El pasado mes de agosto, Lorenzo Meyer difundió este tuit: “Por razones económicas @Reforma decidió suspender la publicación de mi columna semanal 'Agenda Ciudadana’. Lamento su situación y les deseo mejor fortuna en el futuro”.
Casi al mismo tiempo, José Woldenberg dijo al final de su última colaboración en ese diario: “Ha llegado el momento de decir adiós. Después de casi 15 años de publicar todos los jueves un comentario, este será el último. Quiero agradecer la hospitalidad de Reforma y su respeto invariable a mi trabajo…”.
Dos liberales fundamentales en el debate político mexicano —uno de ellos, Meyer, ubicado más a la izquierda que el otro— fueron despedidos de un periódico que, meses después, anuncia un cambio en la dirección editorial: sale Lázaro Ríos, un hombre trabajador y caballeroso que si una ideología tiene es la del hombre libre sin ataduras ideológicas, y llega al máximo cargo periodístico el peor representante de la ultraderecha empresarial con vocación de plano golpista, Juan Pardinas.
Al mismo tiempo, el propietario de Reforma, Alejandro Junco de la Vega, deja su cargo de presidente de la empresa a su hijo del mismo nombre.
Como se lee en la nota que anoche publicó SDP Noticias sobre los cambios en el citado periódico, Reforma al darle la dirección editorial al ex director del IMCO —uno de los centros de "análisis" que usa la derecha empresarial para buscar imponer sus proyectos a los distintos gobiernos— claramente ha endurecido su línea editorial contra Andrés Manuel López Obrador.
El señor Pardinas no es un intelectual de prestigio del nivel de Meyer o Woldenberg, y desde luego está muy lejos de la sapiencia cultural de otros colaboradores de Reforma, como Enrique Krauze.
Pardinas es un golpeador especializado en buscar hacer daño a Andrés Manuel López Obrador y a su partido, Morena. Solo es eso.
Durante la campaña electoral el hoy presidente de México denunció que un grupo de empresarios poderosos trataron de convencer a las televisoras mexicanas de transmitir un documental para dañarlo. Hasta 200 millones de pesos, dijo AMLO, se ofreció a las empresas Televisa, TV Azteca e Imagen, pero ninguna aceptó.
En general, los medios de comunicación han buscado jugar limpiamente con el nuevo gobierno y su proyecto de cambio político: crítica, sí, pero nada más, esto es, no confundir el periodismo con el activismo.
Lo que hace ahora Reforma parece otra cosa: preparar una batalla abierta contra el gobierno de Andrés Manuel para obligarlo a ceder ante los grupos de presión de la derecha que siguen sin aceptar el cambio que la 4T ofrece a México.
Veremos, sin duda, más guerra sucia. Habrá que estar preparados para un tipo de periodismo que se alimenta del lodo para lanzar basura y hasta mierda. Es lo que el señor Pardinas anticipa.