Javier Sicilia se detuvo en nuestra localidad, en medio de su periplo por el territorio nacional destinado a promover la plataforma AHORA y la eventual postulación de Emilio Álvarez Icaza como candidato independiente a la presidencia de la República.

En la ocasión sostuvo un encuentro por demás interesante con los vecinos de la localidad que asistimos a escuchar su mensaje, Sicilia habló de una diferencia clásica entre la legitimidad y la legalidad y de la grave crisis de conciencia que se entroniza en las comunidades cuando la primera se esgrime en claro detrimento de la segunda de dichas cualidades.

La alocución de Javier Sicilia rememoró los diálogos de Antígona y Creonte ante el desacato de aquella, dando sepultura a su hermano Polinices ante la prohibición del tirano de Tebas.

“Un rey contra otro rey, en hombre contra otro hombre, un hermano contra otro hermano”, los dos hijos de Edipo : Etéocles y Polinices enfrentan a sus huestes a las puertas de la ciudad en una contienda civil, y en duelo fratricida, el defensor de los muros de Tebas da muerte a su hermano  que es declarado proscrito, a grado tal de que los poderes ordenarían que sus restos permanecieran insepultos.

Desobedecer el mandato de la autoridad en la tragedia de Sófocles se convierte entonces en fuente de legitimidad y no en oprobio.

La ciudad en la que vivo, por lo demás, al recibir la visita de Javier Sicilia se torna coincidentemente en un sitio inseguro en la más acabada expresión de la crisis de seguridad que ha aquejado las fronteras y los litorales del país en los últimos años, se destaca en fechas recientes la recomposición de la dirección de seguridad pública  del municipio de Puebla, en medio de un escándalo en el que alguno de sus agentes sufriera una terrible vejación a cargo de mandos superiores ya defenestrados, y me pregunto, en la tesitura, si acaso los agentes policiales adscritos a mandos corporativos o políticos en descomposición no serían  en realidad las primeras víctimas en el menoscabo de sus derechos humanos, víctimas satanizadas de antemano ante la opinión pública y que muy difícilmente encontrarían defensores en su causa, sino terrible cuya dilucidación exigiría a las claras la profunda relectura de Sófocles preferentemente bajo una guía impregnada de vivencia trágica y conocimiento literario como la que pudiera asistir a Javier Sicilia.

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