Ahora que empezó el llamado periodo entrecampañas, una especie de veda electoral que concluirá el próximo 29 de marzo si no es que antes se descubre cómo darle la vuelta a esta disposición, bien vale aprovechar el momento para hacer una revisión de lo que ha venido ocurriendo, desde el inicio las precampañas, en lo que a spots y gastos electorales se refiere.

 

Durante el periodo que fue del 18 de diciembre al 15 de febrero pasado, las personas tuvimos que chutarnos la friolera cantidad de cinco millones 38 mil 930 spots de los diversos partidos, esto de acuerdo a una investigación de Leo Zuckermann con base en los números del acuerdo “ACRT/032/2011” del Comité de Radio y Televisión del IFE, en los cuales se nos habló de por qué deberíamos escoger a X o Y candidato, de sus intenciones y compromisos con México y sus habitantes.

 

Estos 60 días de precampaña, en donde se tuvo un promedio de noventa mil spots por día, sólo fueron la antesala de los 17 millones 229 mil 965 spots que nos esperan y que invadirán, con sus promesas y palabrerías, los medios de comunicación a partir del próximo 30 de marzo.

 

Si sumamos las cifras tenemos que de diciembre de 2011 a junio de 2012, los mexicanos nos habremos refinado la cantidad de 22 millones 268 mil 895 spots. Cada quien saque las cuentas de cuántos comerciales vio y verá diariamente durante ambos periodos. Cabe mencionar que sólo nos referimos a los correspondientes a la elección federal, pues si sumamos los de los procesos electorales estaríamos hablando de más de 40 millones de comerciales a los que faltaría todavía agregar los que se mostrarán en internet, un limbo difícil de medir.

 

Y todo para qué, se pregunta uno, pues para dar vida a la democracia procedimental mexicana cuyos resultados todos conocemos pero costos pocas veces sabemos. Veamos un poco al respecto: las elecciones de 2000, que permitieron la alternancia, tuvieron un costo de 921 millones de dólares colocándose así como el proceso más caro del mundo de acuerdo a datos del PNUD y la Fundación Internacional para Sistemas Electorales.

 

Para 2006 el presupuesto para las elecciones fue de seis mil 632 millones de pesos; mientras que en 2011 el presupuesto solicitado por el IFE, que se divide en gasto de operación para el instituto y prerrogativas de los partidos, fue de 10 mil 499 millones de pesos; finalmente, para este 2012 se autorizaron 15 953.9 millones de pesos de los cuales 5 292 millones son para los partidos políticos.

 

¿Valen la pena estos gastos y exposición a propaganda electoral sin contenido? Es obvio que la respuesta es un claro y contundente no, y esto aun entendiendo que este enorme uso de recursos responde a las mismas trabas impuestas por los actores principales y la desconfianza que hay entre ellos, y la razón es simple: los políticos, por más esfuerzos que hagan, dinero que gasten y spots que muestren, no podrán negar los desastrosos resultados de su labor, sin importar colores, de la cual somos un ejemplo millones de mexicanos y que, encima de todo, no podemos criticar de forma pública pues la ley no permite los actos de publicidad negativa.

 

El resultado es que en los siguientes meses tendremos 43 millones de spots a través de los cuales los partidos buscaran convencer a los más de 78 millones 345 mil mexicanos registrados en la lista nominal del IFE de sus enormes ganas de salvar al país de sus males usando para ello el dinero de todos, él cual podría utilizarse para, digamos, cosas más importantes aunque esta discusión, la democracia y los partidos, es otra historia que se empezará a discutir terminada la pasarela electoral.