Ni esa frase célebre ni el “chinguen a su madre” requieren mayor explicación, pero que arrancó más de una sonrisa cuando fue pronunciada por Porfirio Muñoz Ledo en el Congreso de la Unión. Y sí, muchos consideramos que su alocución es merecida por muchos legisladores y en más de una ocasión.

Ni el merecedor a la Belisario Domínguez como propusieron algunos, ni el dictador absoluto como propusieron otros. Un magnífico jurista, conocedor de la ley y sus vericuetos. Y ante todo de cómo hacer funcionar (o que lo parezca) la Cámara de Diputados. Hasta la semana pasada. Donde olvidó su talante demócrata y decidió que podía quebrantar la ley y quedarse un poco más en la presidencia de la Cámara. Y ahí vino su error. Olvidó que aun con la división de poderes, aún con la mayoría de su partido en el Congreso, hay cosas que no se permiten.

Llama la atención que siendo él uno de los morenistas que criticó y con razón la ilegitimidad y anticonstitucional de la votación del Congreso de Baja California sobre alargar el tiempo de Jaime Bonilla, no haya entendido o visto la semejanza con lo que intentaba.

Tampoco, que al menos por cortesía, (dada la división de poderes) buscara el visto bueno de Andrés Manuel. Lo cual, no sucedió. Como comenta la Dra. Verónica Malo en su columna de El Heraldo, en Palacio Nacional no se vio nada bien la decisión unipersonal del famoso legislador.

 

Pecó de soberbio y autoritario al tratar de quedarse de presidente. Lo que es peor, subrayó el desdén a la democracia, reconocido en muchos políticos (del partido que sean). El agandalle realizado no pasó por alto en Palacio Nacional y le dieron una lección que muchos más requerirían. Esto es, le aplicaron la ley del hielo y el presidente, no permitió que ese acto de ilegalidad se acercara a su mensaje.

No es la primera vez que Porfirio paga sus osadías. Basta evocar su vergonzosa representación de México en Nueva York en la ONU. La respuesta del gobierno por él representado, fue fulminante, su regreso a nuestro país y su exilio absoluto de la diplomacia mexicana.

Lo olvidó. Olvidó que no hay razón para violar la ley, y los protocolos y que el gobierno en turno no lo olvida y menos quiere verse salpicado por sus errores. Así, el gran manejo que tuvo de la cámara durante todo el periodo, se verá manchado por su insolencia.

 

Tiene razón Muñoz Ledo en llamarles la atención a los legisladores. No saben legislar. El exabrupto soltado con micrófono abierto quedó mucho más claro que las razones esgrimidas para quienes presenciaron la sesión. El ruido causado, lo mucho que vulneró al poder legislativo, también fue de forma más patente su desprecio y lo que él hizo fue decirle a la democracia: “chinga a tu madre”. Por supuesto que se extrañará su conocimiento de los procedimientos legislativos, pocos los manejan y conocen tan bien como él lo hace. Pero no es razón para que se quede, de hecho su actitud, es la primera que se merece el “chingue a su madre”.