«Que quien su hijo inmola<br>​Para no estar sola<br>​Poco le iba a querer.»

MECANO

Yo no tengo hermanos

AMLO

 

Hay deformaciones enraizadas en el psique mexicano, generadas, promovidas y alentadas por los muchos gobiernos populistas que hemos padecido durante años —de izquierda, centro y derecha; sí, esa desgracia no distingue orientaciones ideológicas— y que impiden el desarrollo de un país. Creer que robar poco, no declarar pequeñas cantidades al fisco, vivir de y en la informalidad, hacer contribuciones modestas a los partidos, a título personal y hasta en especie, en lugar de dar mucho y ostensiblemente, es menos malo; pensar que la corrupción se circunscribe a las altas esferas de la burocracia y supone grandes cantidades de dinero; estar convencidos de que esta y la deshonestidad únicamente ocurren cuando se roba del erario y no cuando un servidor público es ineficiente, incompetente, y carente de conocimientos y capacidades; estar seguros de que el fin justifica los medios y que evadir la ley cuando se trata de una causa revolucionaria y de “justicia” es aceptable; creer que las verdades son todas relativas, que lo correcto tiene matices, que quien gana un debate necesariamente tiene la razón, y que los hechos dependen del contexto. Y cuando el electorado —la mayoría al menos, pues vivimos en un régimen democrático en lo político— piensa eso y actúa en consecuencia, no hay remedio posible para los males de México.

En ese sentido, mal que veamos algo extraordinario o fuera de lo común el que, después de darse a conocer el video de Pío López Obrador y David León Romero, AMLO exigiera una investigación en forma —y fondo, esto es, en serio— y pidiera la renuncia de David León y la devolución del dinero. ¡Es lo mínimo que todo ciudadano, así sea el presidente de la república, tendría que / pensaría en hacer!

Pero no. Seguidores y convencidos, igual que críticos y detractores, ven en lo que dijo AMLO una muestra sobresaliente de honestidad, honorabilidad y ética. El primero que nos los quiere vender de esa manera este acto que debiera ser (¡que es!) lo normado es el propio mandatario: “Yo ya sabía desde hace cinco días de la existencia de estos videos y que los iban a sacar... Los recursos fueron "aportaciones" para el movimiento en 2015... Le sugerí de que también no aceptar el nombramiento para hacerse cargo de la empresa distribuidora de los medicamentos, que esperara a que se aclarara este asunto...”. ¿En verdad nadie se da cuenta que eso es lo lógico, lo mínimo a esperar, lo natural en cualquier sociedad que quiera aspirar a ser justa e igualitaria?

El presidente AMLO y quienes defienden cuestiones indefendibles olvidan que aquí existió una clara violación a la ley. Aunque el video data de hace cinco años, ya que los recursos ahí entregados fueron para apoyar el movimiento que apenas se había constituido como partido político, debían de haberse declarado ante el INE para ser fiscalizados, y David León y Pío López Obrador debían haber estado registrados antes esa dependencias como receptores de aportaciones (y nunca en efectivo). No hacerlo es un delito, sin matices de por medio.

Delito electoral y hasta federal. Los recursos no reportados, se catalogan como de procedencia ilícita, lavado de dinero, evasión fiscal y lo que se pueda acumular...

Pero el jefe del ejecutivo y su esposa, la doctora Gutiérrez Müller, al mismo tiempo que desean presentarse como seres honorables, confiables y éticos, pretenden deformar la ley —y de paso la comprensión que debe tener la gente de ella— argumentando que el video es viejo y que el dinero lo dio la gente, el pueblo, a una causa justa —y, por que no, hasta revolucionaria— llamada Morena.

No solo eso, la deformación que hace la 4T de la ley y la justicia es acomodaticia y a contentillo. Dice el refrán que “para tener lengua larga hay que tener cola corta” y López Obrador ha olvidado las veces que criticó a diversos empresarios de financiar al PAN o a la oposición de Morena. Con su dedo flamígero señaló que ese tipo de financiación era delito, y eso que además nunca consiguió pruebas ni videos de entrega de ese dinero. Sin embargo, ahora que los videos implican a su hermano y el dinero fue parar a su movimiento, se aducen justificaciones y se dice que no existe punto de comparación. Nuevamente subyace la tergiversación de hacer creer que la verdad tiene matices.

Las deformaciones, ya lo dije, permean a todas las denominaciones por igual. Hoy ni siquiera renunció David León, y solo adujo que hace 5 años él no era servidor público. Pretextos. El delito no radica en la profesión o actividad, sino en la entrega de dinero durante años.

Pero luego, seguramente después de este video saldrán más; tanto de Morena, incluyendo al mismo Andrés Manuel, como de la oposición. Unos querrán justificarlos de forma cínica e hipócrita.

Y es que con la difusión de estos videos se rompió un pacto tácito, que se aprovechaba de todas las deformaciones que habitan en la ciudadanía. Ahora ya  ha comenzado la guerra de las mafias. La que despacha desde el zócalo, las que se desenvuelven afuera. La hipocresía es ilimitada cuando por un mismo tema, se desgarran las vestiduras si lo cometen otros, pero es correcto si lo realizan los de casa. ¡Menudos cinismo e hipocresía, cuando con las manos en el dinero, dicen que todo es deformado!