En lo personal me impactó y me conmovió saber que la Catedral ardía en llamas. Exactamente era un dolor inusual que no sabría explicar, ya que nunca la conocí, ni siquiera he viajado a Europa. Sin embargo, me sacudió. Quizá saber que tanto arte se quemaba, tanta historia, tantos siglos... De primera instancia me costó trabajo relacionar el evento con Dios. Soy creyente y católica, pero no ubiqué esa conexión en un principio . 

Después las noticias empezaron a surgir con mayor intensidad. Los noticieros aseguraban que la catedral colapsaría. Yo sí creía que se vendría abajo. Empecé a cuestionarme todas las cosas que uno deja para después por creer que tienes la vida segura. Lamenté no haberme dado el tiempo ni la oportunidad de aventurarme y viajar y conocer Europa y esas joyas de la humanidad. Estaba programando un viaje para septiembre a Paris y pensé: “demasiado tarde”. Y después pasaban las horas y la catedral se mantenía estoicamente de pie. 

Empecé entonces a entender que sí, que había una gran conexión entre Dios y este evento y que había un mensaje que me había sido entregado en forma particular: “Podrán decirte que colapsaras. De hecho podrás sentir que colapsas, pero tú fe te mantendrá de pie”. Por supuesto, expuse mi sentir en redes sociales y no faltaron los comentarios críticos : “Ah, te sientes triste por una iglesia en donde a causa de ella hubo mujeres llevadas a la hoguera por considerarse brujas. ¿O no te acuerdas que quemaban a científicos y a doctores por creerlos poseídos? Te duele una iglesia quemada pero no te duelen los bosques  que se quemaron en Zapopan?” Y muchos otros comentarios que no tenían que ver con mis tuits pero que leía . 

Mujeres y hombres de la comunidad LGBT felices esperando la caída de la catedral pues la iglesia no ha aceptado su condición ni sus preferencias. Incluso en algún noticiero la conductora narraba que de un lado de la Catedral en los balcones de los departamentos, gente con cerveza celebrando el incendio y esperando con ansia el colapso y del otro lado gente orando, cantando, llorando. Esta polarización que la religión da será para siempre, pero estoy segura habrá un antes y un después por lo vivido hoy. Mi reflexión queda en que deberíamos de ser más compasivos y empáticos con los otros.  Si algo le duele al otro, se debería  respetar ese dolor. De lo contrario me parece contradictorio anhelar un mundo de paz y justicia si entre nosotros como seres humanos nos empeñamos en destrozarnos tan solo porque el otro piensa diferente que yo, o siente o vive diferente . 

Dejo aquí mi reflexión y análisis acerca de el tema que si bien a algunos no impactó, a mí sí.