La razón es muy sencilla: hay que combatir el uso y abuso del auto particular. Hay sobradas razones para acotar el uso del auto particular en las ciudades y en todo el territorio nacional y el mundo en general. Aquí algunas de ellas:
1.- Porque el auto es una de las principales fuentes de emisión de dióxido de carbono (CO2), principal causa del cambio climático y principal problema que amenaza la supervivencia del hombre y la vida en el planeta.
2.- Porque el abuso en el consumo y el uso del auto particular es la causa principal de los problemas de tránsito en las ciudades. Los principales problemas de movilidad urbana los ocasionan los autos particulares, y no la falta de vialidades.
3.- Porque los accidentes automovilísticos o de tránsito se han convertido en una de las principales causas de mortalidad en todo el planeta, siendo los adolescentes la víctima principal, la primera causa de mortalidad en algunos países en este sector de la población.
4.- Porque autos y carreteras son unas de las causas principales de la muerte de animales, al grado de la extinción de algunas especies en países ricos (atención grupos proanimal).
5.- Porque la solución a los problemas de movilidad urbana encuentra su principal obstáculo en la forma individual del transporte, es decir, el uso del auto particular.
Una forma de desincentivar el uso y abuso de este gran depredador que es el auto, es que le cueste más a la gente. Claro que también debemos promover un uso más intensivo y eficiente del transporte colectivo de manera que la gente pueda optar por esta solución y deje de usar su auto en el transporte diario, es decir, para ir a trabajar y en otras actividades cotidianas, como ir al mercado o llevar a los niños a la escuela.
Ahora bien, ya se demostró -hay jurisprudencia dicen los abogados- que acotar el uso del auto no es anticonstitucional, no atenta contra las garantías individuales. La Suprema Corte de Justicia desechó los amparos en ese sentido contra la aplicación del ?Hoy no circula?, pero nuestra memoria es corta. Limitar el uso del auto no es limitar la libertad de los individuos, la libre circulación no depende del auto. Eso es una tara de la ideología social del automóvil,ya que lo hemos convertido en el gran fetiche de la humanidad. Hay que liberarnos de esa ideología y de paso del auto, porque la dependencia es mayúscula.
Los parquímetros tienen un a función de regulación y control del auto y la movilidad en general. La vía pública es con referencia a los individuos, no con los autos. Insisto, limitar el uso del auto y hacer más oneroso su consumo es una necesidad insoslayable para la supervivencia del hombre, y limitar su uso no atenta contra las garantías individuales, porque la medida es contra el auto, no contra los individuos, quien tiene que aprender a moverse sin auto es la sociedad.
Quizá la discusión se encuentra en el asunto de la administración, algunos alegan que no se debe concesionar al sector privado, que debe ser el Estado el responsable de administrar este sistema de regulación vehicular. Otros afirman que el problema es la corrupción, de ahí que los que administran este sistema abusen y lucren ilícitamente con él. Pero eso nada tiene que ver con la eficiencia y viabilidad del sistema, no tiene que ver con la técnica, tiene que ver con los problemas sociales y políticos de nuestro régimen autoritario y decadente. En esa perspectiva, cualquier política pública estaría expuesta a este lastre social que es la corrupción, por lo tanto, eso no es ningún argumento. Bajo ese argumento ninguna política pública sería viable.
Estoy consciente que manifestarse a favor de los parquímetros no es políticamente correcto, la mayoría está en contra. Fui a los debates de los candidatos para jefe delegacional y todos se manifestaron vehementemente en contra de los parquímetros, incluido mi candidato. En realidad, ello revela el oportunismo al que se ve envuelto la política electoral. Hubo argumentos en el sentido del carácter que debe tener la vía pública y que ya he replicado más arriba, argumento que por lo demás ya fue desechado por la Suprema Corte de Justicia hace más de 20 años y con la que estoy completamente de acuerdo.
De lo que se trata es de retomar experiencias técnicas y legales, centrar la discusión en las soluciones técnicas y de planeación urbana, hacer urbanismo comparado y evaluar dichas medidas donde ya están funcionando. Si estas discusiones se politizan no es por culpa de la gente, es por la manera en que el gobierno está haciendo la planeación urbana, una planeación sin participación, una planeación vertical y autoritaria. Por último, hay que decir que dicha participación no debe limitarse a consultas o votaciones, la participación debe ser deliberativa, deben discutirse las políticas públicas todo el tiempo que sea necesario y llegar al máximo consenso posible. Las políticas públicas no se votan, eso es demagogia.