En México, se instauró el 31 de marzo como el día nacional del psiquiatra en recuerdo del aniversario luctuoso del Dr. Ramon de la Fuente Muñiz, fundador del Instituto Nacional de Psiquiatría.

¿Por qué es importante recordar el día del psiquiatra?  En la historia de la medicina la psiquiatría empieza a formalizarse como una rama de la medicina hasta el siglo XIX cuando surge el concepto de enfermedad mental. Lo que no quiere decir que a lo largo de la historia de la humanidad las enfermedades mentales no estuvieran presentes, muy por el contrario, existen innumerables registros históricos de síntomas o conductas que reflejan el sufrimiento que los trastornos mentales ocasionaban, basta ver las tragedias griegas como ejemplo. Los trastornos mentales tardaron siglos en ser reconocidos como tal debido principalmente a la particularidad de su naturaleza, son trastornos que involucran a la mente, la conducta y las emociones. En este sentido siempre se ha considerado que los humanos “podemos gobernar” a voluntad estos aspectos. Así, si una persona se siente triste, si tiene una conducta inapropiada socialmente, si se daña a sí mismo o si tiene deseos de morir, se le estereotipa como alguien que no desea controlarse, no desea mejorar, es débil o “se encuentra inventando” lo que le sucede.

Actualmente los trastornos mentales son considerados alteraciones en la forma de pensar y en la conducta del individuo que se deben a una base neurobiológica que repercute en el bienestar subjetivo y social de la persona. En otras palabras, no se trata de un problema de falta de voluntad, de falta de acción o de llamar la atención ante los otros. Son trastornos que se gestan en el cerebro por alteraciones en los trasmisores químicos que procesan nuestras funciones neurales y en muchas ocasiones, también son generados por problemas en la conectividad de las neuronas creando un desarreglo funcional. Hay que destacar que la voluntad, de ninguna forma puede combatir o controlar los síntomas y el origen de los trastornos mentales, es aquí justamente donde interviene el médico psiquiatra.

Dentro de la medicina la psiquiatría siempre ha ocupado un espacio marginal debido a múltiples factores. Se considera que el sufrimiento emocional no es equiparable al dolor, se considera que los trastornos de la conducta no son equiparables a los datos objetivos y medibles que manifiestan muchas otras enfermedades, y lo más preocupante, se sigue considerando en el ámbito médico, que muchas manifestaciones de los trastornos mentales son una falta de voluntad del paciente por mejorar su salud. En este sentido existe una falta importante de educación psiquiátrica que debe de ser atendida desde las escuelas de medicina donde empieza la formación de los futuros médicos.

Como en cualquier especialidad, es muy importante reconocer el perfil de actitudes y aptitudes necesarias para desempeñar las labores propias de la especialidad. No se trata de establecer si estas son más o menos importantes que las requeridas para otras especialidades médicas, simplemente obedecen a un perfil particular. El médico psiquiatra requiere sobre cualquier aspecto, contar con grado muy alto de empatía. Es la capacidad de poder identificarse en el otro, lo que marca la diferencia de esta profesión. Debe de ser altamente sensible ante el dolor y el sufrimiento ajeno, sin empatía es imposible explorar e identificar el trastorno del paciente y mucho menos proponer una solución. Otro aspecto fundamental de la especialidad es la necesidad de contar con un criterio “abierto”, es decir tratar de observar y entender a los pacientes desde una neutralidad necesaria que no anteponga sus ideas, juicios o creencias. Tal vez uno de los aspectos más difíciles de esta profesión es contar con una gran flexibilidad que le permita lidiar con las diferencias de la norma social, ya que norma social no es sinónimo de sanidad. El psiquiatra requiere de una gran capacidad analítica y ética que le permitan trabajar no solamente con el paciente, sino con su entorno empezando con la familia y la sociedad en general. Por último, el ejercicio profesional de esta especialidad conlleva riesgos físicos, emocionales y sociales. Por lo que merece atención especial el cuidado de la integridad de los médicos que día a día se enfrentan a esta problemática.

La atención de los trastornos mentales es una materia pendiente y rezagada en México, empezando por el número de hospitales y especialistas destinados a atender a 129 millones de habitantes. El trabajo de la sociedad también es fundamental para ir derribando estereotipos, prejuicios y falta de información. Es una obligación del gobierno, de las instituciones de educación y de las escuelas de medicina realizar un trabajo más intenso en fortalecer la salud mental empezando por sensibilizar, educar e informar. Los trastornos mentales requieren de atención, de eso depende el progreso de una sociedad, una sociedad sana física y mentalmente es una sociedad progresista y avanzada.