México es una de las economías con mayor potencial de crecimiento en siglo XXI debido a las importantes ventajas comparativas con las que cuenta, como son una estabilidad macroeconómica reconocida, una posición geográfica privilegiada y una red de tratados internaciones que le brindan acceso al principal mercado del mundo. Gracias a lo anterior, el país cuenta con un sector externo dinámico y de alto valor agregado, en el que participan industrias tan productivas y sofisticadas como la automotriz y la aeroespacial. Sin embargo, a nivel nacional, la productividad se ha mantenido estancada en los últimos años.

El principal determinante del crecimiento de un país es la productividad, es decir, la eficiencia con la que se utilizan los factores de producción. Con la misma cantidad de factores de producción, a mayor productividad, mayor será la producción de bienes y servicios.

En el país, la productividad total de los factores entre 1990 y 2014 registró una caída media anual de 0.6%. Este declive de la productividad es también una de las principales razones por lo que nuestra economía ha crecido por debajo de su potencial en las últimas tres décadas. Entre 1980 y 2014, el PIB mexicano creció a una tasa media anual de 2.4%, casi la mitad de lo observado en las economías emergentes.

En respuesta al bajo crecimiento de nuestra economía, resultado de una productividad poco dinámica, la actual administración estableció en el Plan Nacional de Desarrollo la estrategia de democratizar la productividad. Esto es, que todas las empresas y no sólo unas cuantas tengan acceso a las herramientas que les permita incrementar su productividad.  Por ello, a finales de 2012 se decretó la creación del Comité Nacional de Productividad, un órgano consultivo del Ejecutivo Federal y de la planta productiva. Entre sus objetivos prioritarios se contempla incrementar la formalidad de la economía, mejorar el acceso a financiamiento de actividades productivas, elevar la inversión y capital humano, fortalecer el ambiente de negocios e impulsar un desarrollo regional equilibrado.

Con el fin de cumplir con estos objetivos, el Comité se ha planteado tres estrategias fundamentales: aprovechar oportunidades de crecimiento en sectores de alta productividad que surgen de las recientes reformas estructurales; incrementar la productividad en sectores que concentran la mayor parte del empleo, pero no son productivos y, promover la expansión de sectores que son muy productivos pero generan poco empleo.

De acuerdo con el INEGI, los sectores que más generan empleo en México son los menos productivos, mientras que los sectores más productivos y que pagan mejores salarios emplean solamente a 12.6% de la fuerza laboral del país.

No obstante, debemos reconocer que en años recientes la productividad laboral, uno de los factores de la productividad total, ha mejorado de manera importante. Entre 2005 y 2014, la productividad laboral por persona ocupada creció 5.1%, lo que implica un crecimiento de 0.5% al año, el cual aún es bajo pero positivo.

 Por último, una de las formas más rápidas de incrementar la productividad del país con generación de empleos de calidad, es aprovechar la presencia de las grandes empresas globales en México, las cuales participan en los sectores más productivos del país. Lo que necesitamos es dirigir más capital y recursos humanos para generar una proveeduría nacional alrededor de estas empresas.

En la medida en que más empresas mexicanas puedan insertarse exitosamente en la cadena de proveeduría de las grandes empresas, se incrementará el contenido nacional de nuestras exportaciones, aumentará la productividad y se detonar el crecimiento económico en nuestro país.

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