Hace tiempo publiqué en este diario un artículo referente a la situación de crisis del petróleo a nivel global y en México titulado “Enrique Peña Nieto: derroche petrolero y la quiebra de la nación”. Es un poco largo el artículo porque incluye gráficas y algunos datos a ese respecto. Le anexo enlace al mismo por si desea leerlo.

http://sdpnoticias.com/columna/7164/Enrique_Pena_Nieto_derroche_petrolero_y_la_quiebra_de_la_nacion

 

De cualquier forma, le ofrezco a continuación un resumen de ese apunte.

 

Resumen:

 

Hacia mediados del siglo XX, un geofísico de la universidad de Chicago, de nombre Marion King Hubbert, lanzó una teoría para tratar de explicar y proyectar a futuro el comportamiento de la industria petrolera en los EUA. En breve, esta teoría establece que la producción de un yacimiento petrolero sigue una ruta típica que implica una fase inicial de crecimiento exponencial de la producción, seguido por un pico o meseta de máxima producción – pico del petróleo -, para terminar luego con una fase de salida donde la producción decae rápidamente, a tasa exponencial. Todo el proceso de producción cesará cuando se alcance el punto donde se invierte más petróleo que aquel que se recupera. Lo anterior aplica a la producción de un yacimiento como a la producción de un país o a nivel global.

 

En 1956 Hubbert ajustó a su modelo los datos históricos de la producción petrolera en EUA y pronosticó que este país alcanzaría el “pico del petróleo” hacia el año de 1971. Apenas entrando la década de los años setenta del siglo XX la realidad se ajustó a su pronóstico y la “profecía” de Hubbert se cumplió con un error de solo un año.

 

Desde entonces han proliferado los estudios basados en el paradigma de Hubbert y se han concluido cosas muy importantes para todo el mundo.

 

Enrique Peña Nieto: la entrega del petróleo para la legitimización, y la quiebra de la nación.

 

Por supuesto que la falsimedia jamás le dirá lo que hemos apuntado por la simple y sencilla razón de que usted no debe saberlo. Lo que yo le estoy ofreciendo es una síntesis de una amplia bibliografía y de muchas bases de datos que tuve que consultar por mi cuenta durante semanas en fuentes internacionales. Y se le oculta la verdad a usted por dos motivos principales. Primero, porque el ya escaso petróleo mexicano es una cuestión de seguridad nacional, no para nosotros – cuando debiera serlo -, sino para los EUA y sus socios avasallados de la UE. Segundo, entre más apartado usted se encuentre de la realidad del mañana en esta materia, más fácil será saquearle su patrimonio.

 

Bien, pero resulta que el PRI, a través de su candidato, Enrique Peña Nieto, se pronuncia de manera franca por la idea de entregar los últimos restos de PEMEX a las grandes multinacionales del petróleo, entre las que ya se apunta ansiosamente PETROBRAS. Enrique lo ha dicho en muchas ocasiones. Lo dijo ante la COPARMEX. Luego lo dijo en Davos, frente a los países del primer mundo interesados en acceder a las reservas de nuestro país. Luego vuelve a decirlo recién, el día en que se conmemora un aniversario más de la expropiación petrolera.

 

En efecto, Peña Nieto pretende dar marcha atrás en la historia para echar abajo el logro histórico de don Lázaro Cárdenas; un logro supremo del cual seguramente gringos e ingleses se han lamentado desde aquel año de la expropiación. Pretende Peña Nieto echar abajo el logro de un hombre que, por sus notables talentos en el arte de la política, supo aprovechar circunstancias de excepción - irrepetibles quizás en el futuro - para actuar con audacia y valor y restituir el petróleo a los mexicanos. En pocas palabras, Peña Nieto desea restituir la renta petrolera a sus antiguos dueños: las multinacionales. Y Peña Nieto pretende esto a la luz de los siguientes “argumentos” generales.

 

Aduce Peña Nieto que tiene un plan “maravilloso” para abrir a PEMEX a la inversión privada, que no implica privatizar, a fin de estimular su crecimiento y su productividad, lo cual se traducirá en más empleos para los mexicanos. Nos dice también que, para efectos de lo anterior, para que se  entregue la renta petrolera a las multinacionales y usted tenga una chambita a cambio, hay que quitarnos de “ataduras” ideológicas. Y para que nos quitemos de dudas y escozores también nos dice que los tiempos de don Lázaro ya están muertos porque son diferentes a nuestro tiempo.

 

Según parece, en opinión de Peña Nieto las multinacionales de los tiempos del Tata sí eran expoliadoras y capaces de atentar contra los intereses de la nación, pero las multinacionales de nuestro tiempo – que siguen siendo las mismas, por cierto - ya se han reformado, son muy  buenas y humanitarias; son tan buenas que más parecen oblatos hermanos de la caridad que nos quieren dar muchos pero muchos trabajos muy bonitos. Qué padre, ¿no?

 

Bueno, pero hay que decir que mucha razón tiene Peña Nieto cuando aclara que nuestros tiempos son diferentes a los de don Lázaro. Cierto, al menos en lo que toca al asunto del petróleo, los tiempos del Tata eran completamente diferentes a los nuestros. Los tiempos del Tata son los barruntos del auge petrolero, le época en que la producción se desarrollaba muy lejos todavía del fenómeno de la escasez económica, y cuando la extracción de este recurso se realizaba en condiciones de setenta, ochenta o hasta cien barriles producidos por uno invertido. Nuestros tiempos, en cambio, y como ya hemos visto, son ya el umbral de la escasez y de la crisis energética globales, con un rendimiento que ya anda rayando el 5 a 1, si no es que menos, y donde el petróleo se ha convertido en asunto de seguridad nacional para los países productores, con excepción de México.

 

Ahora bien, Peña Nieto propone pasar a PEMEX por una “reforma” “maravillosa” que permita someter por entero a esta empresa a la lógica económica derrochadora del libre mercado, y donde el resultado neto será una transferencia sustancial de renta a las arcas de las multinacionales del ramo. Sin embargo, si usted observa con cuidado, se dará cuenta de inmediato que el discurso de Peña Nieto sería absolutamente apropiado para la época del Tata, la del auge, pero no así para nuestra época de escasez y de una crisis energética en ciernes. Así, y contra lo que sugiere Peña, la más mínima prudencia en la administración del Estado indica que, en estos tiempos, se debe caminar por la ruta, no del derroche y la liberalidad, sino de la explotación racional, el ahorro y el primado absoluto del Estado mexicano en la renta petrolera.

 

¿Qué pasa con Peña Nieto? ¿Por qué incurre en estos absurdos o contrasentidos? ¿Por qué recomienda para una época de crisis lo que debe hacerse en una época de auge? ¿Es error o mentira lo que escuchamos en el discurso de Peña Nieto?

 

Me niego a creer que los contrasentidos de Peña Nieto respondan a errores de juicio, porque esto equivaldría a aceptar que no tiene virtudes, no ya para gestionar al Estado mexicano, sino para administrar la sola cartera energética. De cierto que si pusiéramos a PEMEX en manos de Peña Nieto en este momento, este señor, con sus ideas, nos llevaría a la bancarrota en unos cuantos años.

 

En realidad, creo que el discurso de Peña Nieto respecto a PEMEX es una suerte de mentira disfrazada de verdad. Mentira, porque oculta el hecho de que la proclama priista está dirigida a despojar a los mexicanos de la renta petrolera para transferirla a las multinacionales del ramo, y precisamente en una época de escasez y crisis energética, cuando la prudencia indica que debiera asegurarse la soberanía del pueblo de México sobre aquella. Disfrazada de verdad, porque, para el juicio de la razón, esta mentira es la aceptación implícita de una voluntad política contraria a los intereses de la nación, aunque disfrazada de interés por la nación, por no decir de patriotismo.  

 

¿Y qué motivo poderoso puede mover al PRI a actuar en contra de los intereses de la nación en un asunto de la mayor relevancia como es la renta petrolera? ¿Tiene usted la respuesta a esta pregunta?

 

Para saber la respuesta con precisión se necesitaría estar en el teje maneje del asunto en las altas esferas, en lo oscurito. Sin embargo, el contrasentido del discurso y las demás cosas que se van acomodando en el entorno electoral nos pueden dar pistas muy claras al respecto. Y en lo personal, creo que todo parece apuntar al siguiente escenario posible: el acceso al poder depende de la entrega de la renta petrolera a las multinacionales del ramo. En efecto, parece que de la entrega de la renta petrolera a los intereses foráneos depende la legitimización del “triunfo” electoral en este 2012 por parte de los ejes de poder internacional.

 

Y es desde ese escenario que luego uno ya le va encontrando sentido al extraño entorno electoral en el México de los tiempos que corren: apoyo irrestricto de la falsimedia al PRI; encuestas que crean mayorías aparentes a partir de minorías estadísticas – ya lo vimos en otros apuntes -; consigna para mantener a AMLO en el sótano de las preferencias electorales, y quien es “extrañamente” el único que se opone a la entrega de la renta petrolera a las multinacionales.   

 

En el caso de PEMEX, la trampa priista para los mexicanos está puesta. Con su discurso los priistas nos invitan a dar un salto desde un avión en vuelo, pero sin paracaídas. Nada nos dicen respecto a cómo se nos acercará un paracaídas en la caída. Y aunque los priistas asumen que usted desconoce el pronto advenimiento de la era de la gran escasez y de la crisis energética, ellos no se confían del todo y le ofrecen el señuelo de un miserable empleo. Y le ofrecen eso porque lo ven a usted como un ser humano con mentalidad de esclavo apatronado, que está dispuesto a desprenderse de su patrimonio y a avasallarse a cambio de un trozo de pan hoy sin poner los ojos en su dignidad y en el futuro de sus hijos, y de los hijos de sus hijos.  

 

Tragar el señuelo priista tendría consecuencias catastróficas para la nación. Si los mexicanos “muerden” el sebo, tenga por cierto que Peña Nieto nos llevará  en cuestión de unos cuantos años a la más completa bancarrota nacional en el umbral de una época de grande incertidumbre energética. Los saldos serían catastróficos. Renta petrolera traducida a manera de ganancias de las multinacionales, corrupción y salarios de lujo de una burocracia inútil. Y nosotros, el pueblo raso, condenados a la indigencia y a la imposibilidad de sortear un escenario de crisis de proporciones épicas que dejaría a nuestra generación muy mal parada con nuestros hijos y las generaciones por venir. Y eso si hubiera un mañana posible para nosotros en esas circunstancias.

 

Las consecuencias fatales de saltar de un avión en vuelo sin paracaídas son absolutamente predecibles. Solamente un idiota consumado sería capaz de realizar semejante lance confiado en que alguien le va a acercar un paracaídas en la caída. Así que si los mexicanos se tragan el señuelo priista y saltan al vacío, al final nadie podrá llamarse engañado y nadie podrá reclamar a Peña Nieto y a la Gaviota por aquello de que se retiren a disfrutar de sus ahorros entre las candilejas del agradecido primer mundo.

 

Nota: Para entender la postura del PAN respecto de PEMEX, solamente sustituya en este apunte a Peña Nieto por Josefina Vázquez Mota. Simple.

 

Buen día.