Si algo caracteriza la protesta de estudiantes en Puebla es el ánimo celebratorio de los mayores. Se nota en el rostro y en la conversación pública. “Qué bueno”, es lo menos que se oye. Hasta ahora ninguno ha dicho nada en contra ni se ha puesto en duda la legitimidad de las demandas. Salvo los diputados de Morena que a toda costa buscan hacer sentir a la población que no se deben a ella, sino sepa Dios a quién. No lo manifiestan públicamente, pero lo dejan entrever. En el fondo hay muchas sospechas acerca del comportamiento vacilante de los miembros del poder Legislativo frente asuntos seminales, como los feminicidios y en general la inseguridad. Lo que sí se sabe es que desde la presidencia de ese poder, se persigue a periodistas, con el fin deliberado de inhibir uno de los derechos fundamentales de la democracia representativa: el derecho a pensar y publicar. Se habla incluso de una de reedición contrahecha de los modos de Díaz Ordaz. He aquí pues una de las grandes rémoras por las que Puebla cada vez esta más próxima de Chiapas, Oaxaca y Guerrero que de las entidades pujantes del norte. Los que pensaban que con Morena la entidad entraría en un proceso de rediseño institucional que pusiera las bases de un verdadero desarrollo económico y político, se han topado con un palmo de nariz.

Hay ánimo entre la población porque los jóvenes han levantado la voz. Han hecho lo que ella ha querido hacer pero no ha podido. Reprocharle al gobierno la indolencia por la muerte de las hijas y los hijos que no cesa. Por las niñas y niños desaparecidos. Hay entusiasmo, mucho entusiasmo entre la gente porque desde el primer día los jóvenes anunciaron que su movimiento es apartidista. Creo que es lo que más gusta. No quieren en sus filas ningún partido político, sea de la orientación que sea, y se encuentre en el lugar que se encuentre en la geometría política. Ni PAN ni Morena. Las dos fuerzas políticas que se disputan la hegemonía en la entidad. El primero porque es la oposición más visible, con influencia dura en la ciudad, y porque capitaliza los errores del gobierno, que no son pocos; el segundo, porque es el partido en el gobierno. En el federal, estatal, y en la ciudad capital. Es el mismo partido cuyos gobernantes conquistaron la deshonra de colocar a Puebla como la ciudad más insegura del país. Aquí la explicación más inmediata de la muerte con saña de los tres estudiantes y del chofer, que detonó el ya basta de los universitarios, y que ha conjuntado la solidaridad general. No fue el sombrero; fue la ineficiencia; tal vez, la impunidad que ronda en la región. O una mezcla de todas.

Hay que decirlo también. Mientras gobernó el PRI, Puebla fue una especie de remanso de paz. Un dato inobjetable. Evidencia pura. Algo hicieron bien Melquiades Morales Flores y Mario Marín que no pudo su relevo Rafael Moreno Valle, o lo omitió de manera deliberada por razones que se ignoran. Las especulaciones son muchas. Mientras Tamaulipas, Coahuila, Michoacán, Guerrero, Morelos, ardían en violencia, acá reinaba el sosiego. Incluso se especuló que una de las razones tenía que ver con el hecho de que las cabezas del narco habían determinado hacer de Puebla el hogar para sus familias. Aquí las señoras podrían hacer vida y los hijos ir a la escuela. Nada seguro. Pura sospechas. Pero llegaron los panistas a gobernar y literalmente todo se jodió. Los hilos se enredaron peligrosamente. Aparecieron los robos, los secuestros, el pago de piso, la trata, las desapariciones, hasta desembocar en eso que se denomina industria del guachicol. De aquí se regó a la mayor parte del país. Una de las aportaciones del PAN para México. De acuerdo con los estudios de INEGI, hoy Puebla es la ciudad más insegura del país.

Hay celebración porque los que se han puesto a la cabeza del movimiento de los universitarios no son los viejos dirigentes, marrulleros y mañosos. Fuente de todo género de desconfianzas. Hay un feliz relevo generacional en la plaza publica. No hay fastidio en los transeúntes ni en los automovilistas. Si los jóvenes tienen que dar información en algún crucero, lo hacen a partir de una organización cronométrica. Aprovechan los escasos segundos que otorga el rojo y se retiran antes de que cambie a verde. Ganar la confianza de la gente parece ser su mayor apuesta, y ¡vaya que lo logran! ¿Qué de donde viene el disgusto? De una suma de agravios acumulados que muy bien se pueden fechar durante los dos sexenios de gobiernos panistas. Lo cual no exime a Morena de nada. Por esa razón ha sido muy criticada la intentona de Acción Nacional de montarse en el movimiento de los estudiantes mediante la distribución de propaganda con mensajes alusivos, en color azul.

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Paradojas del ejercicio de gobierno. Si por algo fueron severamente criticados los gobernadores Rafael Moreno Valle Rosas y Mario Marín fue por gobernar con personajes traídos de otros estados, como si en Puebla no hubiera suficiente capital humano y experiencia en administración pública. En todo eso hay un tufo de discriminación y desprecio por quienes los elevaron a esos cargos. Miguel Barbosa, que ganó ponderando que el suyo sería un gobierno diametralmente contario a sus antecesores, esta haciendo lo mismo que Marín y Moreno Valle. Gobernar con los de fuera en despecho de los de casa.