Luces

Hoy se celebra la gran fiesta por antonomasia del cine. Entre otras, compiten dos cintas que cuentan con 10 nominaciones cada una, si bien en ambos casos se considera muy poco probable que puedan arrasar con tantas estatuillas. Si acaso con tres o cuatro cada una. Aun así, especialmente para una de dichas cintas, es todo un logro contar con tal número de nominaciones. De hecho, Roma, la película mexicana ha sido ya multi-premiada en diferentes festivales cinematográficos a nivel mundial.

Cámara

Cosa importante: Roma, junto a La balada de Buster Scruggs, End Game”y Period, End of Sentence, es el grupo de películas que dan por vez primera la oportunidad a Netflix de competir por el Óscar. De igual forma, rompe esquemas al retornar a la filmación sin color. La última blanco y negro en ganar el Óscar fue La lista de Schindler. Además de entrar en el muy selecto grupo de películas de estar nominadas al unísono en las categorías: “mejor película extranjera” y “mejor película”: Z, 1969, franco-argelina; La vita é bella, 1997, italiana; El tigre y el dragón, 2000, china; Amour, 2012, francesa.

Roma también redobla el paso de la presencia de directores, fotógrafos y un largo elenco de mexicanos en la industria del cine internacional. Decir Cuarón, Del Toro y González Iñarritú es hablar de directores del más alto nivel, quienes han conducido a estrellas de tamaño internacional y los tres han logrado el Óscar con sus obras.

¡Acción!

Lo anterior ha servido para que Cuarón saque a la luz un tema lacerante que existe en México y que no siempre se trata de forma directa: México es un país racista.

No, no el racismo contra los descendientes de africanos como en Estados Unidos, pero sí contra nuestros diferentes tonos de piel, desde el bronce bruñido hasta el blanco deslavado. En el lenguaje diario al dirigirnos de forma despectiva a una persona, en la obstinación de aclarar la piel (cremas que se venden en todos lados), pintar el pelo de “rubio a fuerza quiero ser”, cuando el pelo azabache es tan elegante, o bien cuando las fotografías se fotochopean para borrar rastros indígenas, disminuir el tono moreno de piel. Los anuncios retratan solo una parte del increíble abanico de color y complexión del mexicano.

¡Qué bueno que Cuarón dijo que México es racista! ¡Qué malo que solo queda enmarcado en la víspera del Óscar! Tal vez lucra exhibiendo a México o utilizó la palestra de la fama para señalar un problema que existe y que sólo desde ahí puede señalarlo.

El premio

Pero es cierto. Tan cierto como los comentarios descalificativos en contra —pero también aquellos en apoyo— a su artista principal. La mayoría no están basados en si actúa bien o mal, si es una actriz en ciernes y si eso hace válido que compita con otras artistas de larga trayectoria. Los comentarios absurdos se enfocan en cuestiones racistas, ya sea para descalificar o justificar la presencia de una mexicana entre las nominadas.

El racismo vive en México en la forma en que insultamos a quienes piensan, aman o actúan de forma diferente, ya sea por su color, ideología, posición partidista, nivel socioeconómico. Y se da en ambos sentidos en cualquiera de sus abanicos de espectro.

Sí, existe también cuando tratamos al prójimo como un niño que no puede ser responsable de su propio devenir e insistimos en darle el pescado en lugar de enseñarle a pescar. En dividir a México entre fifís conservadores y pueblo bueno; entre güeritos y morenitos. 

Es evidente que existen buenos y malos en todas partes: cuando el “pueblo bueno” se acelera muy gacho y quema urnas para una consulta o roba huachicol; cuando el “pueblo malo” lo ve todo como negocio o revancha. Esa es la desgracia de nuestro país: juzgar por una cuestión de prejuicios.

Mientras esto siga sucediendo, mientras tratemos al otro con desprecio y frustración, en cualquier escenario solo se mostrará la podredumbre de México. La terrible forma de culpar a otros sin tener más razón que un prejuicio de condición.

Dado que Cuarón le dio luz al racismo, aprovechemos para debatir el tema; pero en serio, no solo para exponerlo en reflectores de la farándula. Solo así, el Óscar no solo será para Roma, para los indígenas, para un “pueblo resarcido”, sino también para un país que requiere cambiar en su forma de entenderse como mexicanos.