Cuando Hugo Chávez se dirigió al pueblo venezolano después de su primera intervención quirúrgica en Cuba, pronunció la siguiente frase: “estábamos de nuevo con Fidel, con aquel gigante que ya superó todos los tiempos y todos los lugares”. Cuando escuché esto lo comparé inmediatamente con el Partido Revolucionario Institucional, y es que este grupo político tiene una enorme similitud con Fidel Castro y el sistema político que encabezaba hasta hace no mucho.
Ambos son hijos de una Revolución, la cual según ellos los sigue legitimando hasta hoy en día (Beatriz Paredes hace poco dijo que “los revolucionarios volverán en el 2012”). Los dos operan con estructuras organizacionales corporativistas que se esfuerzan por asimilar todos los espectros sociales (el gobierno cubano dirige todas las actividades en la isla y el PRI se constituye por varios sectores: el popular, obrero, agrario, académico y empresarial). Poseen aristocracias elitistas: Cuba tiene un régimen autocrático dirigido por “revolucionarios profesionales”, mientras que el PRI mantiene una elite cerrada de “políticos profesionales”. Tanto el PRI como el sistema cubano son pragmáticos a la hora de operar y manejan en sus discursos a la democracia como una mascara para legitimar sus fines. Y finalmente, los dos rechazan la crítica y la libertad: Fidel diezmó toda disidencia expresando que “dentro de la Revolución todo; contra de la Revolución, nada” y el PRI lo dejó ver en el 68, en el 72, 94, 96, Atenco y ahora contra la Marcha 132.
Y no solo son parecidos, también son simpatizantes. Desde 1959 hasta 1994, el PRI vio en Fidel un aliado estratégico y este vio en el PRI un cuerpo político firme que podría mantener alejado de sus espaldas al gobierno estadounidense. Esta buena relación gestó incluso una amistad entre Carlos Salinas de Gortari (la máxima figura del “nuevo” PRI) y Castro.
Salinas recibió asilo en Cuba en 1995 cuando era acusado de ser el responsable de la crisis económica que atravesaba México. De hecho ahí nació la primera hija de su segundo matrimonio.
La salida del PRI de los Pinos entibió esa buena relación, pero no la eliminó. El 14 de abril del 2011, la bancada del PRI en el Senado frenó un punto de acuerdo en el que se lamentaba la muerte del disidente cubano Orlando Zapata y se exhortaba al gobierno de Raúl Castro a abrir un diálogo con la disidencia y a liberar a los presos políticos. Varios priístas la apoyaban, pero el embajador de Cuba en México, Manuel Aguilera de la Paz, se reunió con el líder del PRI en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, y los priistas se echaron para atrás.
Viendo esto pues es evidente que lo más parecido al régimen castrista en América Latina es el PRI, hecho que nosotros tenemos que tomar en consideración de aquí al 1 de julio. El “nuevo PRI” en realidad es como el octogenario Fidel. Aguas.