El pasado lunes 21, los periodistas Carlos Mota y Sergio Sarmiento publicaron simultáneamente sendos artículos en donde afirmaban que el consumo de pan y pan de dulce no tiene relación con los actuales elevados índices de masa corporal (IMC) de la población mexicana.

Ambos autores basan sus argumentos en el análisis de un estudio realizado por una consultora independiente para la Cámara Nacional de la Industria Panificadora (Canainpa).

El estudio se basa en los cálculos del consumo de productos de trigo con relación al peso e IMC de la población.

El razonamiento suena lógico, de no ser por que se pasan por alto diferentes factores.

1.- El contenido de azúcares que contienen los panes y pastelillos y que se ha venido incrementando para mantener una competitividad en el gusto de los consumidores, en particular de los niños

2.- El contenido de grasas en la elaboración de muchos de esos panes

3.- El consumo de otros productos no considerados, como los tamales o las tortillas y similares (gorditas, tlacoyos, sopes) que aunque no son panes, forman parte de la dieta de los mexicanos

4.- La propensión genética de los mexicanos al desarrollo de dislipidemias y síndrome metabólico, a partir de su dieta. (Aguilar Salinas et al. Salud Publica Mex 2010;52 suppl 1:S44-S53).

Panes, tortillas y pastelillos. Todos engordan.

Hay que ser claros en un punto: El consumo excesivo de pan y otros alimentos producidos con harinas refinadas y endulzados con azúcares sí tienen el potencial de producir sobrepeso, obesidad y predisponer a la diabetes tipo II.

La evidencia científica es clara:

- Existe una correlación entre el consumo de pan ?blanco? y el incremento de la grasa intra-abdominal (Br J Nutr. 2015 Apr;113 Suppl 2:S29-35). En el mismo artículo se menciona, sin embargo, que el pan integral no muestra ese efecto y recomienda disminuir el pan blanco y cambiarlo por pan integral.

- El problema es que no existe una definición o estandarización de lo que es el pan integral, lo cual puede hacer complicado el regular la nomenclatura y el mercado.

- Este estudio confirma una observación similar realizada dos años antes en 2213 pacientes (Br J Nutr. 2013 Jul 28;110(2):337-46).

Ahora bien, cuando se habla de pan, no se habla solamente del pan blanco, o el bolillo de la panadería, se habla también de pan dulce, el cual es de un gusto muy extendido (y tradición) en la población mexicana.

Una donita azucarada contiene aproximadamente 120 kcal; un paquete de 4 suma 480 kcal. Aunque sabemos que no existe la ?recomendación? de que un paquete sea consumido por un niño, es muy frecuente que esto suceda.

Los roles de canela glaseados contienen 220 kcal por pieza y un pastelito tipo ?Pingüinos? contiene 160 kcal por pieza, vendiéndose 2 en cada paquete.

El problema con este tipo de panes y pasteles endulzados, es su alto potencial de inducir un consumo repetitivo de ellos. Esto se debe a que la absorción rápida de glucosa tras la ingesta de alimentos que producen un índice glicémico elevado (alimentos con más azúcares), induce una secuencia de cambios metabólicos y hormonales que promueven a su vez, un exceso en la ingesta en individuos obesos; es decir, un círculo vicioso. (PEDIATRICS Vol. 103 No. 3 March 1, 1999. pp e26).

Un impuesto que es un doble estándar.

El consumo indiscriminado de productos de alto contenido calórico, incluyendo el pan, puede producir obesidad. Sin embargo, mi posición respecto al IEPS aplicado a los refrescos y estos alimentos sigue siendo la misma que expliqué en mi artículo anterior: Me parece un sinsentido y un engaño.

No existe una sola evidencia de que el pan dulce que se vende empacado y fabricado por las grandes corporaciones sea diferente en su contenido calórico o de azúcar que el que se fabrica o se vende en una panadería tradicional o de barrio.

Es allí donde se maneja un doble estándar, ya que el pan ?tradicional? de panadería o ?artesanal?, no está sujeto a reglamentación sanitaria, ni requiere de mostrar etiquetas con su contenido nutricional.

Ambos tipos de pan tienen el mismo potencial de producir obesidad si se consumen sin moderación. La diferencia es que uno está tasado con un impuesto especial. El otro, por alguna causa desconocida se considera inocuo por el solo hecho de ser fabricado en México por artesanos o PYMEs.

Los especialistas en nutrición son muy claros en una premisa: No existen alimentos buenos ni malos, es el tamaño de la porción, su proporción de consumo de frente a otros alimentos y el nivel de actividad física y el estilo de vida de cada individuo, lo que los hace benéficos o dañinos.

Esta debería ser la verdadera preocupación en términos de Política de Salud.