El poder de la información puede ser tan benéfico como perjudicial, si no se fundamentan las bases en las cuales habrán de reposar los principios de quien o quienes deciden hacer de ella, un instrumento de reclamo.

 

No obstante, esto puede ser omitido como premisa cuando la efervescencia social finca sus intenciones en sentimientos como el hartazgo, el desasosiego y el coraje, aunque es trascendental tomar en cuenta que no por esto, deja de ser una acción legítima.

 

¿Habrán entendido esto nuestras “opciones” presidenciables y sus partidos? Tengo mis dudas. Las movilizaciones que han tenido lugar en nuestro país, inspiradas básicamente por el pesar de la sociedad y la democratización, en primera instancia, de los medios de comunicación -cuyo papel preponderante en la percepción de la realidad nacional le da su estatus de prioridad- han desencadenado un fenómeno que en poco tiempo mutó, para pasar de una consigna política a una ciudadana al cien por ciento.

 

En este sentido, aunque a la mayoría le parezca que las posturas como la que emprendió la Universidad Iberoamericana y que ha “contagiado” al país, pudieran tener una filia partidista debido a la identificación con el discurso de cierto candidato; es un hecho que la juventud ha ejercido un derecho aletargado que, por ende, no se dejaba sentir con tanta intensidad.

 

Así pues, la revolución “anti” y los arquetipos de manifestación a los que estamos acostumbrados; de esos que desquician la vialidad e involucran a todos en el descontento, pero ligado al estrés; comienzan a ser parte de la cohesión que tanto ha buscado la sociedad civil para establecer un objetivo común que la respalde y vaya de la mano con la esperanza de cambio.

 

Pero todo lo anterior es nada, cuando existen élites que hacen de la represión y el menosprecio, dos falsas virtudes que intentan disfrazar con tolerancia insinuada, descartando que es precisamente esta voz masiva el parte aguas de una posible recuperación democrática que favorezca a una nación, como sucede en Egipto, por ejemplo, donde las elecciones de este país a través de métodos que están lejanos a la obligación de hacer personal un fundamento político que debiera ser alternativo, habiendo partido de una insurrección como la que vivió aquel país por la liberarse de regímenes totalitarios como el de Hosni Mubarak.

 

Ahora bien: un paso fundamental para legitimar las manifestaciones como las que ahora acaparan la atención de México y el mundo -al estilo de Medio Oriente, España o Chile en la actualidad- debe ser precisamente la de conocer la historia que las motiva, como parte del sustento informativo que se intenta transmitir y, entonces sí, hacer uso de las herramientas actuales para lograr de estas expresiones algo que siente precedentes y no quede como una moda.

 

Pero tú, amiga o amigo marchante ¿en verdad estás consciente del alcance que puede tener una movilización como la del #YoSoy132?

 

Al respecto, convendría echar un ojo a sucesos similares que han impactado en la humanidad, precisamente porque más allá de no votar por el PRI o exigir a imparcialidad a un duopolio establecido –y que llevará años regular- existen referencias que podrían servir para tener una idea más clara de la información que estamos compartiendo al participar en ello, así como el mensaje que deseamos enviar al resto de la población.

 

Por ejemplo ¿crees que el movimiento del 2 de octubre fue algo aislado o pormenorizado para los mexicanos? ¿Sabías que en la década de los 60 se vivió otra efervescencia mundial que alcanzo países como Francia con la “Revolución de los Zánganos” (calificada así por la oposición y considerada la más importante, debido a quienes la apoyaron; desde sindicatos hasta un partido de pensamiento comunista); Estados Unidos con el reclamo de mayores y mejores derechos civiles de las minorías y contra el conflicto de Vietnam (de la que destaca, por cierto, la que emprendió la Universidad de Berkeley a favor de la libertad de expresión política); Italia, donde universitarios lograron que sus instituciones fueran auto gestionadas por ellos; la Primavera de Praga en Checoslovaquia y hasta China en 1965, por la dignificación de la juventud? Todos, cabe destacar, impulsados de gran manera por los medios de comunicación; algo que hoy podría ser comparable con el alcance de las Redes Sociales.

 

SUI GENERIS

 

¿Sancionar porros? ¿Desestimar la inteligencia de las nuevas generaciones? ¿Encasquetar partidos al disgusto ciudadano? Esas son sandeces. Lo que sí sería imperdonable es que, durante o después de manifestarse, olvidáramos el objetivo por las que lo hacemos. Es hecho que esto ya nadie lo frena y no por idealismo, sino porque se trata de una inercia lógica, antecedida por movimientos similares en el mundo, tal como sucedió en los 60.

 

El México partidócrata no está exento de asimilar su naturaleza y por lo tanto, debemos guiarnos por “lo que hay”, que en estos momentos es el voto, aprovechando esos 14 millones de nuevos votantes más los que se unan. Hoy tenemos la oportunidad de elegir, pero no de cambiar radicalmente; por algo se empieza y se está logrando con el despertar de las conciencias, aunque haya quien se empeñe en ponerle uno o varios colores políticos. Eso es lo que se debe defender.

 

Ahora sólo resta mantenerse en pie de lucha y no escatimar en el desgaste de gargantas y el Quinto Poder de las Redes Sociales, para que lo que vive nuestro país se convierta, quizás acorde con su naturaleza, en una especie de “partido” de la ciudadanía y aspiremos a participar integralmente en las decisiones de un México lastimado, pero con potencial interminable ¿o tú qué opinas?

 

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