En su conferencia matutina, el presidente López Obrador se refirió al grupo de ciudadanos, políticos y académicos que crearon el grupo denominado #YoSíQuieroContrapesos como “ternuritas”. Palabra, esta última, que se usa para referirse a algo inocente o ingenuo; algo con cierta dimensión de debilidad.

Y es que no es para menos, eso es lo que la propuesta de crear un grupo denominado #YoSíQuieroContrapesos despierta; pues a pesar de la intención y esfuerzo de sus precursores, si partimos del concepto de contrapeso en un estado democrático en el que rige el principio de división de poderes, la idea carece de fundamento, razón y viabilidad real.

Según la teoría de Montesquieu, el estado debe funcionar a partir de una división de poderes, tres poderes separados en tres áreas y responsabilidades distintas; tres poderes en el que ninguno mandé sobre los otros; articulados en un engranaje real de pesos y contrapesos. El legislativo elegido por el pueblo elabora las leyes; el ejecutivo encargado de gobernar, y el judicial responsable de administrar y aplicar en nombre del pueblo la ley. 

Así, las ideas del modelo de pesos y contrapesos postulan que el poder debe estar distribuido entre varios cuerpos gubernativos, de tal forma que se evite que uno de éstos abuse de los otros.

En el estado mexicano el artículo 49 Constitucional establece que el Poder Supremo se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y prohíbe, expresamente, que dos o más de estos Poderes se reúnan en una sola persona o corporación. Es ahí donde la propia Carta Magna prevé un sistema de pesos y contrapesos. 

Luego, que los contrapesos reales en el estado mexicano están construidos a nivel constitucional no con base en voluntades particulares. Están previstos como instituciones de derecho y de hecho, derivados de procesos y formas específicas, bajo la actuación de instituciones democráticas que garantizan la legalidad de su configuración. 

También están los partidos políticos, los cuales, según el artículo 41 de la Constitución, son entidades de interés público, cuyo fin es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política, y es a través de estos cómo se puede buscar ser un contrapeso real al Gobierno en turno. 

¿Por qué este grupo denominado #YoSíQuieroContrapesos, si existen los elementos y las instituciones del estado para ser una balanza al poder, propone una idea tan fuera del estado, tan protagonista, tan confusa, tan sinsentido? ¿Por qué hacer creer a la ciudadanía que efectivamente pueden tener un contrapeso real al poder del estado? Tal vez, insisto, se olvidaron de la propia cimentación del gobierno mexicano; se olvidaron de las propias instituciones en cuyas reformas legales, muchos de ellos participaron. 

El gobierno actual lleva poco más de 85 días, durante los cuales se han tomado decisiones que pueden a muchos gustar o no gustar, pero no he visto ni violaciones a derechos humanos, ni falta de diálogo (basta ver las discusiones para la creación de la Guardia Nacional), ni violaciones al federalismo ni mucho menos, como parece presumir o pretende defender esta agrupación.

Si lo que no les gusta o les asusta a este grupo de ciudadanos es que el Congreso esté integrado por una mayoría perteneciente al partido afín al Señor Presidente, hay que entender que el pueblo quiso darle al proyecto político que hoy gobierna, la mayoría en las Cámaras para poder funcionar. Que fue la voluntad popular la que decidió la conformación de esos pesos y contrapesos. Cuestión que no parece tan errónea si se toma en cuenta la parálisis e ingobernabilidad en la que vivimos en los últimos seis años. 

Hay que precisar que los ciudadanos que hoy buscan reunirse en el grupo denominado #YoSíQuieroContrapesos tiene el derecho de asociarse o reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito, pues así lo establece el artículo 9º Constitucional; sin embargo,  dicho derecho no les otorga facultades para ser un contrapeso institucional al gobierno; simplemente pueden, como cualquier otro ciudadano, ejercer los derechos que les otorga la Constitución, como la libertad de opinar, expresarse, reunirse etc. Esto es, no existen mecanismos legales para crear un contrapeso real al poder con un grupo de esta naturaleza; así que llamémosle a las cosas como son, es retórica no hechos. 

Más bien hay que trabajar, desde las instituciones constitucionales y legales en consolidar a la oposición; una oposición, pero crítica, más no criticona; que plantee alternativas; que cambie la idea de que la oposición estorba; pero que no viva de un discurso sin fundamento, porque si no se ganan que el Presidente les diga ternuritas y qué pena, ¿no?