No soy un mexicano eminente. Por supuesto, hay millones de mexicanas y mexicanos que merecen estar aquí más que yo.
No he escrito ningún libro destacado y tampoco mi pensamiento es considerado de grandes vuelos.
Mis aportaciones no están en el terreno de la democracia o en las teorías del Estado.
Yo, más bien, me he dedicado a acumular riqueza.
Quienes me eligieron para estar hoy aquí, en este histórico Senado de la República, han sido objeto de críticas por haber decidido entregar la medalla? la honorable medalla Belisario Domínguez a una persona como yo.
He escuchado que merecen más este galardón luminarias como la escritora Elena Poniatowska o el grande Gabriel Zaid. Permítanme ponerme de pie cuando pronuncio el nombre de Gabriel Zaid. Claro que los dos pensadores merecen más este premio que yo. Y no sólo eso, lo merecen más millones de mexicanos y mexicanas.
Lo merece más aquel mexicano que no tiene qué comer y no obstante lucha por sobrevivir. Él sí es un mexicano eminente.
Yo, más bien, me he dedicado a acumular riqueza.
Pero quiero aprovechar esta tribuna para decir los siguiente: recibo este premio como un estímulo a los mexicanos que han podido acumular riqueza.
La riqueza acumulada es la que hace fuerte a una familia.
Y que se entienda lo siguiente: hablo de riqueza a cualquier nivel.
Puede considerarse rico un trabajador que gana lo suficiente para mantener a su familia con decoro.
La acumulación de riqueza es un concepto que deben tener todas las familias en la mente. El concepto es la acumulación de riqueza, y sus variantes son los niveles de riqueza.
Puede ser que una persona se considere rica cuando únicamente se alimenta de amor.
Es posible que el amor sea la riqueza más importante.
Pero las cuestiones del amor hay que dejarlas para la intimidad. Yo, más bien, he venido aquí a hablar de la acumulación de riqueza material.
No es un pecado mortal acumular riqueza. El Vaticano, por ejemplo, es inmensamente rico.
Hoy, recibo este premio a nombre de los mexicanos que han podido acumular riqueza, porque seguramente la han acumulado distribuyendo riqueza a lo largo y ancho del país.
He de reconocer un solo error, pero ese error no sólo lo habría cometido yo, sino la humanidad entera. El error es que he acumulado de más la riqueza. Y es porque la debilidad del ser humano es querer tener siempre más dinero. Quien diga que no quiere más dinero está mintiendo.
Ahora bien, ese error tiene sus ventajas, porque a mayor riqueza habrá más posibilidades de distribuirla. De modo que es un error perdonable.
La riqueza es la madre de los empleos.
Quien posee riqueza puede crear empleos. Y quien tiene un empleo puede acumular riqueza.
Así, estoy muy contento de que hayan otorgado esta medalla a un empresario. Podría haber sido cualquier empresario, no importa.
A éste país, hoy más que nunca, le urgen los empresarios. Este país necesita poner en un pedestal a los empresarios. Es indispensable que los empresarios sean un ejemplo para la sociedad. Si hacemos un balance de las personalidades que han recibido esta presea, la más importante que entrega el Estado, podemos darnos cuenta que los empresarios han estado ausentes. ¿Por qué?
Ya sé, porque el Estado suele utilizar a los empresarios, más que vanagloriarlos. La clase política que compone el Estado rehúye a poner como ejemplo a los empresarios, y prefiere poner en un pedestal a los escritores, a los pintores, a los historiadores, a los doctores, a los abogados, a los deportistas. Los deportistas, por ejemplo, son los más grandes ídolos.
Hoy recibo esta presea a nombre de los empresarios, que son quienes se dedican a acumular riqueza para distribuirla en la sociedad.
México necesita de empresarios. México necesita riqueza.
A Guerrero le urge riqueza. La desesperanza es hija de la pobreza.
A Michoacán le urge riqueza. Las armas en poder de los civiles son síntomas de la pobreza.
México necesita de los empresarios. México necesita depender menos del petróleo. Hemos perdido muchos años tirados en la maca dependiendo del petróleo. La riqueza de una nación se debe producir por todos sus integrantes. Es posible que el petróleo, más que bien, nos haya hecho mal. Ahora que el petróleo ha bajado dramáticamente de precio nos podemos dar cuenta de lo indispensables que son los empresarios creativos y ambiciosos.
Hay varios ejemplos de naciones fuertes y productivas, que han cimentado su crecimiento en los empresarios. Ahí está Corea del Sur, que después de salir de una guerra ha basado su crecimiento en los empresarios ambiciosos y creativos. Ese país tiene hoy tres de las empresas más importantes a nivel mundial. Hablo de marcas propias. Hablo de Samsung, LG y Hyundai, entre otras. Los coreanos han sido capaces de producir productos originales que han roto barreras. No han basado su estabilidad y progreso en el petróleo.
Otro gran ejemplo es Estados Unidos. Es la nación más poderosa porque aún cuando tiene petróleo y hoy en ese tema es autosuficiente, ha invertido en ciencia y tecnología tanto que hoy cosecha los frutos. Posee empresas líderes a nivel mundial. Hablo de General Electric, Ford, General Motors. Es un país que dicta la moda en tecnología, a través de inmensas marcas como Google, Facebook, Apple, Twitter, etc.
México tiene talento para lograr ser líder, pero requiere de visión y de los empresarios. México debe creer en su talento y darle las condiciones para que no emigre.
Yo he puesto mi granito de arena en el ITAM, donde se han formado buenos empresarios y buenos políticos. Varios de ustedes aquí presentes han salido de ahí, ¿o no?
Pero no he venido aquí a hablarles de mis virtudes, porque sólo considero que tengo una: la decisión de haberme convertido en empresario.
Yo tengo la satisfacción de crear empleos, como otros mexicanos y mexicanas tienen la satisfacción de dejar una huella imborrable a través de su pluma y de su pensamiento.
La educación es la madre del progreso.
El impulso de la gente debe ser la superación.
A quienes me critican por tener tanto dinero les digo: el dinero en grandes cantidades sólo sirve para distribuirse, porque es imposible disfrutarlo en su totalidad.