Que quién puede ganar la elección en Pahuatlán el año entrante, cuando de nuevo se tenga que ir a las urnas para elegir alcaldes y diputados ( en un entorno en el que los partidos son el mayor descrédito político y los liderazgos son los mismos de hace dos década).
No es un tema indiferente; esta en el ánimo de todos, más aún tratándose de un pueblo con la fuerza de opinión pública que lo caracteriza (“si no eres chismoso no eres de Pahuatlán”).
Todos entrevén el desenlace de junio del año entrante (a diferencia de lo que pasa en las ciudades complejas, en los pueblos la política es asunto que atañe a todos, la hacen y definen todos).
(Con la gran salvedad de ya saben quién, y si las elecciones fueran mañana) cualquiera puede ganar la elección el año entrante, incluso puede hacerlo Morena. Lo digo porque ahí es un partido fantasma. Puede simular estructura, formalidad, pero no militancia. En Pahuatlán, Morena, es un partido golondrino, de intereses circunscritos a circunstancia de coyuntura.
La militancia (dizque) de izquierda en el municipio, en el que ha sido gobierno hasta en cuatro ocasiones (sí cuatro, y ahora mismo lo sigue siendo), la concentra el PRD.
Pero también puede ganar el PRI. Porque entre PRI y PRD hay una identidad muy próxima en principios y acciones. Y porque ambos suman voto duro.
Puede ganar el PAN, aunque en los hechos es un partido testimonial. Su crecimiento fue de los actos mágicos de Moreno Valle; quien tuvo predilección especial por el pueblo y le echó la mano en todo lo que pidieron.
Puede ganar incluso un partido bisagra. De esos que se venden al mejor postor y que en el mejor de los casos sirven para disuadir electores en los partidos contrarios.
De querer, no veo ninguna dificultad para que Arturo Hernández, alcalde en la pasada elección, gane la próxima elección (tiene los partidos, tiene las estructuras o lo que queda de ellas, las relaciones arriba-arriba y tiene dinero).
Puede reelegirse sin dificultades la actual alcaldesa, la señora Guadalupe Ramírez Aparicio. La ley permite la reelección inmediata. Hay que decirlo, en materia de eficiencia, se encuentra por arriba de la media de los alcaldes de la Sierra.
Puede ganar cualquiera de las mujeres candidatas del proceso anterior (una de ellas quedó en el nivel de precandidata). No veo condiciones adversas para ninguna.
Puede incluso levantarse con la elección un candidato emergente. Pienso en ese joven llamado Jaciel Téllez Miranda. Con buena gestión en Puebla, pero no en el pueblo.
En una de esas es tocado por la gracia de los dioses y la gana Carlos Lechuga. El más político de los políticos afanados por el puesto.
Puede incluso reeditarse la ola constructora de infraestructura en las comunidades de los ochenta-noventa con cualquiera de sus ex. El Chilo fue un gran presidente hacedor de obras y puede volver a serlo. Además tiene en su haber un mérito que nadie se lo puede disputar y lo hace diferente a todos. La virtud juarista de vivir (muy por debajo) de “la media republicana” después de haber pasado por el puesto de alcalde (pero la honradez, ya se sabe, es mal vista). Otro con los mismos dotes es Miguel Eloín Santos.
Y claro que puede ganar la elección un candidato independiente si logra demonizar a los partidos, como la causa de todos los males. (En las comunidades los partidos son equiparados con las sectas protestantes porque dividen y polarizan la armonía)
Hay mujeres con dotes probados para hacer política y para el ejercicio de gobierno. Dos características que deberían ser condición para aspirar a un puesto de elección. El gran fracaso del desarrollo social y político en Puebla tiene que ver con la incompetencia gubernamental y la corrupción institucionalizada. De entre ellas veo a Magali García. Mujer discreta, de carácter y eficiente en sus tareas.
Puede ganar con creces quien logre enarbolar la bandera del cambio. Ya sea con partido o sin partido. Allí entran como cuchillo en mantequilla los dirigentes de las localidades indígenas. Veo en primerísimo lugar a Gabino Hernández Cruz. Un dirigente indígena que causó buena impresión en el presidente de la República y el gobernador del estado, durante una visita al municipio.
En esta tesitura se encuentra una mujer indígena, fogueada en lides de la política partidista. Pero como es indígena y vieja, tiene que sortear el doble de obstáculos que sus compañeros hombres. Hablo de Marisela Lechuga Zacatengo, otomí de San Pablito.
(Aunque no es el tema de este comentario, pero si el ex presidente y la actual alcaldesa logran quitarse de encima un par de pillos que los hunde en los órganos fiscalizadores, tendrían buena parte del camino allanado).
En Pahuatlán todos, o casi todos, se tratan de parientes. A mí también me han otorgado el título de pariente.
“Pariente, me dice uno, todo que dices de los candidatos sale sobrando”.
“Para ganar la elección basta con recurrir a la vieja fórmula que ha rendido frutos en los últimos 25 años”. “¿Cuál?”.
“Conseguir que en el partido contrario vaya de candidato el eterno perdedor que ha permitido triunfos desde 1997”.