Muchas de las proyecciones laborales para la etapa pos pandemia se enfocan en el teletrabajo, lo ubican como el proceso de cambio que se aceleró y cambiará gran parte del mundo laboral, lo que de paso romperá muchos paradigmas de lo social, se habla por ejemplo de que las plazas comerciales dejarán de existir, los edificios corporativos, el dinero circulante (sólo quedará el electrónico), etc., para entender este proceso podemos observar a países como China, en donde efectivamente la integración tecnológica y el desarrollo han sido espectaculares en las últimas décadas. 

Pero para hacer este tipo de proyecciones en México y generar escenarios de cómo se desarrollará este proceso laboral del teletrabajo y su impacto en lo social, debemos atender a la realidad socio - económica que tenemos, pues no sólo es la implementación masiva del modelo (masiva porque antes de la pandemia era precaria), sino que, para que éste tenga además impacto en lo social, hace falta que existan las condiciones materiales tecnológicas para su desarrollo, es decir, que son tres líneas del tiempo las que corren de forma paralela, pero cada una va a ritmo distinto, impulsada por causas diversas y a su vez interconectadas entre sí: la línea del tiempo de la tecnología, de lo laboral y de lo social.

La primera línea del tiempo, que me parece es la más importante, es la tecnológica, pues para que se pueda desarrollar de forma masiva y con gran penetración en el sistema productivo de bienes y servicios el proceso de teletrabajo, hará falta contar con un gran desarrollo de conectividad en todos los rincones del país, en todos los pueblos, municipios y estados, pues de otra manera, aquél será sin duda el gran freno para cualquier intento de tecnificar el trabajo en México

Son décadas de atraso y abandono en este sentido, Jorge Negrete escribía esta semana en su columna de los lunes en el periódico Reforma, que la pulverización de los grandes proveedores de servicios de telecomunicaciones desvía el camino a la integración de conectividad del país, en donde el internet es caro y deficiente. 

Nuestro país no es la excepción en este problema, en Estados Unidos la mitad de los trabajadores no tienen espacios para hacer teletrabajo, pues viven en domicilios compartidos, la tercera parte de esos trabajadores tienen una conexión deficiente, lo mismo pasa en Japón, en donde la mitad de los trabajadores considera no tener el equipo adecuado para hacer su trabajo. ¿Cuáles serán los números de estas deficiencias en México?

De esta forma, queda claro que la línea del tiempo en la que corre el tema tecnológico y conectividad está determinando todo el proceso de cambio en el ámbito laboral, en especial sobre el tema del teletrabajo.

La segunda línea del tiempo es la laboral, la cual corre a su propio ritmo y dinámica, para empezar, habrá que reconocer que el 60% de los trabajos se realiza en grandes empresas, es mano de obra que no se puede desprender de una línea de producción, es decir, no se puede desarrollar ese trabajo desde una computadora, lo mismo le pasa a las Pymes en donde su vocación es el comercio, los restaurantes, etc., donde la vida presencial del trabajador es esencial, vamos, que sólo en países en donde su economía a migrado en gran parte a los servicios se puede aspirar a una gran transformación en la forma de trabajo a distancia. 

Si bien ha sido exponencial la adaptación de muchos durante la pandemia, no han sido impulsados por el desarrollo y mejora productivo, sino por los semáforos sanitarios que han impedido el trabajo presencial, así que los incentivos para su adaptación serán sólo visibles en la medida que la economía permita integrar a más trabajadores al modelo, con la posibilidad de darles las herramientas de trabajo para desarrollarlo en casa, lo que en este momento de la pandemia y durante la próxima década (según los analistas económicos) será difícil ver, la posibilidad de recuperación económica para implementarlo es complicada. 

No dejamos de señalar que a la reciente legislación aprobada en México le hacen falta reglas claras precisamente en los dos temas económicos que determinan el teletrabajo: la entrega de materiales para laborar y el pago de servicios de telecomunicaciones y electricidad.

Por último, la tercera línea del tiempo es la del cambio social, la que se refiere a los cambios en las relaciones interpersonales, los cambios en las viviendas y la forma de concebir el hogar para este tipo de trabajo, la conexión excesiva de la vida humana a internet, la vigilancia corporativa y el tema de los derechos humanos que se generan con esta tecnificación de la sociedad, todo esto estará caminando a la par de los procesos de las otras dos líneas, pues sin acceso a la tecnología y conectividad, sin cambios en los modelos productivos, las especulaciones sobre el avance que tendrá lo social sólo se verá como una lejana luz al final del túnel en un tren que nunca avanza, pues se necesita impulsar todo el proceso para ver estos cambios.

Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en Derecho por la UNAM. Abogado postulante.