen siendo causa de innumerables peleas maritales.
Si usted está a punto de hacer vida en pareja, no está por demás platicar y llegar a acuerdos, que conozcan sus expectativas y que generen un plan de vida entre los dos, nadie garantiza la felicidad eterna, pero al menos tomando en cuenta estos puntos, se podrán evitar discusiones estériles que desencadenen sentimientos de frustración al paso de los años.