Pocos desconocían el objetivo del PRI y el PAN establecido desde antes de iniciar el proceso electoral 2012: Ignorar, desdeñar, no mirar hacia los lados y menos para abajo, hacer una campaña entre dos, entre el PRIAN.

Sin embargo, conforme ha avanzado el sinuoso proceso electoral, López Obrador ha ido contraviniendo dicho propósito sistemático, ha ido imponiéndose con tozudez, con trabajo y talento. Primero contra la mezquindad de ningunearlo, después superando a la candidata del PAN, ahora, acercándose “peligrosamente” -empatando ya técnicamente según el Reforma-, al candidato del PRI.

Hoy, después de los innumerables y ridículos errores de Josefina (quien pese a todo recurre una y otra vez a la violencia y el consabido estiércol; la marca de su partido que se le revierte), luego de la refrescante manifestación y la demandante acción estudiantil en contra del carácter autoritario y represor del PRI y Peña (dejemos atrás la estulticia intelectual), y considerando las adhesiones y simpatías crecientes hacia López Obrador, puede apreciarse que tanto ha subido el candidato de la izquierda y tan aumenta la percepción de que puede ganar la elección, que se convierte finalmente en el objeto de los ataques.

Atrás ha quedado el maravilloso paraíso del desdén prianista. Obrador ya no es más el candidato que alcanzaría apenas alrededor del 15% de los votos. Ahora es un peligro para el otrora inmutable Peña; la estrella de TV. Porque mientras los demás decrecen, AMLO continúa en ascenso hasta en las encuestas más dibujadas en su contra.

A mayor percepción social de su posible triunfo, se activan las embestidas: Amplia difusión de la descripción de AMLO versión Sicilia; filtración de audio de reuniones aparentemente oscuras para pedir dinero en su apoyo; exhibición de supuestas mega marchas de 50 priistas en contra suya en Chetumal; violento video del PAN y Josefina con aire al viejo y ya poco creíble “peligro para México”; tiempo extra en Televisa para difundir aquello que vaya en contra del candidato que “inesperadamente” sube; lo que se acumule…

Una objetividad, una obviedad, se ha querido olvidar: el currículum del objeto en cuestión, sus 35 años de trabajo social auténtico, su constante compromiso con lo que él llama sus “principios”, sus “ideales”, su amor por el país más allá de los cargos públicos, sus múltiples recorridos por el mismo. Esto, una vez más, objetivamente, arroja un peso que necesariamente se manifiesta en la realidad, en la efusiva expresión cotidiana de sus encuentros con los ciudadanos del país y en la encuestas.

El primero de julio de 2012 luce más intenso e interesante que nunca.