La consideración lógica, después del fallo emitido por el TRIFE, es que ahora EPN está ante una gran responsabilidad. Y claro que lo está. Ser presidente de este México tan lleno de problemas, polarizado en muchos sentidos, de ninguna manera será una tarea fácil para el político de Atlacomulco.

Pero la gran responsabilidad que está enfrente es para los mexicanos. Para los ganaron y para los que no lo consiguieron. No es el momento de pensar en triunfos o derrotas electorales definitivas. Menos en política. Las coaliciones que participaron en los comicios de la pasada elección del 1 de julio seguirán vigentes. Pero la población de nuestro país que, desde su condición de elector está al margen de la corrupción, de la falta de transparencia y de la inseguridad y el desempleo que es necesario erradicar.

De la misma manera millones de mexicanos no tenemos nada que ver con la actividad del crimen organizado. A muchos nos dolerá la desigualdad, el marginalismo y demás expresiones de injustica que existen a lo largo y a lo ancho del territorio nacional.

Y el no dejar a Enrique Peña Nieto sin nuestra solidaridad y compromiso, la que nos corresponda darle, individual o colectica; grande o pequeña, es la gran responsabilidad de mexicanos que tenemos enfrente.

Una opinión pública seria, profesional, objetiva puede ser una de los factores claves que favorezcan la transparencia y la rendición de cuentas que demandamos desde hace años los mexicanos.

Y ahora que se resuelve, desde el importante aspecto procesal, el resultado de las elecciones que acabamos realizar mas de cincuenta millones de mexicanos, el papel de espectadores es algo que espera la población que se orienta por los medios del acontecer nacional, que no ocurra. Sería muy grave que asumiéramos ese papel, el de ser un cómodo especulador, los comunicadores.

Porque la condición del espectador no solo es la pasividad. Impedir, en la pasividad de los medios, la construcción de una nueva correlación de fuerzas entre las expresiones políticas mexicanas, proveniente de una elección calificada como de las más vigiladas en los últimos tiempos, asumiendo una actitud crítica del nuevo gobierno que encabezará Enrique Peña nieto, puede ser la del francotirador de los medios cuyo objetivo sea detener y no propiciar la solución de los grandes problemas nacionales.

Por supuesto la negación de la crítica a un gobierno, permanente  susceptible de fallar en no pocas de sus decisiones, es un factor indispensable para un desarrollo institucional que pueda caer a falta de ella en las tentaciones del autoritarismo.

La crítica de los medios hacia cualquier campo, acción o segmento de nuestra vida pública será vital en el futuro.

La gran responsabilidad que, después del fallo emitido de manera unánime por los magistrados del poder Judicial de la Federación, no va a recaer en una sola de las entidades, públicas y privadas, de nuestra vida como nación.

Al llegar Alonso Lujambio a rendir protesta como Senador de la República, logró un aplauso unánime de todas las fuerzas políticas reunidas en el recinto. 

No es solamente una manifestación sentimental hacia un personaje que da un ejemplo de lucha por la vida.

A fin de cuentas, resultó una propuesta de unidad.

La gran responsabilidad que los mexicanos tenemos enfrente es la de saber construir los acuerdos pendientes que tiene la nación. Lograr sus reformas estructurales, caminar hacia la transparencia.

Una de los más comprometidos con la responsabilidad nacional es sin duda un luchador social como Andrés Manuel López Obrador.

A un personaje que logró obtener 15 millones de votos, solo los necios podrán negarle esa categoría de líder social.

Hoy empieza el cumplimiento de un compromiso asumido, implícito o explícito por todos los actores sociales de México. El de las promesas y de las responsabilidades que se hicieron en la pasada campña y que ahora se tienen que cumplir.